El web-documental
Por Diego Zavala Scherer | 14 de noviembre de 2016
A modo de contexto
A veinticinco años del lanzamiento comercial de internet, el panorama de los medios y los productos audiovisuales ha cambiado radicalmente. Los escenarios, nacional y mundial, se han transformado para siempre. El consumo de televisión en dispositivos móviles ya superó la cantidad de horas vistas en los aparatos receptores clásicos. Los canales tradicionales de televisión abierta están buscando, con desesperación, sobrevivir en la red, donde compiten con millones de contenidos que nunca pensaron se fueran a convertir en contendientes por la audiencia. Los festivales de cine están exhibiendo parte de sus selecciones en línea o liberan contenidos extra para atraer a los públicos vía internet para no dejar esa ventana sin explotar.
En México, la disputa por el internet como espacio de difusión fue más en términos de controlar la señal que de crear y gestionar contenidos. De este modo, la producción que los distintos actores del ecosistema de los medios nacionales han hecho, es ínfima. Parece que las televisoras se dieron cuenta tarde que las plataformas y páginas no eran sólo una expansión o repositorio de sus productos ya ofertados, sino el modo de consumo mayoritario del público mexicano, a pesar de la brecha digital. Si el escenario se plantea así cuando la mitad de la gente en México no tiene internet en casa o en un dispositivo móvil, ¿cómo será cuando eliminemos esta diferencia de acceso?
Este giro en los hábitos de lo que consumimos audiovisualmente, y ahora también interactivamente, es una llamada de atención para repensar qué tipo de historias nos ofrece esta nueva tecnología. ¿Qué clase de información y entretenimiento genera una plataforma como internet?, ¿cómo conviven estos nuevos productos con los que aún nos gustan y vemos de los medios tradicionales?
En medio de esta vorágine de los consorcios por tener radio, televisión, periódicos e internet dentro de las compañías que poseen, los productos transmedia han ido creciendo, apropiándose de características de todos los medios, de todos los modos, de todos los tipos de productos. Es en este escenario de productos que estrenan en televisión, pero tienen versión radiofónica, escrita y una aplicación para celular, en el que comenzamos a buscar opciones informativas y de entretenimiento.
Un producto emergente: El web-documental
En esta colisión de la informática, el arte y los medios de información y entretenimiento surge, hacia 2009, el web-documental. Como toda tecnología, busca satisfacer una necesidad social y, en el camino, genera historias, modos de contar, relatos. Mientras para algunos países eran evidentes su función y posibilidades, como son los casos de Francia, Canadá, Holanda, Gran Bretaña, Argentina, Brasil, Estados Unidos y España, en otros sitios simplemente no tuvo la acogida o el impacto que se podría esperar. También es cierto que algunos productores de estos países que no ingresaron en la primera ola de producción documental en la red se están subiendo después de ver el éxito y presencia de estos productos en festivales, portales de compañías importantes a escala global, hasta en las convocatorias a fondos públicos y privados.
Festivales de talla internacional como el de Toronto o el de Ámsterdam, especializado en documental, han abierto espacios de producción y tutoría, así como fondos para la producción de estos documentales en red. Incluso, ya se han generado índices y curadurías de las producciones más representativas, tal es el caso del índice DocShift del Festival de Toronto, o la línea del tiempo que ha hecho el Laboratorio Abierto de Documental del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Investigadores de todo el mundo han comenzado a publicar al respecto, como Mandy Rose, que trabaja sobre la noción de colaboración que las plataformas digitales permiten para la creación de estos productos; o Arnau Gifreu, catalán que ha sido editor, junto a Sandra Gaudenzi, de la primera revista de documental que dedicó un monográfico al tema. Ahora, conferencias y congresos se organizan en todo el mundo para reflexionar y presentar productos web de no ficción. Las universidades también comienzan a producir este tipo de documentales, como es el caso de la Universidad de Rosario, en Argentina, o Leeds Trinity College, en Gran Bretaña. Poco a poco las bondades de la red y la distribución de bajo costo también comienzan a abrir espacios de exploración vinculada a cursos en las escuelas.
Una tecnología entre muchas otras
El web-documental es parte de la revolución digital que los medios, en general, y el documental, en particular, han sufrido con el surgimiento del internet y con el crecimiento de la computadora como centro de la representación de la realidad. La información y gran parte del entretenimiento han dejado de pasar por las salas de cine y los televisores para ingresar en las tabletas y los teléfonos móviles.
