Elefante blanco
Por José Antonio Valdés Peña | 1 de julio de 2013
Sección: Crítica
Temas: Elefante blancoPablo Trapero
«Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es contigo». Contigo, sí, porque de los sacerdotes protagonistas de Elefante blanco parece esconderse. Son curas villeros, de esos que bajaron del púlpito para entregarse a una intensa labor social en los barrios pobres de Buenos Aires, en los que miles de almas sobreviven a duras penas entre la violencia institucional, la policiaca y la inherente al crimen organizado. «Bendita eres, entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre, Jesús». Es Jesús el único apoyo del sacerdote Julián (Ricardo Darín), acosado por la enfermedad, y de su colega belga Nicolas (Jérémie Renier), atormentado por la culpa de no morir cuando su vocación de martirio se lo indicaba.
Ellos son los únicos personajes de ese universo creados por el cine, entre los complejos planos secuencia que recorren la barriada bonaerense donde transcurre la cinta. Con sensibilidad, el cineasta Pablo Trapero (San Justo, Argentina, 1971) se adentra en la médula misma del lugar: mujeres y niños miserables, adolescentes drogadictos, señoras y señores de la droga que no tienen piedad ni por sus mismos soldados. «Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores». Porque en Elefante blanco (2012) todos son pecadores. Bueno, quizás es que todos los personajes son demasiado humanos. La carnalidad, la mentira, el romper las reglas son sagrados motores de los protagonistas.
Todos pecan. Todos pecamos. Desde la curia elegante que prefiere no involucrarse para no perder ni estatus ni estilo hasta esa burocracia que engendró al “elefante blanco”, ese proyectado hospital siempre inconcluso que es ahora el fantasma de la culpa compartida. Elefante blanco, primera película del argentino Trapero exhibida en México, es la profesión de fe por parte de un cineasta que cree en los héroes –pero en unos héroes que son más hombres que santos–, que cree en que las cosas algún día pueden cambiar. Y las tenemos que cambiar nosotros. La única solución es tener fe. «Ahora y en la hora de nuestra muerte».
Amén.
Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 5, verano 2013, p. 57) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
José Antonio Valdés Peña es jefe de la Redacción del área de Publicaciones y Medios y vocero del área de Programación de la Cineteca Nacional. Conduce la sección “Miradas al cine” del noticiero matutino de Canal Once e imparte clases en el Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación.
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