Alfred Hitchcock y la construcción auto

Alfred Hitchcock y la construcción autoral

Por | 30 de septiembre de 2016

La obra de Alfred Hitchcock es un claro reflejo de los avances cinematográficos del siglo XX. Desde su debut como director en 1922 hasta su última producción en 1976, Hitchcock (Londres, 1899-Los Ángeles, 1980) recorrió la era silente del cine, la sonora, la pantalla en blanco y negro, y la proyección a color; de los ajustados presupuestos durante sus primeros años en Inglaterra al holgado financiamiento de su último periodo en Hollywood. El director amplió el repertorio técnico y temático de las imágenes en movimiento. Además de innovar con métodos de edición y experimentar con tecnologías como el VistaVision y el 3D, Hitchcock produjo nuevos encuadres que ayudaron a subvertir las restricciones impuestas por la censura.

Hoy por hoy, su prestigio artístico es monumental. Para muchos cineastas como François Truffaut, Éric Rohmer, Claude Chabrol, Brian De Palma o Gus Van Sant, Hitchcock es “El Maestro”. Su obra ha sido analizada por la crítica y el público, y también homenajeada desde el cine. Su filmografía es una referencia no sólo de las imágenes en movimiento en particular sino del arte moderno en general; un paradójico universo estético que ha sido estudiado desde diferentes corrientes del pensamiento occidental.

Desde la tradición cartesiana/kantiana/lacaniana, elaborada hoy por Slavoj Žižek, Hitchcock es un cineasta cuyas películas ofrecen las interpretaciones más estimulantes. Desde la tradición spinozista/bergsoniana/nietzscheana, desarrollada por Gilles Deleuze, Hitchcock despliega una serie de relaciones mentales sobre la inmanencia del pensamiento y la pulsión de nuestros rizomáticos deseos.

Pero antes de los cincuenta, el director no era considerado por la crítica como un artista. Su éxito comercial lo situaba solamente como un talento para entretener a las masas. No obstante, a finales de esa década, desde la revista francesa Cahiers du cinéma, comenzó una intensa campaña para promover al Maestro como un importante autor de la cultura audiovisual. Para Rohmer, Chabrol y Truffaut la habilidad del británico se encontraba en mostrar «una visión del mundo tan compleja como homogénea capaz de controlar a la audiencia a merced de sus intenciones».

Mientras que para los críticos europeos en el cine de Hitchcock tenían lugar las preocupaciones y sueños más obsesivos de un artista, para la prensa norteamericana solamente se hallaba la obra de un exitoso realizador popular, que, en el mejor de los casos, dominaba el género del suspenso. Truffaut realizó un libro de conversaciones con Hitchcock para resaltar su reputación entre los críticos de Nueva York. En una carta fechada al 2 de junio de 1962, el francés le dijo lo siguiente:

Durante mis intercambios con la prensa internacional, y en particular con la de Nueva York, he notado que, muy a menudo, hay un acercamiento bastante superficial a sus logros. Por otra parte, si bien la propaganda que hemos iniciado en Cahiers du cinéma ha sido efectiva en Francia, ésta no ha tenido mayor peso en Norteamérica […] Además, ahora que me desempeño como director [de cine], mi admiración hacia su trabajo no ha hecho más que incrementarse […] Por lo tanto, quisiera preguntarle si acaso me concede una entrevista para ser grabada [en Los Ángeles].

En Estados Unidos, el libro de Truffaut El cine según Hitchcock apareció en los sesenta, década en la que muchos críticos locales comenzaron a convertirse en amantes de su cine. Uno de los primeros en celebrarlo fue Andrew Sarris, que precisamente introdujo en Estados Unidos las ideas de Truffaut. Para él, Hitchcock combinaba la frescura hollywoodense con la estatura artística-autoral de sus pares europeos, un cine que mezcla acción y reflexión con formas de narración paramétricas, historias enfocadas en un personaje estrella con estructuras psicológicas descentradas.

También por esos años, el Museo de Arte Moderno (MoMA) institucionalizó esta creciente admiración hacia el cineasta con una extensa retrospectiva. Antes de que Los pájaros (The Birds, 1963) se estrenara en Manhattan, The New York Times anunció: «el MoMA celebra a Hitchcock con la más ambiciosa retrospectiva que hasta ahora se conociera del artista».

De ser considerado un entertainer a ser valorado como un distinguido cineasta, Hitchcock configuró una obra que ofrece múltiples interpretaciones. Bajo su nombre hoy todavía caben algunas etiquetas como la de artista, oscuro filósofo, neurótico comerciante o irónico humorista. El Maestro sigue presente en la cultura como uno de los nombres fundamentales de la geografía audiovisual.


Cristóbal Escobar es miembro editorial del Yearbook of Moving Image Studies (YoMIS, Alemania). Colabora con en la revista de cine laFuga (Santiago de Chile) y escribe sobre teoría de cine para distintos medios.