Ilusión nacional
Por Gustavo E. Ramírez Carrasco | 1 de julio de 2014
Sección: Crítica
En realidad no importa dónde se esté: cada cuatro años la presencia de referencias futboleras en días de la Copa Mundial es abrumadora: anuncios de todas las modalidades en las calles, transmisiones televisivas bombardeadas de publicidad que irremediablemente se convierten en arengas triunfalistas, y –al menos desde el pasado Mundial– un protagonismo ineludible en ese exposímetro de lo cotidiano en que se han vuelto las redes sociales.
Ante este escenario, dividido entre el paroxismo de las fórmulas neoliberales y la ritualidad de la catarsis colectiva, las producciones culturales en los países donde este el futbol representa un panorama totalizador surgen por doquier. Por dar ejemplos arbitrarios y más o menos cercanos por contexto: en Argentina, Juan José Campanella llevó al cine de animación el imaginario futbolístico sudamericano a partir de un cuento de Roberto Fontanarrosa en Metegol (2013), y el escritor uruguayo Eduardo Galeano elaboró uno de los más hermosos manifiestos sobre el amor universal al balompié en su compilado de microensayos El futbol a sol y sombra (1995).
Comparar la profundidad de estas obras con un documental más bien monográfico como Ilusión nacional (2014), de Olallo Rubio (ciudad de México, 1976), sería una inconsecuencia, pero su presencia en salas (donde pasó sin pena ni gloria) y en puestos callejeros de piratería (donde sí se ha convertido en todo un éxito de ventas, atribuible a varios factores) reafirma la reconocible omnipresencia del fenómeno. La película, que hace un recuento cronológico de las participaciones de la selección mexicana en los Mundiales no es mucha cosa detrás de una limpia compilación de materiales de archivo y una narración en off al estilo México, siglo XX (Enrique Krauze, 1998-99), aunque ejecutada con aires de “desenfado juvenil”, pero tampoco es un esfuerzo despreciable. Las imágenes seleccionadas cumplen su papel a cabalidad, y el montaje, aunque poco arriesgado, dirige un comentario digerible.
Ilusión nacional bien podría no ser nada más allá de un ejercicio audiovisual más o menos solvente, pero la inclusión de un providencial texto de Eduardo Galeano sobre el final salva la empresa en tiempos extras.
Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 9, verano 2014, p. 51) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
Gustavo E. Ramírez Carrasco es editor en el Departamento de Publicaciones y Medios de la Cineteca Nacional. Contribuyó con un estudio sobre la obra de Pedro González Rubio al libro Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Documental (2014). @gustavorami_
Entradas relacionadas
Cinco postales móviles de una ciudad (¡Ya México no existirá más!)
Joker: Folie à Deux: Tiempo de diagnósticos
Por Mariano Carreras
16 de octubre de 2024Longlegs, el terror que no fue
Por Israel Ruiz ArreolaWachito
17 de septiembre de 2024Mudos testigos: Levemente real, levemente espectral
—¡Ah, una nueva emoción! —Hola, soy ganas de criticar IntensaMente 2
Por Israel Ruiz ArreolaWachito
9 de julio de 2024Río de Sapos, cine de lo desconocido
Por Gustavo E. Ramírez Carrasco
5 de julio de 2024