3 mujeres (o despertando de mi sueño bo

3 mujeres (o despertando de mi sueño bosnio)

Por | 14 de abril de 2017

Al vivir la cinefilia uno puede encontrar primeras películas que entusiasmen y que, además, apunten afinidades a cierta familia cinematográfica. Filmes posteriores del realizador confirmarán o desmentirán esa impresión inicial. En algunos casos se configurarán trayectorias de aportaciones que no pierdan el interés y sean regocijo de su público. Sin embargo, la consolidación de conjuntos de obra trascendente es excepcional y, por tanto, un bien especial. La incipiente, pero ya importante carrera de Sergio Flores Thorija (Ciudad de México, 1987) es ilustración de la tensión que él mismo ha descrito al decir que «es imposible seguir empujando el lenguaje cinematográfico si no conocemos bien lo que se ha hecho antes de nosotros». Por eso, la manera en que 3 mujeres (o despertando de mi sueño bosnio) dialoga con varias vetas del cine hace que el largometraje de Flores sea más que una cinta primeriza destacada: es un motivo de celebración.

3 mujeres… (2016) se desarrolla en Sarajevo, capital de Bosnia, contando historias de igual número de personajes. Flores filmó ahí porque fue parte de la Film Factory, el programa creado por el cineasta húngaro Béla Tarr en 2012, en una universidad de esa ciudad. Flores llegó a Sarajevo en 2013, después de un proceso en que fueron seleccionados sólo 16 estudiantes, entre un elevado número de solicitantes de diversos países. Contó para sus estudios con la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), de México, y antes había aprendido los rudimentos técnicos en una licenciatura de cine y televisión en la capital del país. El programa en la Film Factory consistía en desarrollar un proyecto cinematográfico bajo la supervisión de Tarr, y en pláticas de directores que, desde la perspectiva de muchos amantes del cine –y por supuesto de Tarr, quien los invitaba–, se cuentan entre los mejores. Así, fueron profesores de Flores realizadores como el portugués Pedro Costa, el rumano Cristian Mungiu, el mexicano Carlos Reygadas, el estadounidense Gus Van Sant y el tailandés Apichatpong Weerasethakul. Pero la atención que está recibiendo 3 mujeres… no es meramente la que se da a la tesis de un dedicado estudiante en una escuela extraordinaria. Tampoco carece de precedentes. Cada año de su estancia en Sarajevo, Flores terminó un cortometraje. Uno de ellos, Bosnian Dream (2015), recibió un premio en el Festival de Cine de Morelia, en que Flores ha participado por varios años consecutivos. Flores cuenta que usó el monto del premio para proseguir sus estudios y financiar, en parte, la filmación de su opera prima. Como completó esta película, es posible afirmar que, en esta ocasión, los fondos del FONCA, es decir nuestros impuestos, fueron buena inversión.

El dato de que Tarr sea productor de 3 mujeres… llama la atención de muchos entre quienes ven la película y están al tanto de la importancia de Tarr para el cine. Me parece que no hay que sobredimensionar, ni menospreciar, el hecho de que Tarr haya aportado su guía para la realización de esta película –en cuya producción, probablemente en lo práctico de la postproducción, también participó la empresa mexicana Lucía Films. Tarr ha producido varias películas de sus estudiantes, pues ese era uno de los propósitos de la Film Factory. Asimismo, es evidente que el trabajo cotidiano con Tarr tuvo consecuencias en las decisiones de Flores, que él describe diciendo que cada imagen de su película debía tener una “idea cinematográfica”, con lo que se refiere a «aquello que dices o sugieres con la cámara». Hay que mencionar, no obstante, que la oportunidad que tuvieron Flores, y algunos de sus compañeros,no tendrá continuidad y quizá quedará para la historia. Si bien Tarr ha dicho que la escuela podría reaparecer si es invitada a otra sede que pueda financiarla, la Film Factory cerró en diciembre de 2016, por insuficiencia de fondos para pagar a los destacados instructores.

