Las historias que contamos
Por Andrés Téllez Parra | 1 de diciembre de 2014
Sección: Crítica
Temas: Las historias que contamosSarah PolleyStories We Tell
«Cuando estás involucrado en una historia, no es una historia en absoluto, sólo confusión, un oscuro bramido, ceguera. Solamente después, deviene en algo parecido a una historia, cuando te la cuentas a ti mismo o a alguien más», dice Michael Polley, el padre de la actriz y directora Sarah Polley (Toronto, 1979) al inicio de Las historias que contamos (Stories We Tell, 2012). En este documental autobiográfico, la directora canadiense arma un relato polifónico en torno a una figura amada y, a juzgar por los testimonios, parcialmente desconocida por los protagonistas de la historia: Diane Polley, la madre de la cineasta.
Con oficio narrativo, el documental no solamente revela un largamente guardado secreto familiar (que el padre de la directora es uno de los amantes de Diane) sino un ser humano complejo y contradictorio en torno al cual se crean distintos lazos y vínculos afectivos y se tejen historias que se complementan o se contradicen, pero jamás logran formar una imagen del todo coherente de la madre ausente.
En este sentido, destaca el uso de la cámara de 8 milímetros. Mediante ésta no sólo se apuntala el tono nostálgico con el que está narrado el documental, dándole ese toque de material privado, familiar; sino que también, casi al final del filme, Polley se encarga de mostrarnos que buena parte de lo que vimos filmado en 8mm, y que creímos que se trataba de material “auténtico”, “testimonial” de la vida de la familia Polley, se trata en realidad de un montaje: actores interpretando a miembros de la familia y algunas de las escenas narradas. De esta manera, la directora hace explícita la tesis que atraviesa el filme: no existe una “verdad” que dé cuenta cabal de la vida de un ser humano; al final, lo que queda de nosotros es la suma de los relatos de los otros sobre nosotros en la vida de los demás, las historias que, invariablemente, tienen el sesgo del narrador, es decir, el filtro y el poder de la ficción.
Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 11, invierno 2014-2015, p. 47), y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
Andrés Téllez Parra es editor y escritor.
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