Misterios de Lisboa

Misterios de Lisboa

Por | 1 de junio de 2012

«Tenía quince años y aún no sabía yo quien era». Éstas son las primeras palabras de Pedro da Silva, el protagonista de Misterios de Lisboa. Pensemos que decir esta frase en el contexto decimonónico del filme es de suma urgencia, pues en aquellos tiempos tener quince años era casi haber llegado a la mitad de la vida. Por lo tanto, la urgencia del personaje por encontrar su origen es imperiosa. Aunque decir que Pedro lleva el rol protagónico es injusto, pues el filme es un laberinto en el cual cada personaje con el que cruza tiene una historia propia por contar. Y dentro de esos relatos existen otros, y dentro de esos, otros más. Dirigida por el chileno exiliado en Francia, Raúl Ruiz, originalmente Misterios de Lisboa (Mistérios de Lisboa, 2010) fue pensada para la televisión europea, durando de forma íntegra seis horas de transmisión. La versión cinematográfica, de poco más de cuatro horas de duración, fue la que se presentó en festivales como Toronto y San Sebastián, además de la 53ª Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

Misterios de Lisboa parte de una novela del portugués Camilo Castelo Branco, un fresco literario en el cual la burguesía europea decimonónica es diseccionada con un filoso sentido del humor. Abundan en éste los relatos de penas de amor, las coincidencias de trágicas consecuencias, violentas pasiones y viajes de aquí para allá por escenarios de Francia, Portugal, Italia y hasta Brasil. Los protagonistas del filme viven asfixiados por las convenciones que la sociedad de la época les exige cumplir, son siempre acechados, observados y escuchados por sus fieles sirvientes, quienes están ahí, detrás de puertas, cortinas y ventanas, burlándose calladamente de su valle de lágrimas. El protagonista posee un pequeño teatro de marionetas que refleja parte de la intención de la cinta: todos los personajes son como títeres de un destino marcado por su necesidad imperiosa de mantener su estatus y sus caretas ante los demás.

Misterios de Lisboa es también un filme-río inundado por amores dolorosos, venganzas terribles y esperanzas magulladas, con el cual Raúl Ruiz (Puerto Montt, 1941 – París, 2011) se sumergió en el mundo de Castelo Branco a través de elegantes planos secuencia que permiten disfrutar al máximo una puesta en escena inspirada en la pintura europea del siglo XIX. En el filme, que recupera el placer de las palabras, algo casi anacrónico en una era en la cual todo se reduce a 140 caracteres, así como la elegancia de sus planos secuencia inspirados en la estética pictórica de principios del XIX en Europa, Ruiz juega también con la participación del espectador en este rosario de intrigas (de ahí proviene el título: los “misterios” son los episodios dolorosos por los cuales los protagonistas atraviesan) de forma tal que siempre existe una triangulación visual entre los personajes centrales, sus sirvientes y el que observa desde su butaca.

Los personajes de la película son víctimas de la violencia social de su tiempo, como los célebres duelos en los cuales se suponía vengada una ofensa. Ruiz no es un romántico, sino un irónico voyeur ubicado en una Europa sostenida por secretos y mentiras, en la cual un asesino termina volviéndose un noble, un pecador encuentra la redención a sus culpas en la fe religiosa y la Iglesia ejercía un poder absoluto. A veces la cámara se oculta detrás de una cortina, invitando a invadir los placeres culposos de los protagonistas. Raúl Ruiz consigue crear un reflejo de esa época lejana en nuestros días, pues seguimos amando rabiosamente, ambicionando y hasta matando por lo que nuestras pasiones nos dictan.

Admirador de Kafka, Stevenson, Calderón de la Barca y Proust, Raúl Ruiz fue siempre un propositivo teórico y entusiasta del cine pensado como arte lúdico ajeno a su naturaleza industrial o comercial. Misterios de Lisboa es un monumental laberinto fílmico que se convirtió por azares del destino en su testamento artístico.

 

Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 1, verano 2012, p. 54) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.


José Antonio Valdés Peña es jefe de la Redacción del área de Publicaciones y Medios y vocero del área de Programación de la Cineteca Nacional. Conduce la sección “Miradas al cine” del noticiero matutino de Canal Once e imparte clases en el Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación.