Roland Barthes y el cine
Por Abel Cervantes | 12 de noviembre de 2015
Sección: Crítica
Temas: Roland Barthes
Los vínculos entre Roland Barthes y el cine son pocos pero significativos. En la entrevista que Cahiers du cinéma hizo en 1963 para inaugurar una serie de encuentros con teóricos de la cultura contemporánea, Michel Delahaye y Jacques Rivette conversan con el autor de El grado cero de la escritura (1953) sobre tres temas fundamentales: el sentido en el cine, las posibilidades de valorar a la disciplina como un lenguaje articulado y la sintagmática, tópicos que acompañaron la vida del francés como semiólogo o analista de la cultura. Barthes (Cherburgo, 1915 – París, 1980) analiza las posibilidades de sentido que puede haber en una imagen en movimiento y en su relación con otros planos sin tomar en cuenta la unión entre un significante y un significado (el signo). Y es cauteloso para no vincular los procesos de significación del discurso audiovisual con los del sistema de la lengua. Su apuesta: el cine es un ámbito tan complejo que resulta difícil ofrecer un método para interpretarlo, y en eso radica su fascinación.
Dos años más tarde, en Elementos de semiología (1965) menciona que el cine es un sistema que puede ser abordado desde dos perspectivas: un lugar conformado por imágenes, sonidos, escenografías, etc.; o un espacio con reglas propias que a su vez dialoga con otros sistemas de significación, como el musical, el escrito, el gestual… La diferencia no es retórica. El estudioso del cine deberá elegir entre una y otra para interpretar una cinta. La primera contempla al cine como una estructura donde conviven orgánicamente sus elementos; la segunda, un sistema que devora a otros para subsistir.
Posteriormente, el influyente teórico Christian Metz tomó como base la metodología semiológica de Barthes (que distingue los hechos de lengua y los hechos de habla en los sistemas de significación ajenos al estudio lingüístico) para proporcionar un esquema de análisis del filme. Acaso su mejor resultado se encuentre en “El cine: ¿lengua o lenguaje?” (Ensayos sobre la significación en el cine I, 1968), donde desmenuza cuidadosamente los argumentos de Barthes para ofrecer una taxonomía audiovisual que abre otras interrogantes: si el cine no puede estudiarse desde una perspectiva analítica estructurada, ¿puede considerarse un arte más que un lenguaje que, además, tiene plena libertad de creación e interpretación?
En Nuevos conceptos de la teoría del cine (2000), Robert Stam dice: «A mediados de los años setenta el trabajo de Barthes ejerció una creciente influencia en el análisis del cine». En S/Z (1970) señala que «“el texto legible” clásico consiste en la orquestación de cinco códigos distintos: el hermenéutico, el proairético, el simbólico, el sémico y el referencial». Mientras que los primeros dos están vinculados con la sintáctica, los otros lo están con la semántica. S/Z es un libro que deambula entre los estudios literarios y teatrales y el análisis cultural, deteniéndose en el discurso, la voz del lector o de los personajes y las declaraciones amorosas. La intención del modelo de Barthes es sintetizar en un mismo sitio las inquietudes que Vladímir Propp y Claude Lévi-Strauss habían proyectado para interpretar textos literarios, el primero poniendo atención a la forma, el segundo al contenido.
Probablemente los métodos de análisis de Barthes, tan bien concebidos en la moda o en el sistema de significación de los alimentos, no pueden aplicarse al cine. Sin embargo, el teórico francés poseía una pasión que lo llevaba a reflexionar sobre el sentido que una persona podía atribuirle a los productos culturales y que en gran medida puede relacionarse con un impulso amoroso, no sólo en las películas o en las novelas literarias, sino también en el rostro de una actriz, en la ironía o la parodia.
Barthes no es un semiólogo que deba estudiarse bajo la misma lupa con que se puede abordar a Charles Sanders Peirce, Ferdinand de Saussure, o a otros téoricos del cine como el propio Metz o más recientemente David Bordwell o André Gaudreault, que poseen métodos rigurosos para defender su teorías. Sin embargo, en el pensador francés se puede encontrar un sentimiento arrebatador para analizar apasionadamente las imágenes en movimiento tomando como punto de partida sus propuestas metodológicas, para así construir una propia. Barthes encarna la voz de una persona inquieta y vehemente que entabla luchas de significación y sentido con el lector. Etiquetarlo podría comprometernos a nombrar ese algo que, como el sentido, «se desliza, cubre y avanza simultáneamente».
Abel Cervantes es comunicólogo y editor. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Es profesor en la UNAM.
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