El expreso del miedo
Por Abel Cervantes | 15 de octubre de 2015
¿Otro filme sobre el fin del mundo? Sí. El director coreano Bong Joon-ho (Daegu, 1969) utiliza un tren como metáfora del capitalismo (una máquina funcional, moderna, que sin embargo recuerda las imágenes del Holocausto donde los prisioneros judíos eran obligados a viajar en condiciones inmundas), operada por una persona, Wilford (Ed Harris), como representación del 1 vs 99 y, por lo tanto, de Occupy Wall Street. La historia es sencilla: intentando contrarrestar el calentamiento global, las naciones se unen para esparcir una sustancia refrigerante. Pero la tierra se congela a tal grado que es inhabitable. Wilford construye una máquina diseñada para autoabastecerse y acoger a los últimos sobrevivientes. Y desde el vagón principal decide el futuro de los pasajeros, divididos entre privilegiados y moribundos. Curtis, un revolucionario interpretado magníficamente por Chris Evans, encabeza un ataque para cambiar la situación.
Si la mayoría de las películas postapocalípticas centran su atención en la manera en que se destruye el mundo (El día de la independencia, 2012, El día después de mañana) o en la desesperanza luego de la catástrofe (La carretera, basada en la magnífica novela homónima de Cormac McCarthy), El expreso del miedo (Snowpiercer, 2013) describe con solvencia la tensión ejercida entre ambos bandos de la humanidad y las implicaciones sociales de esta fragmentación. Pero su principal mérito es ofrecer al espectador una catarsis al final de la historia, cuando el protagonista debe decidir entre eliminar a Wilford y dirigir el tren para mantener el orden o destruir la maquinaria para imaginar una nueva sociedad.
Desde Fredric Jameson y Slavoj Žižek se ha convertido en lugar común describir las inquietudes narrativas sobre el fin del mundo como una forma de expresar la incapacidad de imaginar nuevas formas de organización política y económica. Esta película centra su atención en el momento en que luego de un largo viaje que resume el sinsentido de la humanidad una persona debe elegir entre mantener una vida jerárquica o pensar en un orden diferente de las cosas. En la respuesta parece que el aniquilamiento es la única forma de comenzar una nueva era.
En todo caso, destacan las escenas donde el director coreano valora sutilmente los pequeños logros de la humanidad que vale la pena preservar, como la gastronomía (los humanos menos afortunados comen cucarachas, mientras que los otros sushi), la música (un violinista es considerado un afortunado que a cambio de sus servicios puede vivir en mejores condiciones), y la representación iconográfica resultado del talento artístico (un hombre capaz de dibujar el rostro de las personas usa su talento para registrar momentos emotivos en un pergamino. Los dibujos dotan de sentido la vida de los personajes).
Abel Cervantes es comunicólogo y editor de las revistas Código e Icónica. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Es profesor en la UNAM.
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