Blancanieves

Blancanieves

Por | 1 de octubre de 2013

Sección: Crítica

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En el principio, fue la imagen en movimiento. En blanco y negro. Capaz de narrar por sí misma una historia al poseer una fuerza increíble. Cada gesto conformaba una sinfonía en celuloide. Pero de pronto todo cambió. Llegó el sonido y con él se iniciaba otro ritmo. Desde entonces, ese momento del cine, erróneamente llamado “mudo” quedó como encapsulado en el tiempo, reservado para las filmotecas y alguno que otro iniciado en el tema. Por fortuna, algunos siguen siendo hechizados por la preponderancia de la imagen por encima de todos los artificios posibles.

El español Pablo Berger (Bilbao, 1963) es uno de ellos. Decidió filmar su segundo largometraje, Blancanieves (2011), siguiendo la estética y el espíritu del cine silencioso. Pero va más allá. No se queda sólo en la imitación como marco para exaltar los clichés del establishment hollywoodense, como lo hace El artista (The Artist, 2011) de Michel Hazanavicious. Esta Blancanieves ocurre en los años del cine al que rinde homenaje. La España de los veinte, la de los tiempos de Primo de Rivera, antes de los horrores del fascismo. Cuento de hadas para tiempos en donde la magia no existe, sigue más o menos de cerca el martirologio que Blancanieves padece para alcanzar su destino. Sólo que aquí la tierra encantada tiene el sabor de Andalucía, el rey es el torero más célebre de la época y la madrastra malvada tiene dotes para el sadomasoquismo. Los seis enanos (otra variación) se dedican al toreo bufonesco y el gruñón del grupo es extrañamente parecido al “generalísimo” Franco.

La mayor riqueza de esta Blancanieves moderna, aunque retratada de forma antigua, que alcanza la gloria como espectacular matadora de toros justo antes del infierno del sueño eterno de la manzana envenenada, es la forma en la cual el cineasta reconoce como suyo el esperpento, lo surreal, lo más profundo del alma hispana para transformarlo en un cuento de hadas donde el príncipe no siempre logra romper hechizos con un beso de amor.

 

Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 6, otoño 2013, p. 60) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.


José Antonio Valdés Peña es jefe de la Redacción del área de Publicaciones y Medios y vocero del área de Programación de la Cineteca Nacional. Conduce la sección “Miradas al cine” del noticiero matutino de Canal Once e imparte clases en el Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación.