Güeros

Güeros

Por | 1 de octubre de 2014

Pocos estudios sociológicos podrían delinear un perfil más claro de la «generación del milenio» que el que podemos inferir a partir de los güeros, de Alonso Ruizpalacios. Son adultos precoces y adolescentes tardíos: mitad idealistas, mitad apolíticos; figuras sin padre cuya independencia se asienta en departamentos semivacíos rentados con dinero materno y frecuentemente compartidos. Nostálgicos de pasados que no fueron suyos, escuchan cintas en cassette y discos de acetato, visten playeras de Bob Dylan a los catorce años, citan líneas de Los olvidados (Luis Buñuel, 1950), viven en una urbe filmada en blanco y negro a 4:3 y musicalizada con boleros de Agustín Lara.

La anécdota central es sencilla: un chavito de la costa mexicana, enfrentado tanto a la ausencia paterna como a la explosión hormonal, es forzado a pasar una temporada con su hermano mayor, quien se mudó a la Ciudad de México para estudiar una licenciatura, pero la huelga universitaria de 1999 lo deja varado en un limbo anestésico: «No voy a las asambleas porque estamos en huelga de la huelga», le espeta al hermanito cuando éste le reclama su apatía.

Cuando por accidente se enteran de que su ídolo personal –un olvidado rockero que tocó en Avándaro– está agonizando en algún hospital de la periferia, tanto el cineasta como los hermanos, acompañados del mejor amigo del mayor y una guapa activista del Comité General de Huelga, emprenden un recorrido por la Ciudad de México y Texcoco en busca de aquella leyenda personal, esté vivo o muerto. Lo que encuentran es una ciudad múltiple, inabarcable, salvaje e infinita que recorremos a su lado con los ojos atónitos del recién llegado.

Güeros (2014) es a la vez una road movie clásica y una fresca revisión de géneros tradicionales como el melodrama, el cine de aventuras o el Bildungsroman. Semejante mezcolanza bien pudo terminar en un pastiche referencial más, pero la opera prima de Ruizpalacios (Ciudad de México, 1978) sorprende por su fluidez, personalidad narrativa y por una hábil confianza para conectar con el gran público sin ahorrarse riesgos formales ni dobles lecturas.

Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 11, invierno 2014-15, p. 45), y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.


Sergio Huidobro es crítico de cine y ensayista.