8 papeles fundamentales de Tilda Swinton
Por Carlos Rodríguez | 21 de septiembre de 2016
Sección: Historia(s)
Temas: Actores de cinePelículas de Tilda SwintonTilda Swinton
Tilda Swinton es una rara avis en el cine contemporáneo. Su compromiso actoral está probado. Ha trabajado con creadores como Derek Jarman, Sally Potter y Jim Jarmusch, cuyo prestigio ha sido suficiente para actuar a las órdenes de directores con mayor visibilidad como Danny Boyle y Wes Anderson. El físico glacial de Swinton acentúa su capacidad actoral, ligada a la contención. Aquí algunas de sus encarnaciones más notables.
Eduardo II (Edward II, Derek Jarman, 1991)
Derek Jarman, quien colaboró con Tilda Swinton (Londres, 1960) en más de diez películas, dirigió la adaptación posmoderna de la obra homónima de Christopher Marlowe. En el filme la británica interpreta a la princesa Isabel, la esposa diplomática de Eduardo II. El voraz deseo sexual de Isabel, que Swinton acentúa al contrastarlo con su aspecto glacial, se frustra cada vez que su esposo la desprecia, prefiriendo a Piers Gaveston, su amante favorito. Durante el filme las manos de la actriz, que ganó la Copa Volpi en el Festival de Venecia por su actuación, tienen un protagonismo absoluto. Por ejemplo, en una de las primeras secuencias sostiene un bolso Hermès, que reafirma su poder y utiliza para favorecer a su amante y lograr que abdique el rey inglés.
Orlando (Sally Potter, 1992)
Ésta es la película que mejor ha aprovechado el aspecto físico andrógino y misterioso de Swinton. Orlando, que cuenta la historia de un hombre que luego de un sueño que dura siete días y despierta como una mujer, adapta la novela de Virginia Woolf. Al tratarse de una reflexión sobre la identidad, Sally Potter hace énfasis todo el tiempo en los ojos de la intérprete. El vestuario isabelino que se utiliza es un primer acercamiento para encarnar a los géneros masculino y femenino, sin embargo conforme la mutación de Orlando se concreta, el color de los ojos de Swinton cambia, dejando entrever un cambio de matiz que no es radical. Se trata de una interpretación en la que el cuerpo funciona como un disfraz que encubre la verdadera naturaleza.
Flores rotas (Broken Flowers, Jim Jarmusch, 2005)
La comedia dramática de Jim Jarmusch es uno de los roles de mayor interés en la carrera de Swinton. Es una de las primeras ocasiones en las que la actriz se convierte físicamente en otra mujer. Con un tono de cabello más oscuro y los ojos delineados, que resaltan su color verde, la intérprete ofrece una actuación contenida, característica de su enorme capacidad histriónica, aunque también más visceral, capaz de enfrentar a Don, un antiguo amante, que encarna Bill Murray, al que ella alejó. En la escena que comparte con el actor es importante su postura, vigorosa y decidida, y un mechón de cabello que le tapa un ojo, expresando en pocos segundos una fuerza inusitada en la actriz, considerando su fragilidad.
Yo soy el amor (Io sono l’amore, Luca Guadagnino, 2009)
Como es habitual, los mejores roles femeninos los escriben los creadores europeos. Yo soy el amor es la tercera de las cuatro colaboraciones de Swinton con el italiano Luca Guadagnino. Se trata de un filme sobre una mujer casada con un poderoso industrial que deja Rusia para afincarse en Milán, sede de los negocios de la familia. Con un grado aceptable de satisfacción, Emma (Swinton) conoce a un joven que la hace reconsiderar su vida como madre y esposa. El filme no sólo es un despliegue del vestuario de la alta burguesía, sino el de una mujer secretamente pasional. Swinton echa mano de una serie de recursos físicos que dotan a su personaje de un realismo aterrador, responsable del prestigio de una familia: la postura tensa, la mirada baja e incluso un acento italiano combinado con ruso funcionan como un cascarón que se rompe cuando conoce a Antonio (Edoardo Gabbriellini), un chef del que se enamora.
Tenemos que hablar de Kevin (We Need to Talk About Kevin, Lynne Ramsay, 2011)
Cuatro años después de haber ganador el Oscar por Michael Clayton (Tony Gilroy, 2007), Swinton estrenó la película que más fama le ha dado. En Tenemos que hablar de Kevin la actriz acentúa su extrañeza física, metiéndose en la piel de una madre estadounidense. La postura encorvada, los ojos saltones, el cabello oscuro y muy corto y la extrema palidez definen a una mujer atormentada, culposa e inquietante. Las secuencia en la que Swinton sumerge la cara en el agua y sus enormes ojos miran de frente a la cámara es una de las imágenes más contenidas y perturbadoras de la británica.
Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive, Jim Jarmusch, 2013)
¿Cómo interpretar a un vampiro contemporáneo? La breve y memorable aparición de Swinton en Flores rotas dio pie a Sólo los amantes sobreviven, un filme sobre una pareja de vampiros cuyo amor milenario es puesto a prueba. El filme es una visión del desencanto por la humanidad. Swinton interpreta a Eva, una vampira que, a pesar de su larga vida, se mantiene optimista, en oposición a Adán (Tom Hiddleston), su nihilista amante. La actriz es iluminada con un cariz de creatividad y esperanza, su rostro, juguetón y extático, es el de una intelectual que ha aprendido a vivir su inmortalidad. «¿Cómo puedes haber vivido tanto tiempo y todavía no aprender a hacerlo?», dice Swinton en el filme, cuya imagen es la de una sobreviviente de muchas épocas pasadas.
El gran hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel, Wes Anderson, 2014)
La versatilidad de Swinton también incluye caracterizaciones memorables. La mayoría de las intérpretes de Hollywood no podrían abordar un personaje como el de Madame D., una mujer de 84 años que hereda a su amante, el conserje de un célebre hotel, una codiciada obra de arte, sin caricaturizarlo. El trabajo de la intérprete da muestra de su capacidad de transmitir a través de la creación de un físico que la aleja de sí misma. Sin embargo, no se trata sólo del efecto del maquillaje y el vestuario, sino de una tremenda sobriedad, que con un gran cuidado bordea la farsa, que ancla a la película a un tono cómico y delirante. Como es habitual en Anderson, la paleta de colores (amarillo y rojo) dotan de gran expresividad a sus personajes.
Fireworks (Archives) (Apichatpong Weerasethakul, 2014)
En 2012 Swinton y Apichatpong Weerasethakul curaron el festival Film on the Rocks de Ko Yao Noi, en Tailandia, en el que participaron artistas, actores, diseñadores y periodistas. Ese mismo año la prensa especializada especuló que el director de La leyenda del tío Boonmee (Lung Boonmee raluek chat, 2010) preparaba una película en la que intervendría la actriz británica. Un video que se expuso en la muestra Fireworks, en la galería Kurimanzutto, mostraba el rostro de Swinton, pálido y sin maquillaje, con los ojos cerrados, al que se superponían imágenes, dando la impresión de lo que estaría soñando. Swinton es una actriz adecuada para el realizador: de aspecto onírico, incluso fantasmal, un tópico habitual en su producción artística.
Carlos Rodríguez es reportero cultural. Colabora en La Tempestad y Picnic.
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