¿Una pastilla? Que sean dos por favor:

¿Una pastilla? Que sean dos por favor: Take Your Pills: Xanax

Por | 19 de enero de 2023

Sección: Crítica

Temas:

Existir es sacar provecho de nuestra parte de irrealidad,
es vibrar al contacto con el vacío que está en nosotros.
E.M. Cioran

En Take Your Pills: Xanax (Blair Foster, 2022) varias personas dan su testimonio en cuanto a su interacción con el fármaco del título. Pacientes y terapeutas explican cómo el Xanax ha causado un impacto en ellos, desde la sensación de alivio  instantáneo hasta una pesadilla incontrolable. Dicho documental hace parte de una serie junto a Take Your Pills (Alison Klayman, 2018), la cual aborda otro tipo de medicamentos que tienen impacto en la salud mental, pero el solo hecho de observar que Xanax tiene un documental aparte nos pone a pensar qué tan serio y peligroso puede ser dicho fármaco.

Perteneciente a la familia de los benzodiacepinas, este medicamento cambia el nivel general de ansiedad, pero el problema radica en su uso prolongado. Prueba de ello es uno de los testimonios más impactantes: un paciente al disminuir considerablemente su dosis, debido a la mejora de su estado de ánimo, de repente manifestó una serie de síntomas físicos llegando al punto de creer que tenía encefalitis autoinmune, lo más impactante del caso es que ninguno de los treinta y dos doctores que fueron consultados por el paciente, identificó que estaba ante un caso crónico de síndrome de abstinencia.

Otra de las problemáticas denunciadas en el documental, es la evolución que tuvo el acceso a este tipo de medicina. Desde agosto de 1997 cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) decidió que las farmacéuticas tenían la libertad de hacer publicidad directa de sus productos, se disparó un aumento considerable del consumo y claramente, de las ventas. Teniendo dicha libertad, no sólo los pacientes accedían con mayor facilidad a sus dosis sino que personas sanas consumían de manera recreativa este tipo de sustancias. ¿El resultado? Combinaciones letales entre benzo y opioide, falsificaciones y muertes.

Los tiempos han cambiado, estamos consumiendo mucha información por minuto, las redes están en su apogeo, hay que ser productivos e incluso a costa de nuestra salud. ¿Por qué? Porque hay que rendir, necesitamos un resultado sin importar las consecuencias. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han en su libro La sociedad del cansancio, manifiesta que la sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose en una sociedad de dopaje.[1] Podemos corroborarlo en el documental, porque nos muestra las dos caras del medicamento: cómo ha podido ayudar a cientos de personas a mejorar su calidad de vida, pero al igual cómo se ha convertido en un fármaco letal.

¿Qué herramientas estamos creando para enfrentarnos a nuestra época? Es uno de los interrogantes que podemos plantearnos en nuestro diario vivir, ante el exceso de estímulos nuestro cuerpo es una batalla sensorial que responde constantemente. El celular con sus notificaciones, los correos, las videollamadas. ¿Han notado que hay personas que se asustan al ver que las están llamando? Es curioso cómo antes del apogeo de los celulares inteligentes, creíamos que el día se hacía eterno, había tiempo para todo y teníamos la dicha de aburrirnos. Pero ahora creemos que no rinde nada el tiempo, cada cosa debe ser resuelta ya mismo y el listado de deberes se va alargando a medida que el día transcurre, incluso cuando estamos ante una incapacidad nos angustiamos y el sentimiento de culpa aparece por la cantidad de tareas que van a acumularse en el trabajo mientras estamos en tiempo de recuperación. ¿Por qué la prisa?

Las cifras rojas se dispararon después de la pandemia. Nadie estaba preparado para estar encerrado en casa y ahora están saliendo a flote todas aquellas dolencias. La Organización Mundial de la Salud en su Informe mundial sobre salud mental publicado en junio del año pasado, declara que

en todos los países, los trastornos mentales son muy frecuentes. Aproximadamente una de cada ocho personas en el mundo sufre algún trastorno mental. La prevalencia de los distintos trastornos mentales varía en función del sexo y la edad. Los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos son los más comunes, tanto en hombres como en mujeres.

Dicho documento, da a entender que en la mayor parte del mundo, el enfoque de la atención que se presta a la salud mental es ineficiente. ¿Con qué resultado? Los trastornos mentales siguen teniendo graves consecuencias en la vida de las personas, al tiempo que los sistemas y servicios de salud mental siguen estando mal equipados para satisfacer las necesidades de las personas. Podemos observar que los consultorios están que no dan abasto, las farmacéuticas han llegado al punto de no poder cubrir a las cantidades exorbitantes de ciertos ansiolíticos y antidepresivos que solicitan las empresas de salud para cubrir las solicitudes del plan obligatorio de salud. Ni qué hablar de los precios cuando las personas lo solicitan de manera particular con su respectiva receta firmada por un médico. Es un imperio construido sobre la salud mental de otros.

Queremos escapar, pero no dejar de funcionar. Queremos estar bien pero no hay tiempo para recuperaciones lentas. Queremos todo ya mismo. ¿Qué ocurrió con las pausas, con el paso a paso? Es aquello que nos invita a reflexionar la película. La idea no es suprimir las ayudas, sino tomarse el tema en serio y comprometerse a tomar un tratamiento que permita sanear poco a poco aquello que nos acongoja. La salud mental no se trata de un adorno que se puede quitar y poner a nuestro antojo. Es nuestra parte central de funcionamiento, un cuerpo sano equivale a una mente sana y si algo falla en ese ámbito, se manifestará físicamente: insomnio, pérdida o ganancia de peso, caída de cabello, uñas quebradizas, problemas estomacales, etc. No somos máquinas y ese pensamiento del deber rendir a costa de cualquier cosa debe ser abolido, porque nos está costando millones de vidas. Como lo expresa la Organización Mundial de la Salud, el suicidio afecta a personas y a sus familias en todos los países y contextos, y a todas las edades. A nivel mundial, puede haber 20 intentos de suicidio por cada fallecimiento, y, sin embargo, el suicidio representa más de uno de cada 100 fallecimientos. Es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes. ¿Tenemos que doparnos para enfrentar el problema?

 

María Fernanda González García estudia Literatura en la Universidad del Valle y forma parte de la redacción de Icónica. Ha colaborado en el espacio Cinéfagos de El Colombiano y la revista de cine colombiano Canaguaro.


[1] Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio, Herder Editorial, Barcelona, 2012, p.45.