Hagen y yo

Hagen y yo

Por | 6 de octubre de 2015

Sección: Crítica

Directores:

Temas:

Una nueva ley prohíbe tener perros de razas mestizas en Hungría, lo que provoca que Hagen (el perro protagonista) sea separado de su dueña adolescente y se enfrente en solitario a varios episodios de crueldad humana que terminarán por desatar en él un instinto de venganza y a orquestar una revolución canina. La más reciente película de Kornél Mundruczó parte de esta premisa para confeccionar una trama que deambula momentáneamente por lo que parece ser un relato de amistad entre el perro y la chica, para dar paso a una historia de sangrienta represalia. En este sentido, existe un gran distanciamiento de su trabajo anterior, Dulce hijo (Szelíd teremtés – A Frankenstein-terv, 2010), en donde el desarrollo y tono de la historia estaban dictados por un formalismo más contenido, y de un carácter autoral que parecía no tener intenciones de llegar muy lejos en cuanto a audiencia se refiere. En Hagen y yo (Fehér isten, 2014), los géneros se diluyen gradualmente para conformar un producto que esquiva las etiquetas y que sabe hacer buen uso de las fórmulas en pos de una recepción más amplia. Ésta es una película intencionalmente más entretenida y accesible para nuevos públicos que su antecesora.

Sin duda, la parte más sustancial es la travesía de Hagen. En paralelo, transcurre la historia de la adolescente Lili, que si bien no despierta más emoción que la que vive el personaje, es la presencia  necesaria para la intención moralizante de la película. Hagen y yo es una fábula que utiliza la figura del perro para representar a una minoría social insertada en un contexto de segregación. La figura del animal le permite a Mundruczó hablar del tema de una forma más libre evitando las limitantes de abordar a un grupo social en específico. Incluso, el hecho mismo de que el perro sea mestizo expande la metáfora instalada en Hungría a un contexto más allá del país y de Europa. ¿Qué región del mundo no tiene problemas parecidos? Pero no vayamos tan lejos, tampoco era necesario el uso intencionado de este recurso para poner en evidencia el tema. Lecturas políticas aparte, el perro y el humano, ambos seres vivos, ambos animales, tienen el mismo derecho de vivir, de caminar libres, de pertenecer a un espacio, etc., y sin embargo esto no sucede. Además de dirigir a más de 200 perros corriendo por las calles de Budapest, el principal logro de Mundruczó radica en la universalidad que logra al plasmar temas como la intolerancia y la aceptación a partir de modelos fácilmente asimilables para públicos masivos. Esas mismas masas a las que el hombre blanco u occidental (el título original de la película significa Dios blanco) se ha encargado de domesticar a través de conquistas armadas, religiosas, políticas, económicas y culturales. El cine dentro de ellas.


Israel Ruiz Arreola forma parte del equipo editorial de la Cineteca Nacional desempeñándose como investigador especializado.