Made in Bangkok

Made in Bangkok

Por | 14 de septiembre de 2017

Sección: Crítica

Directores:

Temas:

Ahí estaba ella. Cantando una ópera en alemán antiguo dentro de alguna cantina del centro de la ciudad de México. Él quedó fascinado con el espectáculo. Al poco rato, conoció a la chica, quien le contó que se había inscrito en un concurso de belleza en Tailandia con el objetivo de coronarse como Miss International Queen para ganar los 10,000 dólares del premio y con ellos pagar su cirugía de reasignación de sexo. Esa anécdota sería la génesis de Made in Bangkok, opera prima del realizador argentino Flavio Florencio, la cual sigue los pasos de la mexicana Morganna Love, cantante transexual de ópera, en su búsqueda para cristalizar su identidad.

Con el nombre de Saúl Martínez Bautista, estudió siete años en el Conservatorio Nacional de Música, haciéndose de reconocimiento y honores de profesores y colegas que destacaban su lúcida voz. Desde 2008, Morganna estuvo en tratamiento de hormonas mientras cantaba en los tugurios de la capital mexicana. En uno de ellos la descubrió Florencio (Buenos Aires, 1979) y en 2012 la acompañó a Bangkok, Tailandia, para documentar su participación en el que se considera el más importante concurso de belleza transgénero en el mundo. La cámara del porteño siguió a Morganna en su primer viaje fuera de México y filmó su participación en el certamen. Las risas, los nervios, la preocupación, la dificultad para entender a los habitantes de un desconocido país y el constante brillo del rostro de la cantante, producido por el calor del sureste asiático, se combinan con una pintoresca atmósfera que emerge del candor de las diversas participantes extranjeras que convergen en Tailandia con el objetivo de ser coronadas reinas. Aquí se plasma la picardía de las representantes de Venezuela y la isla de Guam o las ininteligibles palabras en inglés de las concursantes de Rusia y Turquía.

Todo esto se combina con algunas imágenes de los grandes edificios, las habitaciones de hotel, los puentes vehiculares y las tumultuosas y acaloradas calles de la capital tailandesa en donde convergen «belleza, tradición y raza», como dice una de las participantes del concurso. Sin embargo, Florencio siempre centra el relato en Morganna y su curiosa capacidad para ir asimilando la realidad que está viviendo, y más cuando, gracias a la intervención del propio director, su estadía en Asia da un importante giro de tuerca. Este viraje cambió la vida de la cantante, y de hecho hoy en día (el documental se filmó en 2012 y se exhibió en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara y el XXXV Foro Internacional de la Cineteca en 2015) su trayectoria ha adquirido una notoriedad que la ha llevado a presentarse en recintos como el Palacio de Bellas Artes y el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

No obstante, como sugieren las últimas escenas del largometraje, el ahora reconocimiento de su talento se combina con su vida cotidiana en la ciudad de México y el activismo producto de la imagen que ha proyectado frente a diversas instituciones que minimizan la difícil situación para la comunidad transexual en México. Para el año de exhibición de Made in Bangkok (2015) en Guadalajara y el Foro de la Cineteca, el país ocupó el segundo lugar de crímenes por homofobia a nivel mundial, según datos de la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH).

Con un tono festivo y desenfadado, y sin caer en tenores homofóbicos ni victimismos, Made in Bangkok se despoja de la imagen prototípica de la transexualidad para ofrecer el retrato íntimo de una persona que ansía transformarse en lo que siempre ha querido ser, haciendo de esta odisea un cuento de hadas contemporáneo, pese a los prejuicios culturales que muchas veces permean en la sociedad mexicana. Durante todo el metraje, Florencio renuncia al esquemático relato de superación personal que algunas cintas mexicanas contemporáneas presentan al hablar de minorías sociales.

El talento musical de Morganna, apenas visto en unas cuantas escenas del documental, es el complemento para entender las ideas de una mujer en su ilusión por vivir plenamente la feminidad que, para el momento en que se filmó la película, todavía debía ocultar frente a su padre. El debut en el largometraje de Flavio Florencio se suma a trabajos como los también documentales Morir de pie (2011), de Jacaranda Correa, Quebranto (2013), de Roberto Fiesco, y la ficción Carmín tropical (2014), de Rigoberto Perezcano, para representar la transexualidad vista desde la intimidad de quienes buscan defender y gozar plenamente de su identidad.


Edgar Aldape Morales es asistente editorial en la Cineteca Nacional.