Las mejores películas del siglo XXI sob

Las mejores películas del siglo XXI sobre músicos

Por | 25 de mayo de 2016

Sección: Historia(s)

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¿Cuáles son las películas más importantes proyectadas en los últimos años cuyos protagonistas son músicos? Seleccionamos los ejemplos más representativos tomando como base documentales y películas de ficción, así como bandas y solistas de distintos géneros. Las cintas que se muestran a continuación no sólo exploran magníficamente la vida y el talento artístico de los protagonistas, sino que también hacen dialogar efectivamente el sonido con las imágenes en movimiento.

 

Alta fidelidad (High Fidelity, Stephen Frears, 2000)

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Esta comedia romántica de Stephen Frears, que adaptó una novela de Nick Hornby, trasladándola de Londres a Chicago, retrata con inusual precisión la profunda pasión de un verdadero melómano. Rob Gordon (John Cusack) recapitula sus fracasos con las mujeres y su resistencia a madurar sobre el trasfondo permanente de la música que lo arrebata. Para él, las tiendas de discos son su hábitat natural, y el hacer un cassette con canciones seleccionadas, la mayor muestra de amor que se puede dar a una mujer. El elenco (particularmente la danesa Iben Hjejle en el papel de la frustrada novia de Gordon, y Joan Cusack como su explosiva hermana) contribuye al encanto de la película, pero muchos de los mejores momentos se los lleva el excéntrico Jack Black, que años después protagonizaría otra gran comedia que gira en torno a la música, Escuela de rock (School of Rock, Richard Linklater, 2003)

 

La nueva orden (24 Hour Party People, Michael Winterbottom, 2002)

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Esta película, donde aparece Joy Division, ofrece una visión colorida y divertida, sin dejar de ser realista, de la escena musical de Mánchester a través de la mirada del promotor y empresario Tony Wilson, representado magistralmente por el comediante Steve Coogan. Rompiendo frecuentemente la cuarta pared, Wilson describe la enorme importancia de la música como medio de escape para la juventud desencantada y desfavorecida de Manchester, que a fines de la década de los setenta era un páramo postindustrial cuyas aristas se reflejan sonoramente en la escena post-punk. El resurgimiento económico de la ciudad dio lugar posteriormente a la hedonista escena Madchester, alimentada por cantidades industriales de drogas y ritmos electrónicos hipnóticos, apareciendo por primera vez el concepto del DJ como estrella.

 

8 Mile: La calle de las ilusiones (8 Mile, Curtis Hanson, 2002)

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8 Mile podría haber sido un desastre. Se trata de un filme realizado de manera apresurada para capitalizar el éxito de un rapero sin experiencia como actor, y fue producido por un empresario discográfico (Jimmy Iovine) con poco conocimiento de la industria cinematográfica. Sin embargo, la seriedad con que se abordó el proyecto devino una película oscura y realista que obtuvo un merecido éxito crítico y comercial. Sobre el trasfondo distópico de Detroit, tierra yerma repleta de armas, tensión racial y casas abandonadas, Eminem encarna a Jimmy “B-Rabbit” Smith Jr., una versión ficticia de sí mismo, un joven que trata de mantenerse a flote sobre la línea de la pobreza, trabajando en una fábrica y soñando con triunfar como rapero, sueño que comparte con cientos de sus congéneres –el rap en Detroit es como el futbol en las favelas brasileñas: la única salida aparente de un gris futuro. Eminem no es un actor nato, pero el director Curtis Hanson le ayuda a canalizar esa furia apenas contenida que le llevó a convertirse en una de las figuras más interesantes del rap en las últimas dos décadas.

 

 The Devil and Daniel Johnston (Jeff Feuerzeig, 2005)

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Artista de culto y una de las figuras más representativas de la llamada outsider music, el californiano Daniel Johnston conjunta un auténtico talento para escribir canciones directas y emotivas con una intensidad emocional a veces incómoda, derivada de su larga lucha contra la esquizofrenia y el desorden bipolar. Esta combinación de talento innato y desórdenes mentales hace de Johnston un tema atractivo para cualquier cineasta, pero el toque empático y respetuoso del director Jeff Feuerzeig logra en The Devil and Daniel Johnston un fascinante documental por méritos propios, aun para quienes desconocen la obra del músico. Su retrato de las heterodoxas obsesiones del cantautor –que van desde el fantasma Gasparín hasta la casi mítica Laurie, compañera de la universidad que salió en una única cita con él y habría de convertirse en su musa durante las décadas subsecuentes– les hace ver no tanto como curiosidades para mentes morbosas, sino como partes esenciales de su proceso creativo.

 

Neil Young: Heart of Gold (Jonathan Demme, 2006)

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Para esta sobria película, Jonathan Demme filmó al legendario cantautor canadiense Neil Young en el Ryman Auditorium de Nashville, Tennessee. Young, impecable en su traje color crema y acompañado por numerosos y virtuosos músicos de acompañamiento, interpreta en su totalidad el disco Prairie Wind (obra inspirada por la muerte de su padre) así como un segundo set de piezas clásicas de su discografía. El director alterna las tomas del concierto con entrevistas en las que Young, su esposa Pegi, la cantante Emmylou Harris y otros de sus músicos describen la grabación de Prairie Wind, así como el aneurisma que sufrió el cantante durante el proceso, hecho que también influyó en las reflexiones en torno a la mortalidad que contiene. Pese a la aparente sencillez de su contenido, Demme logra imprimir un sentido visual y narrativo que trasciende el excelente contenido musical, y remite por momentos a Stop Making Sense (1984), película que él mismo realizó en torno a un concierto de Talking Heads y que es, para quien esto escribe, la más efectiva unión entre música y cine que ha surgido en la historia del rock.

