10 series fundamentales de anime
Por Jessica Fernanda Conejo | 4 de mayo de 2016
Sección: Historia(s)
1. – Astroboy (Tetsuwan Atom, Osamu Tezuka, 1963-66, basado en el manga publicado de 1952 a 1968)
El título original de este anime, traducido como “Átomo Poderoso”, refleja la trascendencia en la cultura de lo que significó la energía nuclear para la generación de Osamu Tezuka, concretamente los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, y particularmente la destrucción de Tokio y Osaka, su ciudad natal. Astroboy es un antecedente del género mecha (protagonizado por robots), ya que su personaje principal es un pequeño robot fabricado con forma y sentimientos de niño humano, y que tiene como “poder” energía nuclear, vista de rayos X, cohetes en sus botas y brazos, así como sus famosos 100,000 caballos de potencia; su padre es un científico que tras perder a su hijo en un accidente acepta un trato con la milicia para crear un arma (Atom), a la que los villanos intentarán capturar a lo largo de los episodios. Este anime inaugural representa los ánimos utópicos frente a la posibilidad de usar la ciencia para fines pacíficos y no para la destrucción; es un camino entre una cultura permeada por la devastación que transitaba hacia un optimismo fortalecido por el posterior auge económico japonés.
1.- Heidi, la niña de los Alpes (Arupusu no Shōjo Haiji, Isao Takahata, enero a diciembre de 1974)
El segundo anime de Isao Takahata, diseñado y animado también por Hayao Miyazaki, basado en el libro homónimo de Johanna Spyri, pertenece al género kodomo (para niños) y cuenta la historia de una niña huérfana que va a vivir con su abuelo en Los Alpes, con su amigo Pedro, Heidi se dedica a pastorear a las cabras en las montañas hasta que su tía llega para llevársela a la ciudad, donde conoce a Clara, quien no puede caminar y utiliza una silla de ruedas para moverse. Sin duda es ilustrativa del trabajo de la primera generación consolidada de creadores de anime, de la que sus principales representantes, Takahata y Miyazaki, continúan todavía en activo, haciendo guiños a “la niña de los Alpes” y sus amigos, que la cultura recuerda cuarenta años después.
3.- Mobile Suit Gundam (Kidō Senshi Gandamu, Yoshiyuki Tomino, 1979-80, basado en el manga publicado en 1979)
Los artistas visuales y audiovisuales de los setenta en Japón eran hijos de los testigos de la Segunda Guerra Mundial, estaban rodeados de una iconografía llena de armas, alimentada por otros conflictos bélicos que tenían lugar durante la época. En esos momentos no podía imaginarse que la industria transmediática a la que siempre ha pertenecido el anime llegaría a los niveles alcanzados en los tiempos actuales, sobre todo si recordamos que en la década de 1970 creadores como Yoshiyuki Tomino se encontraban fuertemente enraizados en los movimientos de izquierda, disfrazando contenidos políticos en series como Gundam, que pretendía de alguna forma construir un relato velado sobre el conflicto armado en Palestina. El robot gigante que se alza en la bahía de Odaiba en Tokio recuerda que Gundam es el referente obligado del género mecha. Esta serie fue pionera en el mundo de los robots piloteados (real robot), que ya no tenían forma humana ni eran manejados a distancia (el RX-78-2 era piloteado por un mecánico llamado Amuro Ray).
4.- Los caballeros del zodiaco (Saint Seiya, Kouzou Morishita y Kazuhito Kikuchi, 1986-89, basado en el manga de Masami Kurumada, publicado de 1986 a 1991)
Tal como Gundam, Saint Seiya es un gran universo autopoiético habitado por muchos personajes que tres décadas después siguen protagonizando un sinfín de productos. Ejemplo fructífero de análisis transtextuales gracias a los cruces culturales entre la mitología griega y el budismo (al menos), y la ecléctica iconografía resultante, Los caballeros del zodiaco es también creadora de una gráfica particular y, quiérase o no, una reinterpretación de fuentes literarias que Erwin Panofsky hubiese analizado con gusto entre sus estudios de las reapropiaciones renacentistas. Si Saint Seiya ha dado tantos resultados a los estudios en torno al “camino del héroe”, ¡cuánto podría decirse a partir de la teoría queer! Como diría Piatti-Farnell, baste con observar una vez más esas imágenes de “sangre, bíceps y ojos hermosos” que son parte del imaginario visual en prácticamente todo el mundo.
