Violencia contemporánea en Takeshi Kita

Violencia contemporánea en Takeshi Kitano

Por | 24 de octubre de 2016

Sección: Ensayo

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Ver los filmes de Takeshi Kitano

es como atestiguar tanto

una catástrofe como

un milagro desdoblado.

Lawrence Chua

 

Muchos autores encuentran el parteaguas que atrajo la atención hacia el Nuevo Cine Japonés en dos eventos relacionados con Takeshi Kitano. Por un lado, su debut en 1989 con Violent Cop! (Sono otoko, kyobo ni tsuki); por otro, su consagración como figura de culto internacional al ganar el León de Oro en el Festival de Venecia en 1997 con Fuegos artificiales (Hana-bi). Sea como fuere, algunos no dudan en nombrarlo el director más importante de los últimos años, por su trascendencia en el mercado internacional (es quizás el director cuyas películas se editan con más frecuencia en DVD, y de quien tenemos más estrenos incluso en México) o por ser parte integral de la cultura audiovisual en Japón.

Kitano (Tokio, 1947) es un showman televisivo, actor, autor de libros de ficción y de ciencia, pintor, realizador de videojuegos, escritor y montador de la mayoría de sus cintas, así como catedrático en la Escuela de Posgrado de Artes Visuales en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio. Junto a Kiyoshi Kurosawa es el único académico de posgrado dedicado exclusivamente a la cinematografía. Su cine ha sido probablemente el más estudiado de la época contemporánea, el más difundido y la puerta más visible para muchos públicos iniciados en el cine asiático en general. No obstante, es un autor en extremo sistemático consciente del universo temático y formal que ha creado con sus películas.

Aaron Gerow afirma que, en sus primeros trabajos, Kitano rompió con las convenciones cinematográficas y estructuras narrativas japonesas. Por su parte, Gérard Imbert dice que la década de los noventa trajo la violencia y la muerte como temas centrales en el cine contemporáneo (no únicamente el japonés), donde Takeshi Kitano, llamado “poeta de la violencia”, es uno de los nombres fundamentales. El propio director menciona: «Me parece que la vida y la muerte tienen muy poco significado en sí mismas, pero la manera en que te aproximas a la muerte puede dar un significado retrospectivo a tu vida».

Kitano es un cineasta de género. La mayoría de sus cintas pertenecen al yakuza, o mafia japonesa, donde también se encuentran autores como Daisuke Itō, Sadao Yamanaka, Mansaku Itami, Tomu Uchida, Masahiro Makino, Seijun Suzuki, Teruo Ishii, Kinji Fukasaku, Shinji Sōmai, Jūzō Itami, Takashi Ishii y Takashi Miike.

Antonio Weinrichter menciona que el género yakuza «ofrece un marco altamente codificado, casi ritualizado, para ensayar extremos ejercicios de estilo, líneas de fuga narrativas y una elíptica definición de los personajes; y es muy posible que, de tener acceso a él, el cinéfilo que ya se aburre hace tiempo con el cine de acción made in USA encontrase nuevas formas de excitación dentro del cine de género, si ése es su coto de caza preferido».

Kitano ha dicho de sí mismo que nunca fue un cinéfilo, que rara vez vio alguna película de Yasujirō Ozu y que probablemente nunca vio algo de Kenji Mizoguchi, que la referencia que tiene de Nagisa Ōshima es haber trabajado con él en Feliz Navidad, Mr. Lawrence (Senjo no Merī Kurisumasu, 1983), y que su forma de hacer cine se basa principalmente en su formación como comediante.

El director japonés debutó en televisión en 1975 en el show Rival: Big Laugh!, donde se convirtió en una estrella. Su primer programa solista fue We are Wild and Crazy Guys!, en 1980. En la década de los noventa llegó a tener 7 programas semanales, aparecía en comerciales, escribía columnas en revistas y periódicos, libros de poesía, ensayos y novelas, era votado año tras año como «la celebridad masculina más popular” en Japón. Pero su vida sufrió un vuelco en 1994 cuando un accidente en moto en Shinjuku casi le quita la vida. Desde entonces tiene paralizado parcialmente el lado derecho de la cara, lo que le provoca un tic en los ojos. En un principio, su trabajo como director de cine no fue considerado serio debido a su altísima popularidad, situación que cambió cuando triunfó en Venecia en 1997.

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Por un cine de autor de la violencia

La obra de Takeshi Kitano se puede dividir en cuatro partes: 1) exploración y experimentación con géneros y temáticas (1989 a 1997); 2) consolidación internacional (1997 a 2005); 3) autocrítica y reflexión (2005 a 2008); y 4) vuelta al cine de yakuzas a partir de 2010.

