David Pablos y la ausencia

David Pablos y la ausencia

Por | 11 de noviembre de 2015

El trabajo como director y guionista de David Pablos (Tijuana, 1983) muestra rasgos de madurez poco comunes en las voces jóvenes. En La canción de los niños muertos (2003), La vida después (2013) y Las elegidas (2015) se nota un realizador con un discurso claro. Como tantos egresados de escuelas de cine, en el plano audiovisual logra resultados con un nivel estético admirable; sin embargo, en el trabajo de Pablos esto funciona sólo como respaldo para la verdadera fortaleza de su obra: el salto que logra dar del papel al filme revela una dirección enfocada y sensible.

En el cortometraje La canción de los niños muertos se conjugan elementos que seguirán haciéndose presentes en sus dos largos posteriores. La línea narrativa es simple: un padre y sus hijos están en una playa desierta después de la muerte de la madre. Los hijos perciben al padre como culpable y se dedican a torturarlo de distintas maneras. Él, personaje pusilánime, en su inacción termina orillando al único niño que lo defendía a unirse a los agresores. He aquí el primer eje recurrente en las películas del tijuanense: la ausencia, específicamente la ausencia de los padres.

En este primer caso, la madre ha fallecido y el padre está paralizado, no reacciona frente al dolor que lo rodea. Por su parte, en La vida después, el conflicto se desata a partir de la muerte del abuelo –la primera pérdida–, lo que causa la ausencia de la madre que se manifiesta en dos momentos sucesivos: primero como un estado depresivo permanente y después con su misteriosa partida. Sí, se fue físicamente, pero llevaba varios años sin estar. Finalmente, en Las elegidas se retrata a una serie de madres desentendidas y padres que abandonaron el núcleo familiar o murieron. Todo esto convierte a las jóvenes protagonistas en víctimas ideales de la red de prostitución. Los niños y adolescentes del cine de David Pablos parten de un mismo lugar para enfrentar sus respectivos destinos.

A partir de este rasgo de su obra se desencadena todo lo demás: en cada uno de los casos las circunstancias orillan a los niños a desenvolverse y relacionarse como adultos. Cuando Samuel, el hermano menor de La vida después, insiste en emprender un viaje para buscar a Silvia –después de sernos mostrada su infancia en el prólogo, jamás volvemos a verlos referirse a ella como “mamá”– se presenta un punto de quiebre. A partir de este momento, la evolución del personaje se hace presente a través de cambios sutiles y progresivos: sus expresiones y actitudes son cada vez más adultas, va abandonando gradualmente el rol de hermano menor –y de niño– hasta que finalmente es él quien termina manejando el auto. Los hermanos tienen que hacerse cargo de sí mismos mientras van descubriendo que no se trata de una condición temporal. El viaje que emprenden parece ser una persecución de la ausencia que culminará en un inevitable encuentro con sus destinos.

Si bien hay ocasiones en las que el cineasta emplea recursos un tanto repetitivos –casi todos fuman en su mímica de adultez, por ejemplo–, la construcción de los personajes en general es cada vez más sólida. Se complejiza así el que parece ser –hasta ahora– el gran tema y catalizador en el cine de Pablos: la ausencia experimentada desde un lugar vulnerable. No es casual que en el cuadro final de Las elegidas veamos a Sofía, de catorce años, con el rostro desencajado dándole la espalda a unos niños –no mucho más pequeños que ella– mientras juegan entre risas y gritos.

Los protagonistas retratados por el cineasta siempre tienen motivos violentos para crecer de golpe. Ninguno tiene otra opción; algo les fue arrebatado. Toman decisiones y se manejan desde una ilusión de independencia: crean sus propios escenarios donde se reproduce lo que sucede en el gran escenario. A partir de las fracturas en el pequeño universo de estos pequeños personajes se habla de una fractura mayor a cuya merced se encuentran fatalmente.


Ana Laura Pérez Flores es licenciada en Comunicación Social por la UAM-X y coordinadora editorial de Icónica.