Además, el documental desarrollado en la red coincide en tiempo con otras tecnologías emergentes (o reemergentes) como son la realidad aumentada y la realidad virtual. Junto con los videojuegos y las interfaces físicas que controlan objetos de nuestra vida cotidiana, a lo que nos enfrentamos ahora es a la expansión de avances técnicos para volver las experiencias audiovisuales interactivas o inmersivas. Es una suerte de confluencia entre el periodismo, la visualización de datos y los controladores informáticos usados en exhibiciones de museo o en espectáculos mecatrónicos.
Dentro de esta gran gama de productos, inventos y trucos para entretener e informar, probablemente el web-documental sea uno de los menos vistosos, pues utiliza la computadora como forma de interacción, donde el teclado, la pantalla o el ratón siguen siendo los mecanismos para ir avanzando y navegando por los contenidos escritos, sonoros o audiovisuales. Tal vez es esta cierta falta de espectacularidad la que ha impedido que tenga tanta visibilidad como la realidad virtual o los juegos de realidad aumentada; pero por el otro lado, este uso amigable basado en una tecnología ya naturalizada lo vuelve un producto fácil de consumir y al alcance de un gran público.
Características y posibilidades
El web-documental, también llamado documental interactivo, es un producto que usa como base tecnológica, e interfaz de la experiencia del usuario, una página web. En lugar de ver una película en proyección, el sitio web lo que permite es la exploración de los contenidos en un modelo de narrativa modular o fragmentada. Es como un rompecabezas para armar, en el que el espectador va descubriendo contenidos a medida que avanza e interactúa con la página, los menús y los hipervínculos.
Este ingreso en el ciberespacio, como se le ha dado a llamar, tiene dos características singulares que la proyección no tiene. Por un lado, la gran capacidad de almacenamiento de información dentro de un sitio web posibilita crear grandes bases de datos y un sinfín de posibles elementos para ser revelados al usuario. Por el otro, la experiencia inmersiva vinculada a la navegación de los contenidos hace que los principios básicos del audiovisual, como son el tiempo y espacio narrativo, se vivan de manera distinta. La libertad que la experiencia otorga al navegante depende de estos dos elementos, pues las decisiones expresadas en clics establecen un mapa de exploración distinto para cada usuario. El diseño de la interfaz y la cantidad de información albergada en el sitio web son las variables que determinan y guían a cada persona que entra a la página para experimentar el contenido.
Como dice Àngel Quintana, estamos pasando de un modelo tecnológico de experiencia audiovisual colectiva, como el cine y la televisión, a un modelo de consumo individualizado en la computadora o el dispositivo móvil. Esta característica del consumo también está presente en el documental interactivo. Y por más que la gran cantidad de información presente en un producto de este tipo y que tenga la capacidad de afectar a miles o millones de vidas, por la relevancia informativa que pueda tener, su forma de consumo es unipersonal, individualizada. Otras tecnologías, como la realidad aumentada o el videojuego, pretenden romper esta inercia de la soledad del consumo tecnológico al abrir la posibilidad a otras formas de interacción entre humanos y computadoras. Las tecnologías van vocacionándose y enfocándose a necesidades y consumos específicos, el web-documental ha optado por esta forma de interacción individual.
Este componente es uno de los elementos que podría hacer que la producción de este tipo de documentales pudiera no consolidarse en el gusto del público y, por tanto, que su éxito en la industria de la información y el entretenimiento se vea limitado. Pero mientras el tiempo decide si países como México, Colombia, Chile o Venezuela adoptan la producción de documental web como una pieza más de la batería de contenidos digitales en red para el público, ya hemos visto emerger algunos de los primeros ejemplos importantes y que merecen la pena seguir y analizar.
Tal es el caso de Geografía del dolor (Mónica González, 2014), documental mexicano sobre las historias de familias de desaparecidos; o de MAFI (Christopher Murray y Antoinio Luco, 2012), el mapa fílmico de Chile, donde un colectivo de cineastas suben pequeños videos de la vida cotidiana en ese país para armar una memoria audiovisual en forma de mapa-mosaico. También podemos encontrar el proyecto Quipu (Maria Court y Rosemarie Lerner, 2015) en Perú sobre las esterilizaciones forzadas de casi 300,000 personas en tiempos de Alberto Fujimori en aquel país. Si bien es cierto que la producción no se ha vuelto masiva, lo que sí queda claro es la relevancia de los temas que estos aventureros documentalistas han encontrado en el interactivo, y que dan fe de esta expansión narrativa y tecnológica del cine de lo real hacia nuevos horizontes, nuevas búsquedas, nuevos públicos.
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Este texto es el resultado de una colaboración entre Icónica y el IX DocsForum de DocsMX.
Diego Zavala Scherer es profesor investigador de la Escuela de Educación y Humanidades del Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI, nivel candidato). Sus líneas de investigación son la teoría documental, el cine expandido, el documental interactivo y la convergencia de medios.
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