100 balas vs. 222 Arieles

100 balas vs. 222 Arieles

Por | 21 de agosto de 2017

Sección: Opinión

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La 4ª compañía (Amir Galván y Mitzi Vanessa Arreola, 2016)

Al decir de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) su premio Ariel se reparte generosamente en la plúmbea ceremonia anual que convoca a lo mejorcito del cine nacional. En la reciente edición, la gran favorita fue La 4ª compañía. Sus nominaciones, a mejores: película, actor, actor de cuadro (3 de 5), coactuación masculina (3 de 7), dirección, diseño de arte, edición, efectos especiales, efectos visuales, fotografía, guión original, maquillaje, música original, opera prima, sonido, vestuario. Sólo en actriz, actriz de cuadro y coactuación femenina no obtuvo nominaciones. En total alcanzó 20 nominaciones en 16 categorías. Ni James Cameron.

Los criterios de la AMACC son, por decir lo más amable, bastante raros. Hay categorías con cinco, seis o siete nominados. Sólo una desierta (largometraje de animación). Y un total, para documental, cortometraje y las mencionadas, de 28 categorías. Así que se supone que aquella película con más nominaciones es la más presentable del año, aunque no se haya estrenado nunca.

De veinte nominaciones, La 4ª compañía (Amir Galván y Mitzi Vanessa Arreola, 2016) ganó la mitad. Perdió dirección, guión original, fotografía, opera prima, música; de siete actores nominados dos obtuvieron un reconocimiento. La ganadora a mejor dirección, Tatiana Huezo, lo hizo con el único documental en competencia en esa categoría; que asimismo compitió como largometraje documental y fue uno de los dos documentales sumados a la categoría de mejor película, donde hubo siete en competencia.

¿No es la idea “chile, dulce y manteca”? ¿Cómo llenar 28 categorías con un criterio numérico disímbolo? ¿Cuál es la diferencia sustancial entre “coactuación” y “actor de cuadro”? ¿Uno tiene más tiempo en pantalla que el otro? ¿”Actor de cuadro” significa que hace un papelito gracioso, mínimo? Si hay tantas películas tan, pero tan buenas, ¿por qué seleccionar nomás siete? ¿Por qué no diez? ¿Por qué no aplicar un cierto rigor y en lugar de tener cinco guiones adaptados y seis originales, tener tan sólo cinco y cinco? ¿Por qué si hubo cinco en cada categoría de actuación, masculina y femenina, nominar a siete en coactuación masculina? Al final ninguno de los tres nominados por La 4ª compañía, que sólo abultaron la categoría, ganó. Y sí hay una que otra diferencia en las actuaciones de los nominados como para decir «éste es ligeramente mejor que los otros» para dejar una categoría de cinco. Porque si no, parece que se infla la categoría dando el lucrativo espejismo político de que el cine mexicano es bien chido.

La categoría “actor de cuadro” este año resultó ridícula: cinco actores distribuidos en dos películas. ¿De verdad no hubo al menos dos diferentes más en toda la producción presentada para completar la categoría con cierta diversidad que hable mejor del cine mexicano? Parece que se armó la categoría con lo apenas, o mínimamente, visto.

Las categorías “efectos visuales” y “efectos especiales” son forzadas cuando en algunos casos parece que se nominaron efectos físicos o de escenografía y los viejos efectos ópticos. Al final fueron diez nominados distribuidos en seis cintas. Sólo que aquí lo único que parece que sirve como “efecto” visual es el actor, con seis categorías y 32 nominados, más diez “revelaciones”. La neta, ni en Hollywood-Berlín-Cannes-Venecia-Tokio-Afganistán.

La ausencia de un criterio en principio numérico, luego cualitativo (¿de verdad deben competir como mejor película documentales y ficción?), permite ampliar las categorías. Como las importantes son las de actuación, deberían incluirse, por ejemplo, mejores: pareja en pantalla (masculino/femenina, masculino/masculino, femenina/femenina: aquí hay tres Arieles más), presencia efímera (aparición mínimo de dos segundos a un minuto), seductor de la cámara (sólo para aquellos que llamen la atención con una sola toma), grupo de actores (tipo Golden Globe, o Glove: así nos ahorramos siete nominaciones para La 4ª compañía; habrían ganado este Ariel), grupo de actores juveniles (sólo menores de 39 años, puesto que ya hay categorías de “revelación”).

También valdría la pena que hubiera el Ariel a las mejores: película fallida, película con pretensiones interesante, película con pretensiones no interesante. O mejor: comedia que sí hizo reír, comedia que no hizo reír. Actores de comedia simpáticos y no simpáticos (aunque esto podría no ser tan buena idea: año con año arrasarían Karla Souza, Martha Higareda y/o Aislinn Derbez). Eso sí, podría haber mejores “actores cómico-dramáticos”, para demostrar su rango de enorme talento: nominarlos por actuar en una comedia y en una película “seria” (o de risa involuntaria). Total, que llenar 222 categorías para el próximo Ariel es cosa de nada. Metidos en gastos, sería como comprar cien balas y dispararlas. A los que resulten “atinados” se les otorgaría su fantástico, espléndido Ariel. Mejor terapia de autoestima no hay.


José Felipe Coria es autor de los libros El señor de Sombras (1995), Cae la luna: La invasión de Marte (2002), Iluminaciones del cine mexicano (2005), Taller de cinefilia (2006) y El vago de los cines (2007). Ha colaborado en medios como ReformaRevista de la UniversidadEl País y El Financiero.