 

Scott Walker: 30 Century Man (Stephen Kijak, 2006)

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La palabra “genio” se emplea con demasiada libertad en los terrenos del rock y la música popular, pero si hay alguien que la merece es el norteamericano Noel Scott Engel, mejor conocido como Scott Walker, que tras ser un ídolo pop en la década de los 60 se embarcó en un personalísimo viaje musical que devino en obras monolíticas, nutridas de la más oscura vanguardia europea. El documental de Stephen Kijak subraya este contraste al narrar el furor generado por Scott al frente de The Walker Brothers en el Reino Unido, donde entre 1964 y 1968 tuvieron un impacto mediático comparable a la beatlemanía, para después mostrar una surrealista sesión de estudio de 2006, en la que un impávido Walker observa a su percusionista golpear un enorme pedazo de carne de res para sentar la base rítmica de una canción sobre la amante de Benito Mussolini. Los múltiples testimonios de artistas admiradores de Walker (David Bowie, Bono, Sting, Jarvis Cocker…) podrían resultar excesivos en manos de otro director, pero Kijak los emplea para subrayar el hecho de que el protagonista es, sin ambages, uno de los más grandes compositores vivos en el mundo del rock y la música contemporánea.

 

Control (Anton Corbijn, 2007)

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Se ha dicho mucho, quizás demasiado, sobre Joy Division, cuarteto mancuniano cuyo hipnótico e influyente sonido (post-punk desnudo y escueto, canciones esqueléticas en las cuales los silencios pesan tanto o más como las notas que suenan) siempre ha estado en riesgo de verse eclipsado por la historia de su cantante, Ian Curtis, poseedor de una cavernosa voz y un carisma espectral que decidió quitarse la vida con apenas 23 años de edad. Cualquier dramatización sobre Curtis corre el riesgo de permitir que toda su vida se vea definida por ese único momento trágico. Sin embargo, el fotógrafo holandés Anton Corbijn, viejo amigo de la banda y autor de muchas de las imágenes icónicas de la misma, logra sortear con sutileza los aspectos más melodramáticos de la biografía del cantante en este, su primer largometraje. La fotografía monocromática es uno de los aspectos más característicos del filme, pero el guitarrista Bernard Sumner menciona en su autobiografía que en primera instancia no percibió que la película era en blanco y negro, pues sus grises imágenes reflejan a Mánchester tal como él la recuerda en ese periodo.

 

Anvil! The Story of Anvil (Sacha Gervasi, 2008)

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Los metaleros canadienses venidos a menos de Anvil, con sus personalidades larger-than-life y su aparente desconexión de la realidad –soñando con sus días de gloria a mediados de los ochenta, mientras que actualmente se ven reducidos a vivir de trabajos esporádicos y tocar para un manojo de personas en pequeños bares– hacen que al empezar este documental el espectador les vea como un objeto de burla, una versión de la vida real de los Spın̈al Tap de Rob Reiner (1984). Sin embargo, el director Sacha Gervasi (un auténtico apasionado de la banda que trabajó como roadie para ellos durante años) logra retratar con auténtica empatía la inquebrantable fe del cantante Steve “Lips” Kudlow y el baterista Robb Reiner (sí, su nombre es casi idéntico al del director de This is Spın̈al Tap) en la calidad de su material y sus posibilidades de lograr el estrellato aun cuando el mundo pareciera haberse olvidado de ellos. Es, por cursi que suene, un himno al inquebrantable espíritu humano.

 

Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños (Scott Pilgrim vs. The World, Edgar Wright, 2010)

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La premisa de Scott Pilgrim, adaptación de la novela gráfica de Bryan Lee O’Malley, es singularmente fantasiosa: sus protagonistas son personajes de videojuego que habitan una versión alterna de Toronto. Por su parte, la trama gira en torno a un joven que debe pelear a muerte contra los siete exnovios de la mujer que ama. Sin embargo, el aspecto musical de la película es inesperadamente realista: Scott Pilgrim (Michael Cera) es, además del “mejor luchador de la región”, bajista en una banda de garage llamada Sex Bob-Omb, y la dinámica interna de la banda, sus frustraciones, resentimientos e improductivos ensayos, resultarán familiares para cualquiera que haya tocado en un grupo. Para un excelente soundtrack en el que abunda el talento canadiense, Beck escribió las efectivas canciones de Sex Bob-Omb, mientras que Broken Social Scene y Metric representan a otras dos bandas ficticias dentro de la película.

 

Buscando a Sugar Man (Searching for Sugar Man, Malik Bendjelloul, 2012)

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La única obra del recientemente fallecido Malik Bendjelloul describe la breve y comercialmente insignificante carrera de Sixto Rodríguez, músico norteamericano que desaparece del panorama tras grabar dos discos, ignorados en su país, que sin embargo se convierten en obras enormemente populares e influyentes en Sudáfrica, hecho que el cantante ignora por completo durante años. En su momento, algunas voces criticaron el rigor documental de la película: el retiro de la música de Rodríguez no fue tan absoluto como sugiere el filme, y sus giras y moderado éxito comercial en Australia no son mencionados. Pero el viejo dicho «Si debes escoger entre la verdad y la leyenda, elige la leyenda» pocas veces se aplica tanto como aquí. Al simplificar la trama, esta película se convierte en una modélica historia de lucha y redención con una carga emotiva notable, que se torna quizá más conmovedora en contraste con la vida del director del filme, que tras ganar el Óscar con esta opera prima sucumbió a la depresión y se quitó la vida apenas un año después.


Pablo Cordero ha colaborado en medios como gastv.mx, La Tempestad y Glup! Como músico, ha formado parte de La Semana Escarlata y The Orchestra of Crafty Guitarists.