5.- Dragon Ball Z (Doragon Bōru, Daisuke Nishio, 1989-96, basado en el manga de Akira Toriyama, publicado a partir de 1984)
Dragon Ball está inspirada en una novela china del siglo XVI, Xi Jou Yi (Camino hacia el Oeste), que narra las aventuras del niño de doce años con cola de chango que marcó un antes y después en la historia del mundo audiovisual. Dragon Ball Z se concentra en la vida adulta de Son Goku, y comienza cuando llega a la tierra otro personaje con cola (Raditz), que dice ser hermano mayor de Goku y pertenecer a la legendaria raza de los saiyajins. El anime tiene una estética basada en el contraste entre paisajes y fondos detallados, y personajes con dibujo simple; conserva el estilo del manga en la confección de las escenas de peleas, efectuando un trabajo cuadro por cuadro que, en palabras de Toriyama, genera la ilusión del tiempo real incluso al pasar la página. En Japón está considerado oficialmente el tercer mejor manga de la historia.
6.- Evangelion (Shin Seiki Evangerion, Hideaki Anno, 1995-96, basado en el manga de Yoshiyuki Sadamoto, publicado de 1994 a 2013)
Si Gundam fue la serie pionera de los real robots, Neon Genesis Evangelion (para muchos el gran anime de los noventa) consolida el subgénero dos décadas después. Es importante mencionar que en ninguna de las dos series los robots (aquí llamados “Evas”) son el centro de reflexión, sobre todo en Evangelion se desarrollan cuestionamientos sobre la existencia y “lo humano”. La serie relata lo que ocurre dentro de una organización llamada NERV, que está encargada de proteger a la Tierra de los enemigos monstruosos llamados Ángeles, empleando como soldados y armas a los Evas. Una escena de la serie puede resumir la trascendencia de su argumento: en un enfrentamiento con un Ángel, el Eva 01, piloteado por Shinji Ikari, entra en modo berseker[1]; es decir, se libera de los “anclajes” que contenían su energía para poder ser manipulado y “despierta”. Lo simbólico de las imágenes en esta escena radica en que durante la liberación del Eva, éste adquiere el comportamiento de un animal grande y agresivo, pero sus brazos y otras partes de su cuerpo adquieren forma humana. Por otro lado, el piloto al interior del Eva pierde la relación con la “realidad” dando paso a una serie de episodios que podríamos llamar metafísicos, pero atendiendo al más profundo significado filosófico de la palabra.
7.- Cowboy Bebop (Kaubōi Bibappu, Shinichiro Watanabe, 1998-99, adaptado al manga de Cain Kuga, publicado en 1998)
En Cowboy Bebop, una inteligente hibridación entre western y ciencia ficción (space western) permite el desarrollo de personajes complejos con antecedentes complejos y con un presente de lo más nihilista. El argumento de este anime se basa en las actividades de Spike, Jet, Faye, Ed y Ein, quienes se dedican a cazar recompensas por capturar criminales. Si hay algo que distingue, además de lo mencionado, a esta serie, es la banda sonora: blues, bebop, jazz, que fondean las escenas de peleas y les dan un toque nostálgico y desesperanzador. Hay cuidado en la musicalización, en la fundamentación del carácter de los personajes y en el seguimiento de las líneas argumentales que trascienden a los capítulos individuales, todo en el marco de una crítica social al “sistema” y sus elementos principales: el capitalismo, los medios de comunicación y los usos de la tecnología.