Las películas de los cineastas invitados por Tarr a Sarajevo son evidencia de que este arte tiene múltiples derivas. Puede ser realista o fantástico, por mencionar dos vertientes. Flores se dice obsesionado por hacer un cine de ficción que, al mismo tiempo, sea «extremadamente realista», lo que, hay que insistir, es sólo una de las posibilidades del cine. Para lograrlo, él mismo menciona que en 3 mujeres… ha optado por el uso exclusivo de luz natural, la participación de no actores y la decisión de no usar música de acompañamiento. Además, a cualquier espectador le resulta clara la opción por lo que se suele calificar como un ritmo lento y que algunos críticos etiquetan como slow cinema. Lo anterior va muy de acuerdo con la tutoría de Tarr y de varios de los profesores de la Film Factory. Sin embargo, todos estos recursos en forma alguna son una virtud en sí mismos, ni otorgan realismo, sino que adscriben a un estilo. Además, varias décadas de uso imposibilitan apelar a que estas maneras de hacer cine representen alguna originalidad creativa. Estas formas incluso se han convertido en fórmulas para atraer a cierto público que confunde al gato con la liebre, desde una exigua cultura cinematográfica. El mérito artístico, entonces, tiene que estar en escapar del uso convencional de los recursos del cine contemplativo. Eso es lo que Flores logra.

Las anécdotas, semejantes a cuentos, de cada una de las secciones de 3 mujeres… son las de una muchacha que se encuentra con un estadounidense que parece representar la oportunidad de ir, o escapar, al país de sus fantasías, la de una latinoamericana que trabaja como desnudista, sin que eso implique algo más, y aun así resulta incomprendida por los locales y, finalmente, la de una joven que descubre su enamoramiento por su amiga más cercana, con las dificultades que eso conlleva. Ante tales relatos, una aproximación poco comprometida puede quedarse en percibir una declaración respecto a la sociedad en que ocurre la película, marcada por el machismo y el islam –la religión mayoritaria de los bosnios–. Flores mismo ha usado los términos de migración, represión sexual y homofobia para describir su película, además de decir, en alguna ocasión, que se trataría de «una película sobre el rol de la mujer en la sociedad bosnia». No obstante, el gran logro de 3 mujeres… es que va más allá de esos tópicos e incluso de la condición femenina de los personajes, que resulta sólo incidental respecto a la vivencia fundamental que transmiten.

La textura dada por la débil luz de Sarajevo enmarca de forma adecuada los hechos. La carencia de música añadida apenas se nota, gracias al aprovechamiento y manipulación del sonido ambiental y de la música que los personajes oyen constantemente. En cuanto a los no actores, no resulta exagerado expresar que están seleccionados de manera óptima, o el resultado lo es, acaso en buena medida por la manera en que Flores construyó las tramas: en interacción con la vida real de las protagonistas. Al final, fruto de esta magnífica dirección, la experiencia compartida de manera efectiva, es la de la decepción. La contradicción de las expectativas sea en la forma de la pérdida de la ilusión amorosa, de la falta de solidaridad de quien había fingido aceptarlo a uno o del choque de la propia posición con lo aceptado por la mayoría. Esto es lo que atañe al público sea o no mujer, esté o no en una sociedad musulmana en Europa, sea migrante o no, tenga el oficio y la preferencia sexual que tenga. De esta manera, en la película 3 mujeres… Flores se revela, más que como autor de cine contemplativo, como un creador de sencillas historias entrañables.

La evolución de una obra es asunto de las circunstancias, los mismos filmes y, por supuesto, su creador –en cuanto a qué logra actualizar de su potencial y cuál es éste. Quizá el camino que Flores pueda emprender sea el de contador de historias, una de las alternativas en un arte que no tiene por qué ser sólo narrativo. Cercano a esto, Sergio Flores ha expresado que le interesan dos tipos de cine, uno relacionado con vivencias personales y otro vinculado con el mundo que lo rodea. Ahora, en Tijuana, buscará a los personajes de Travesías, su próximo largometraje que tendrá lugar tanto ahí, como en San Diego, Estados Unidos. Esta será un prueba importante para su talento. No tendrá el cobijo de lo que para su mirada fue exótico y que dio cierta positiva ingenuidad a su largometraje. Rodar en su país probablemente le impondrá varias tomas de postura respecto a la realidad social, que podrían hacerlo caer en clichés y simplificaciones propios de la clase cultural mexicana. Es prometedor, sin embargo, que si bien Flores asegura que la amenaza de un muro entre México y Estados Unidos le es inescapable como cineasta, él está seguro de que su película no tratará sobre el fenómeno de la migración. La esperanza sería que Travesías no fuese una más de tantas cintas que muy poco capturan sobre la vida migrante, pero que se presentan como “urgentes”, como si el tema fuese obligatorio. Como con 3 mujeres… serán sus producciones futuras las que hablen: es probable que las películas de Flores persistan en la elocuencia.


Germán Martínez Martínez es director de programación del Discovering Latin America Film Festival de Londres. Fue editor de la revista Foreign Policy Edición Mexicana.