Una bella luz interior

Una bella luz interior

Por | 14 de diciembre de 2017

Isabelle camina en los pasillos de su departamento después de vivir una desilusión amorosa con un banquero que, por medio de una conversación manchada de machismo y prepotencia, le hace saber de lo pasajero de su relación. La razón: «Tú eres encantadora, pero mi mujer es extraordinaria y no la voy a dejar». Así, mientras Isabelle se desplaza con la desilusión en el rostro, la secuencia logra dotar al cuerpo de Juliette Binoche con una especie de ingravidez perfecta en la cual Claire Denis revela uno de los principales intereses de Una bella luz interior: la idealización del amor en pareja. En dicha secuencia nuestra protagonista se dice a sí misma «Quiero un amor honesto». En gran medida, el resto del film está enfocado a presentar los distintos vericuetos a partir de los cuales Isabelle sufre desilusión tras desilusión.

Desde luego, el que la historia del film verse sobre una mujer divorciada no es gratuito, pues nos permite abordar un tema de incuestionable relevancia: el papel de la mujer en nuestro contexto social y su relación con la idea del amor romántico. Personajes como el banquero son el ejemplo perfecto del machismo y la cosificación ejercida sobre el cuerpo femenino; al mismo tiempo, el reproche de su exesposo sobre el misterio de su vida íntima demuestra cómo la libertad parece no presentarse de forma equitativa en nuestras sociedades. Con todo, a pesar de sufrir esta disyuntiva social, Isabelle parece no darse cuenta de la ambivalencia en su búsqueda del amor, pues mientras algunos hombres la utilizan como un objeto de placer, ella tiende a ejercer un sentido de propiedad al intentar limitar la libertad de algunas de sus parejas (por ejemplo, su exasperación hacia el hombre que no quiere apresurar las relaciones sexuales con ella o la escena donde reprocha al sujeto que conoció en una fiesta el no haberle presentado a nadie de sus amigos). Todo esto como consecuencia del sentido posesivo del amor ideal y del fetiche de la posesión del cuerpo, de la soledad y de la ambigüedad que en muchas ocasiones tiene la palabra “amor”.

Hay que destacar es el trabajo realizado por Denis (París, 1946) sobre el rostro apoyándose en el plano/contraplano. Este recurso le permite resaltar la algidez y contraposición de las emociones de los personajes implicados en las conversaciones. En Una bella luz interior (Un beau soleil intérieur, 2017), el rostro se vuelve un lienzo donde cada surco sobre la piel y el cambio de brillo en la mirada sirven para externar sentimientos que en ocasiones son inexpresables mediante palabras. Mucha de la comicidad del film, algo inédito en la filmografía de Denis, se apoya en este recurso, mismo que imprime a las secuencias una profundidad sobre el mundo interior de los personajes, permite explorar la intimidad de sus afecciones y logra imprimir una ruptura inesperada que impregna a la secuencia de una belleza sutil, rítmica y jovial.

La secuencia final es un intento de condensar todos los temas tratados: en ella la crítica al amor ideal, el rostro como el lienzo de los sentimientos, las recomendaciones de Denis, el vidente (Gérard Depardieu) a Isabelle como medidas de emancipación, y la profundidad de los temas relacionados con una ruptura graciosa se encuentran perfectamente armonizados. Claire Denis nos entrega un film complejo, que al tratarse desde  lo cómico, se vuelve ligero y profundo al mismo tiempo.


Eduardo Zepeda estudia la licenciatura en Filosofía en la UNAM. Fue ganador del VII Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes “Fósforo” 2017, categoría “Licenciatura”, en el marco del Festival Internacional de Cine UNAM.