10 filmes fundamentales de John Ford
Por Icónica | 30 de septiembre de 2016
Sección: Historia(s)
Género: Western
Directores: John Ford
Temas: John FordPelículas de John FordPelículas estadounidenses
John Ford es un cineasta canónico. Su trayectoria, que comenzó con una amplia producción de películas mudas, ha sido reconocida como una de las bases que dieron origen al western. Pero su genio no puede limitarse a ese argumento. A través de un estilo personalísimo, que a menudo extendía los límites estéticos de la disciplina, sus películas retratan personajes complejos que reflejan los malestares de la sociedad. Es uno de los nombres más emblemáticos del cine estadounidense.
El caballo de hierro (The Iron Horse, 1924)
Aunque la etapa muda de John Ford ha sido poco valorada por la crítica, en ese periodo al menos existen un par de películas que vale la pena nombrar. El caballo de hierro narra la construcción de las primeras vías de tren que atravesaban Estados Unidos de este a oeste. En esta historia, el hombre se enfrenta a la naturaleza y lo desconocido –incluyendo a los nativos americanos– en nombre del progreso. John Ford explora las ambiciones y la traición humanas utilizando recursos narrativos que sentaron un precedente importante para el desarrollo del western.
La diligencia (Stagecoach, 1939)
Estelarizada por John Wayne (uno de los actores preferidos de Ford), la historia muestra la vida de un bandido, un vendedor, un banquero y una prostituta que al emprender un viaje exponen sus respectivas personalidades. En esta aventura, el grupo es acechado por la presencia de grupos nativos que amenazan su camino. Con esta película, el director estableció algunas de las fórmulas más replicadas en la revitalización del western.
Las viñas de la ira (The Grapes of Wrath, 1940)
Esta adaptación de la novela homónima de John Steinbeck protagonizada por Henry Fonda en el papel de Tom Hoad, retrata la vida de un hombre que vuelve a su hogar después de haber cumplido su condena en prisión. La crisis económica los obliga a él y a su familia a emprender un viaje tortuoso hasta California en búsqueda de empleo. Su decisión los enfrenta a una serie de adversidades que se convierten en un crudo testimonio de las consecuencias de la Gran Depresión. Una de las películas más críticas contra la idea de sociedad que Estados Unidos difundía en los medios de comunicación. La familia como célula de descomposición en un territorio sin esperanzas económicas.
Qué verde era mi valle (How Green Was My Valley, 1941)
Ganadora de cinco Óscares, entre ellos el premio a mejor película, Qué verde era mi valle está basada en la novela de Richard Llewellyn. La cinta narra la historia de una familia minera asentada en Gales que debe enfrentar adversidades económicas. A través de una fotografía impecable (a cargo de Arthur C. Miller) y una estructura narrativa sólida, que se despliega sin tropiezos, Ford dio a conocer uno de los manifiestos económicos más críticos contra el capitalismo, eludiendo los discursos panfletarios.
La pasión de los fuertes (My Darling Clementine, 1947)
Wyatt Earp (Henry Fonda) acepta ser comisario en Tombstone después de que uno de sus hermanos es asesinado. A partir de entonces, él, sus hermanos y su amigo Doc Hollyday (Victor Mature) se convierten en defensores de la justicia. En este filme, el cineasta recurre al western para detenerse a observar la maldad humana y la sed de venganza. Como sucede con el resto de su filmografía, en La pasión de los fuertes Ford ofrece un crudo retrato de la sociedad utilizando personajes perturbados que a pesar de sus esfuerzos encuentran un destino trágico.
Río Grande (Rio Grande, 1950)
Río Grande sigue la historia de un coronel (John Wayne) que se enfrenta a los nativos americanos cerca de la frontera entre México y Estados Unidos. Cuando su hijo se une al regimiento, la misión se convierte en un ajuste de cuentas familiares. La mancuerna Ford-Wayne dio como resultado una serie de filmes que retratan los claroscuros humanos sin recurrir a falsos sentimentalismos. Este es uno de los ejercicios más emblemáticos al respecto.
El hombre tranquilo (The Quiet Man, 1952)
En este filme, John Ford recupera su ascendencia irlandesa, uno de los temas que marcaron su manera de ver el mundo. John Wayne interpreta a Sean Thornton, un boxeador que regresa a Irlanda después de haber matado accidentalmente a un hombre en el ring. Mientras intenta huir de su pasado violento para iniciar una vida tranquila, el protagonista debe hacerse cargo de sus inquietantes recuerdos. Uno de los filmes más introspectivos de John Ford que sustenta su éxito en la calidad de las actuaciones y un guión delicadamente confeccionado.
Más corazón que odio (The Searchers,1956)
La colaboración entre John Wayne y John Ford alcanzó su punto estético más alto en esta película, donde el protagonista se sumerge en un territorio tenebroso para convertirse en un antihéroe. La historia es conocida: Ethan Edwards busca a su sobrina que ha sido secuestrada por nativos americanos. Sin embargo, mientras el relato avanza, su búsqueda se transforma en locura. Retomando personajes y escenarios propios del western clásico, Ford ofrece una sorpresiva vuelta de tuerca para entregar un clásico del género.
Un tiro en la noche (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962)
Liberty Valance (Lee Marvin) es un villano que se enfrenta a Ranson Stoddard (James Stewart), un abogado nuevo en el pueblo. Sin embargo, un suceso inesperado exige que Tom Doniphon (John Wayne) acuda al rescate para resolver la situación. A través de una estructura narrativa sorprendente, Un tiro en la noche dibuja una espiral de sucesos inesperados. El western como un género para explorar conceptos como justicia y ley en un contexto donde la humanidad cobraba venganza por su propia mano. Una de las mejores películas de Ford.
Siete mujeres (7 Women, 1966)
La última ficción realizada por John Ford tiene como protagonista un punto de vista femenino. Anne Bancroft interpreta a una mujer de ideas radicales que se opone a los roles tradicionales de género. Cuando llega a China para ayudar los misioneros norteamericanos en 1935, se enfrenta a una serie de personajes conservadores. Una cinta poco convencional en la trayectoria de John Ford que, sin embargo, sintetiza los intereses del cineasta: una estructura narrativa clásica que se desarrolla con precisión, excelente fotografía y actuaciones sólidas.
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