El cliente

El cliente

Por | 23 de marzo de 2017

Un edificio se tambalea, los muros se agrietan, los cristales se estrellan. Los vecinos corren en las escaleras, intentan escapar, aunque no saben qué ocurre. Una excavadora contigua daña al edificio de Emad y Rana, una joven pareja que forma parte de una compañía de teatro. El cliente (Forushande, 2016), de Asghar Farhadi (Khomeyni Shahr, Irán, 1972), constriñe a sus personajes: nunca los vemos salir del edificio, como si se quedaran suspendidos en esa extraña turbación. Después encuentran otro lugar donde vivir: un departamento en una azotea en la que habitaba una mujer, de mala reputación, que recibía ahí a sus clientes. Emad (Shahab Hosseini) trabaja como profesor y Rana (Taraneh Alidoosti) se dedica al hogar. Quieren tener un hijo. Ambos hacen los personajes principales en una adaptación de La muerte de un vendedor, la obra de Arthur Miller.

Farhadi, que obtuvo su segundo premio Óscar por El cliente en la categoría de filme de habla no inglesa, es un director abocado a retratar los callejones sin salida de las relaciones humanas, específicamente de la interacción en pareja. La encrucijada moral de Una separación (Yodaí-e Nader az Simín2011), de ánimo kafkiano, sin que se encuentre una resolución satisfactoria a la angustia del matrimonio que se disuelve, aquí se convierte en metaficción. Rana, que interpreta en la pieza de Miller a una mujer con una enfermedad mental maltratada por su esposo, cambia radicalmente cuando un hombre la ataca en su nueva casa, se vuelve temerosa y callada, se rehúsa a quedarse sola. Emad, que se empeña en descubrir al agresor, la maltrata pasivamente, no la acompaña.

El cliente establece una relación de elementos narrativos entre Farhadi y el cine de Pedro Almodóvar. El emotivo desenlace de El pasado (Le passé, 2013), donde una mujer en estado de coma llora en presencia de su esposo, dejó entrever una afinidad no sólo en recursos narrativos –la escena recuerda a Hable con ella (2002)– sino también en el tono de las mejores obras del español. El uso del teatro en Almodóvar es explícito: en Todo sobre mi madre (1999) el montaje de Un tranvía llamado deseo, en el que trabajan sus personajes, invade lo que se propone como real y, de forma inversa, la vida desborda la ficción. El cliente inicia con las imágenes del teatro en que se presentará la pieza de Miller. Es un escenario que también agrandará sus límites, traspasará la vida íntima. Curiosamente, Almodóvar producirá el filme que Farhadi rodará en España con Penélope Cruz.

Aunque los premios no son el mejor indicador de la calidad de las propuestas fílmicas es inevitable no hablar del estreno en Cannes de El cliente. El filme, que recibió el galardón de mejor guion, no está a la altura de películas ignoradas por el jurado como Elle (2016), de Paul Verhoeven, o Animal vertical (Rester vertical, 2016), de Alain Guiraudie, cuya potencia radica en su compromiso estético, libertario, y en su audacia y originalidad. Estas características son las que ya no se encuentran en la más reciente obra de Farhadi, que aunque logra capturar rápidamente la atención del público, con un buen manejo del misterio del agresor, su conclusión es menos ambigua, hay menos elementos con los que reflexionar sobre los temas que esboza: las grietas del edificio que anuncian la aniquilación de la pareja y de la ciudad, la violencia que el hombre descarga contra la mujer que ha sido agredida, el rol que juega la figura de una prostituta, siempre fuera de cuadro y a la que nunca se le nombra por su actividad, en la sociedad Iraní, etc. El cliente es una película cuya forma rebasa los planteamientos del director, quizá porque esos temas los ha tratado con mayor soltura y eficacia en obras anteriores.


Carlos Rodríguez es reportero cultural. Colabora en La Tempestad e Icónica. Contribuyó a la investigación del FICUNAM 2017. Actualmente trabaja en un proyecto que revisa la obra de Claude Chabrol, cuyo sitio web es https://claude-chabrol.com.