8.- Fullmetal Alchemist (Hagane no Renkinjutsushi, Seiji Mizushima, 2003-04, basado en el manga de Hiromu Arakawa, publicado de 2001 a 2010)
Fullmetal Alchemist relata la vida de dos hermanos (Ed y Al), abandonados junto con su madre por su padre alquimista, ellos comienzan a estudiar alquimia también hasta que un día su madre muere y el mayor decide que la traerán de vuelta a la vida por medio de la transformación humana (alquimia prohibida). El proceso falla y en el acto Ed pierde una pierna y un brazo, y Al se pierde en un vacío del cual sólo puede rescatarse su alma y ser confinada a una armadura. Cuando Ed asimila que no puede traer a su madre de vuelta, se dedicará a la búsqueda de la piedra filosofal para intentar devolver el cuerpo a su hermano y recuperar sus extremidades. Dentro de su género (nuevamente shonen), contiene peleas, poderes, elementos transculturales, etc., pero la creadora del manga se interesa particularmente por las preocupaciones de sus personajes, sus relaciones interpersonales y los afectos.
9.- Death Note (Desu Nōto, Tetsurou Araki, 2006-07, basado en el manga de Tsugumi Ouba y Takeshi Obata, publicado de 2003 a 2006)
Death Note es la historia de Light Yagami y de un cuaderno que cae del cielo, arrojado por uno de los múltiples “dioses de la muerte” (shinigami), que tiene el poder de matar a quien esté anotado allí. El protagonista, un inteligentísimo estudiante de bachillerato, descubre el poder del cuaderno, lo prueba con éxito y cae en la cuenta de que tiene un arma asesina con la que podría “limpiar la maldad del mundo”, ya que en un inicio se propone únicamente dar muerte a criminales. ¿Matar o no matar?, es una pregunta que vuelve sobre sí misma a lo largo de los 37 episodios, pero que se ramifica en otras cuestiones: ¿hay muertes más importantes que otras?, ¿es válido matar a quien “se lo merece”?, ¿hay alguna persona cuya decisión en torno a la muerte de alguien sea legítima?, ¿por qué unas muertes son aprobadas y otras no? Death Note funciona, además, para desmontar nuestras construcciones narrativas, que finalmente son construcciones del mundo, particularmente en el diseño de los personajes y sus comportamientos: existen en todo momento contradicciones, reveses y rupturas con el paradigma de la racionalidad.
10.- Bakuman (Kasai Kenichi, Akitaya Noriaki, 2010-11, basado en el manga de Tsugumi Ouba y Takeshi Obata, publicado de 2008 a 2012)
Bakuman es la historia de Saiko y Shujin, un par de estudiantes de secundaria que tienen el sueño de convertirse en mangakas y en el camino descubren el funcionamiento de las editoriales, las revistas, el trabajo de la animación, los estilos, los gustos, los géneros, etc. A lo largo de los capítulos, con un tono algo didáctico, a través de los diálogos de los personajes se va narrando la historia de los mangas más importantes, el porqué de su éxito, aspectos del trabajo de algunos autores famosos, e incluso cierta reflexión crítica sobre los géneros. Bakuman deja claro que las manifestaciones audiovisuales están inmersas en un contexto social y en marcos culturales específicos, que sobre todo en Japón, funcionan dentro de una industria y que, como toda obra de arte, están dialogando constantemente con otras imágenes, palabras y gustos.
[1] Se llamaba así a los guerreros vikingos que combatían en estado de trance, volviéndose casi insensibles al dolor por causas que aún se debaten históricamente.
Jessica Fernanda Conejo es licenciada en Comunicación (especializada en Producción Audiovisual), maestra en Historia del Arte y doctorante en Ciencias Políticas por la UNAM. Es miembro del Seminario Universitario de Análisis Cinematográfico.
Entradas relacionadas
Paul Leduc y su cine subversivo
Por Sandra Díaz
18 de junio de 2024Historia del cine centroamericano: Guerra, décadas de 1970 y 80
Por Icónica
21 de mayo de 2024Un Steppenwolf mexicano: Preludio en 3 de Ignacio Merino Lanzilotti
Por Daniel Escoto
18 de abril de 2024Historia del cine centroamericano: Varios inicios, 1924-1969
Por Icónica
3 de octubre de 2023