Mientras que en su primer filme se observa su particular inclinación hacia la violencia tanto temática como gráfica, su segunda película, Boiling Point (3-4x jugatsu, 1990), es un rompecabezas narrativo donde, a través del montaje, reflexiona sobre y problematiza el concepto de tiempo. Por su parte, A Scene at the Sea (Ano natsu, ichiban shizukana umi1991) puede verse como una historia de amor, algo atípico en la obra de Kitano, en la que, sin embargo, existe una posición sumamente particular sobre la muerte y la violencia haciendo uso de un tiempo dilatado que permite la contemplación más que la espectacularización.

Antes de realizar Getting Any? (Minnā-yatteruka!, 1995), una especie de broma sobre la comedia japonesa, Kitano hizo la que probablemente sea su película más importante en esta primera etapa. Sonatina (Sonachine, 1993) es el primer ejemplo de un Kitano que lleva el género yakuza a una nueva dimensión usando recursos como falta de transiciones entre una acción y otra, montaje como forma violenta, raccords de aprehensión retardada, falsos contracampos, descomposición del flujo narrativo en diversos grados de acción, un alto grado de efectismo, gags para construir lo violento, caracterización de su personaje (él es protagonista de todas sus cintas bajo el nombre de Beat Takeshi), así como posicionar a la muerte siempre fuera de campo.

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De su segunda etapa, Fuegos artificiales es su película más sólida: muchos de los recursos que habían comenzado a aparecer como parte de su estilo, ahora son usados con un rigor, una sistematicidad y una conciencia únicas. Fuegos artificiales es un gran ejercicio de montaje por la forma en que expone la temporalidad narrativa de los eventos, haciendo uso de cortes, elipsis y duraciones poco antes vistas. Para Kitano la violencia cinematográfica es un fenómeno temporal.

En esta cinta, el pasado y el presente se confunden a través de la distensión, la interrupción y la fragmentación, un recurso similar al de El capo (Brother, 2000), cinta que filmó en Estados Unidos y que alimentó tanto el culto a su figura como su internacionalización.

Muñecas (Dōruzu2002), tan elogiada como atacada por su “exceso de estilo y esteticismo”, es una producción bisagra donde Kitano juguetea formalmente con lo “tradicional” (las cuatro estaciones ultracoloridas, el teatro de marionetas bunraku, los amantes suicidas), al tiempo que ejecuta las estructuras que tardó una década en convertir en marcas de estilo. Posteriormente, filmó su primera cinta de samuráis, Zatōichi (2003), donde narra historias de violencia minimalista (la pelea más esperada dura escasos segundos) mientras dialoga con la música concreta de Keiichi Suzuki contrapunteada con rítmicos elementos de puesta en escena y secuencias de baile.

Takeshi’s (2005), Gloria al cineasta (Kantoku Banzai!, 2007), y Aquiles y la tortuga (Akiresu to kame, 2008), que inauguran su tercera etapa, revelan una especie de duelo consigo mismo, donde se confunden el Kitano director con el Beat Takeshi actor. La ficción y la realidad son uno mismo. Igualmente, se permite reflexionar sobre toda clase de géneros audiovisuales japoneses o satirizar la historia del arte centroeuropea

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Finalmente, en Outrage y Outrage Beyond (Autoreiji 1 y 2, 2010 y 2012) vuelve al crimen organizado y la extrema violencia. Outrage delata a un cineasta que ha depurado los efectos especiales para mostrar lo violento. En la última escena del filme uno de los personajes es apuñalado dentro de la cárcel en un extreme long shot donde apenas se distingue su figura. Esta supuesta muerte (la secuela muestra que sobrevivió al ataque) es otra forma de morir fuera de campo, y otra forma de conciencia del director respecto a sus formas.

Kitano ha dicho que su cine es más un cine de imágenes que uno de ideas, y la última imagen de Outrage Beyond lo demuestra. Beat Takeshi aparece a la mitad de la cinta cansado y taciturno pero con los brotes chocantes de energía necesarios para provocar unas cuantas muertes. El protagonista no muere fuera de campo, esta vez es él quien mata a alguien dentro del espacio visible, y la escena del asesinato se interrumpe violentamente con un corte que lleva a los créditos finales. Un momento donde, probablemente, se proyecta una nueva transición dentro de su sorprendente y estimulante filmografía.


Jessica Fernanda Conejo es licenciada en Comunicación (especializada en Producción Audiovisual), maestra en Historia del Arte y doctorante en Ciencias Políticas por la UNAM.  Es miembro del Seminario Universitario de Análisis Cinematográfico.