El rey y el bufón

El rey y el bufón

Por | 1 de julio de 2013

El rey y el bufón (Wang-ui namja, 2005) es una obra que resulta atípica para el público no iniciado en el cine asiático y sus refinadas maneras de poner en pantalla idiosincrasias alejadas de nuestro contexto occidental, y que tampoco está acostumbrado a su ecléctica hibridación de géneros fílmicos, pero cuidándose de nunca rebasar los límites de lo congruente.

El segundo filme como realizador del ahora experto en cine de época Lee Jun-ik (Seúl, 1959), es un filme de reconstrucción histórica ubicado en algún periodo de la dinastía Chosŏn (o Joseon), la más larga de la nación coreana, que se extendió cinco siglos, hasta 1910, y narra una historia de amor entre dos comediantes y acróbatas callejeros sometidos a los caprichos del déspota Yeon-san, monarca con un profundo complejo de inferioridad que vive opacado por la sombra del monarca anterior, su propio padre.

La anécdota se bifurca en dos caminos que la hacen sumamente interesante. El primero, en lo formal genérico, se trata de un drama romántico donde se pone de manifiesto que el sacrificio personal es la manera última de demostrar la pureza del sentimiento, algo por demás común de no ser porque se trata de un amor libremente homosexual, puesto en escena con una naturalidad admirable y que nunca roza lo fársico y mucho menos lo culposo, recursos manidos que siempre sirven de escudo “para salir al paso” cuando se trata de justificar, innecesariamente, la inclusión de la diversidad sexual.

Por el otro lado, y lo que redondea el discurso de este filme, es el advenimiento del humor como una postura política. El rey, que perdonó la vida de los comediantes que anteriormente hicieron escarnio de él sólo porque sus burlas a las altas esferas burocráticas lo hicieron reír, encuentra en las ácidas representaciones de sus bufones el paulatino desenmascaramiento de complots y corrupción que terminarán por tambalear su trono. Es entonces que esos pequeños hombres por vía de la sátira humorística les darán a otros el poder de derrocar gigantes. Y es así como la risa, en tiempos de terror, se convierte en una poderosa arma subversiva.

 

Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 5, verano 2013, p. 56) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.


José Luis Ortega Torres es fundador y editor de revistacinefagia.com. También es editor de Icónica y Subdirector de Publicaciones en la Cineteca Nacional. @JLOCinefago