Misión rescate

Misión rescate

Por | 21 de octubre de 2015

Basada en la novela debut de Andy Weir, The Martian –un bestseller tan poco estetizado como emocionante y repleto hábilmente de argumentos científicos– Misión rescate (The Martian, 2015) es en un primer plano, el regreso cuasi apoteósico de un director devenido fundamental por Alien: El octavo pasajero (Alien, 1979) y Blade Runner (1982). En otro plano, es una metáfora acerca de las pretensiones capitalistas por conquistar y colonizar nuevos territorios al tiempo que realizan inversiones destructibles y generan bienes inútiles. Marte se convierte no en el inconsciente colectivo que refleja nuestros temores, sino en un espacio depositario de capital, porque finalmente la esencia de toda inversión monetaria es generar una ganancia.

La premisa del filme dista de ser compleja: Mark Watney (Matt Damon) es abandonado en Marte al pensarlo muerto después de que una tormenta obliga a la misión a dejar aquel planeta; sin embargo, está vivo y espera ser rescatado. La cinta que entrega Ridley Scott se ciñe en medida de lo real, a lo posible, convirtiéndose en una apología a la inteligencia y al pragmatismo, que se desdobla ágilmente mostrándonos el proceso de colonización de un planeta indómito, que reafirma la cualidad del hombre por invadir y ocupar.

La obra además ofrece una lectura geopolítica al evidenciar un reparto de roles clave, revelando por añadidura la condición contemporánea del texto en que se basa. La gente blanca y de color  ocupando altos puestos y los alemanes y latinos albergando la tripulación no son gratuitos, pero son opacados por la inserción más clara de China en el cine hollywoodense hasta ahora, no como un set sino como una figura de poderío económico y tecnológico. La fantasía de un viaje a Marte por parte del país asiático y de EUA revela las pretensiones neocoloniales de ambos países, recordando una cualidad hasta ahora inherente al modelo capitalista, el de invertir sus excedentes en programas superfluos y de expansionismo para mantener contrapesos económicos. El rescate –la tragedia– se convierte en un espectáculo y el mundo entero se une ante ello, exhibiendo un síntoma contemporáneo de la humanidad: la unión emocional y económica por empresas melodramáticas hábilmente apropiadas por la mercadotecnia, y bajo el argumento de la cinta, es imposible no pensar en los muchos otros habitantes de este planeta que también necesitan ser rescatados.

El despliegue de una ciencia ficción realista pone de manifiesto la ansiedad territorial de las potencias económicas y genera algunas interrogantes: ¿qué pasará cuando podamos llegar a otro planeta?, ¿no es primigenio y más económico y viable ocuparse de este mundo? Si se tiene el ingenio y tecnología para superar obstáculos interplanetarios, ¿qué nos falta para superar los que existen en la tierra?


Daniel Ángeles es comunicólogo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha colaborado en la revista Código y ha sido profesor adjunto de la UNAM. Fue parte del Jurado Joven de MICGénero 2015.