Oz: Un mundo maravilloso

Oz: Un mundo maravilloso

Por | 14 de marzo de 2018

Para muchos cinéfilos la historia de Dorothy Gale de Kansas empieza y concluye con la película dirigida por Victor Fleming en 1939. Las interpretaciones de Judy Garland (Dorothy) y Margaret Hamilton (la Bruja Mala del Oeste) así como las canciones, particularmente «Over the Rainbow», se han convertido en íconos culturales que han marcado a generación tras generación y que en muchas ocasiones hasta han opacado a los libros de L. Frank Baum.

Baum, el literato estadounidense que creó el universo de Oz a principios del siglo XX inspirado por la Exposición Universal de Chicago (1893), escribió 14 libros sobre Oz y no en todos aparecen Dorothy, Toto y sus tres cómplices (el Hombre de Hojalata, el Espantapájaros y el León Cobarde).

El universo de Oz es tan vasto que varios dramaturgos (Andrew Lloyd Weber y su Mago de Oz, [2011]), escritores (Gregory Maguire y la trilogía de Wicked [1995-2008]) y directores de cine (Sidney Lumet con El mago [The Wiz, 1978]) han intentado crear sus propias versiones de esta tierra mágica. Pero, a la fecha, sólo un director ha tenido el valor de escribir y dirigir una película no animada que pretendía ser la secuela de aquella protagonizada por Garland.

A principios de la década de 1980, Walter Murch, sonidista y editor que inició su carrera en la década de los 1960 y llegó a trabajar con directores hoy legendarios como George Lucas en Locura de verano (American Graffiti, 1973) y Francis Ford Coppola en El Padrino 2 (The Godfather: Part II1974), le propuso a los estudios Disney realizar la segunda parte de El Mago de Oz. La propuesta le pareció viable a los estudios y de inmediato le dieron luz verde para empezar a trabajar en el proyecto.

Murch (Nueva York, 1943) eligió basar su película en los libros Ozma de Oz (1907), La Ciudad Esmeralda de Oz (1910) y Tik-Tok de Oz (1914). En ellos Dorothy ha regresado a Kansas tras su primer viaje a la tierra de los munchkins, pero pronto se percata de que algo malo ha sucedido en la Ciudad Esmeralda y busca la forma de volver para ayudar a sus amigos.

Murch, sin embargo, no decidió continuar con la tradición y hacer un musical; tampoco contrató a una adolescente de 15 años para interpretar a una niña de 9. Lo que hizo fue dar vida a una de las películas infantiles más incomprendidas de todos los tiempos.

Oz: Un mundo maravilloso fue publicitada como una película para niños y muchos padres sacaron a sus hijos de las salas de cine cuando vieron que en realidad estaban viendo una cinta que coqueteaba con el terror. Los críticos la destrozaron porque estaban esperando una secuela a El Mago de Oz de 1939 y querían ver algo completamente diferente, incluso, los tráilers la publicitaban de manera engañosa, restándole el ambiente gótico y dejando de lado la maldad del Rey Nome y sus ejércitos de hombres en ruedas.

Oz: Un mundo maravilloso (Return to Oz, 1985) costó aproximadamente 28 millones de dólares y fue un dolor de cabeza para Disney ya que durante su etapa de producción los directivos del estudio cambiaron dos veces. Murch incluso fue despedido y recontratado durante la filmación. El total recaudado por Oz: Un mundo maravilloso en taquilla fue de alrededor de 11 millones de dólares, lo que tampoco contribuyó a que la película fuera tan publicitada como otras cintas de fantasía realizadas en los 1980 cuando fueron relanzadas en VHS y más tarde en los 1990 en DVD. Pero, ¿qué sucede en esta película que puede ser tan grave? Recordemos que en los 1980, cuando Oz: Un mundo maravilloso se estrenó, el cine de fantasía realizado por directores de peso estaba pasando por un boom. Gremlins (Joe Dante, 1984), La historia sin fin (The Neverending Story, Wolfgang Petersen, 1984), Los goonies (Goonies, Richard Donner, 1985) , Laberinto (Labytinth, Jim Henson, 1986), Willow (Ron Howard, 1988) y Beetlejuice: El superfantasma (Beetlejuice, Tim Burton, 1988), entre otras, son producto de esta década. La diferencia entre todas ella y Oz: Un mundo maravilloso es que esta última no nos presenta una coming-of-age story agridulce, sino que nos muestra la crueldad con la cual los adultos en ocasiones destrozan los sueños de los niños. Lo que la vuelve incluso más aterradora es el hecho de que tras la película los menores se cuestionan si en verdad los adultos siempre ven por sus mejores intereses.

Cuando Dorothy (interpretada por Fairuza Balk) comienza a tener pesadillas y a manifestar su temor por lo posiblemente sucedido en Oz, la tía Em, quien es como su madre, empieza a buscar ayuda pues cree que su sobrina tiene algún tipo de trastorno mental. La tía Em encuentra a un médico local que está experimentando con terapia de electroshocks y tras entrevistarse con él decide internar a Dorothy para que se olvide de una vez por todas de Oz.

Cuando es el turno de Dorothy para recibir electroshocks es de noche y hay una tormenta. Una enfermera la amarra y justo cuando el doctor está a punto de encender la máquina, la luz se va y los lamentos de todos los pacientes que han pasado por la terapia y que ahora viven en el sótano del psiquiátrico nos alertan que algo muy grave está a punto de suceder.

Dorothy logra escapar y se arroja a un río para que el médico y la enfermera no la alcancen. Cuando despierta se encuentra en Oz… y no está sola: su compañera en esta ocasión en una gallina llamada Billina.

La tierra de Oz que nos presenta Murch está destruida. Sus antiguos habitantes, incluso el León Cobarde, se convirtieron en piedra y para rescatarlos Dorothy tiene que sumar fuerzas con Tik-Tok, un robot, Jack Pumpkinhead, una calabaza de Halloween parlanchina, y Gump, un reno con cuerpo de sillón.

La antagonista de Dorothy ya no es la Bruja Mala del Oeste sino Mombi, una especie de hechicera que colecciona cabezas a las cuales mantiene con vida para poderlas usar según su estado de ánimo. Mombi, desde luego, le echa el ojo a la cabeza de Dorothy y la encierra para en unos años poder decapitarla.

Hablar más de la trama sería arruinar toda la cinta para aquellos que no la han visto. Lo cierto es que si niños y adultos pudieron soportar la traumática muerte de Artax, el caballo de Atreyu, en La historia sin fin o la persecución de E.T. en la cinta homónima, ver a un Oz destruido por un hombre de piedra no debería ser tan aterrador.

Oz: Un mundo maravilloso hace tres cosas muy bien y simplemente por ello vale la pena verla. La primera es rescatar el universo de Baum y darnos una visión de Oz mucho más cercana a la de él, es decir, una versión menos azucarada y un poco más politizada. La segunda es elegir a una actriz de 9 años para representar a una niña de esa edad, lo que le da otra dimensión a la película –además, cabe destacar que la actuación de Fairuza es impecable. La tercera son los efectos especiales: Oz: Un mundo maravilloso es de las primeras cintas en utilizar claymation y los efectos para animar a Tik-Tok, Jack Pumpkinhead y Gump fueron muy avanzados para su época, e incluyeron el uso de marionetas y actores simultáneamente.

Oz: Un mundo maravilloso no se tienta el corazón y nos muestra un mundo en el cual los niños, especialmente los huérfanos, como Dorothy, deben luchar por lo que creen, huir de los adultos que les hacen daño y encontrar formas de lidiar con sus problemas. Estos son niños con tesón que nos recuerdan que los adultos a veces se equivocan y que no siempre son quienes nos guían o cuidan. Estas son temáticas recurrentes en la literatura infantil, basta con recordar a Hansel y Gretel, a quienes los padres traicionan abandonándolos en el bosque.

Si Oz: Un mundo maravilloso no funcionó comercialmente hace más de 30 años es porque los padres que acompañaban a los niños fueron quienes se aterrorizaron y decidieron que la cinta era demasiado compleja y macabra –además de que estaba compitiendo directamente con La historia sin fin y Laberinto. Pero la generación de niños que la vio en el cine, aquella que ahora justo con los millennials devora con nostalgia Stranger Things (Matt y Ross Duffer, 2016 a la fecha) en Netflix, la ha catalogado como película de culto.

Murch, por su parte, aunque nunca volvió a dirigir, siguió trabajando en Hollywood como sonidista y editor –a final de cuentas a él le debemos la espectacular edición y la mezcla de sonido de Apocalipsis ahora (Apocalypse Now, Francis Ford Coppola, 1979). En 1997 ganó el Óscar por la edición y el sonido de El paciente inglés (The English Patient, Anthony Minghella, 1996) y en 2004 por la edición de Regreso a Cold Mountain (Cold Mountain, Anthony Minghella, 2003).


Gabriela Muñoz es escritora, editora y crítica de cine. Ha colaborado en diversos medios nacionales e internacionales como Cine PREMIEREConfabularioThe Sydney Morning Herald y The Review Review@_gabmunoz