The Walking Dead, 1ª temporada

The Walking Dead, 1ª temporada

Por | 1 de mayo de 2012

Sección: Crítica

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La renovación de los mitos clásicos del cine de terror ha necesitado de ponerse al parejo de la información y el conocimiento (o falta de) que manejan los nuevos públicos, y es la televisión la encargada de perpetuar y legitimar mixturas genéricas a partir de trasladar a sus formatos y lenguaje historias derivadas del molde establecido por Stephenie Meyer, principal abastecedora de miel y sangre rosa como la materia prima de argumentos donde los monstruos han sido edulcorados y sentimentalizados hasta el ridículo en series como The Vampire Diaries (Kevin Williamson y Julie Plec, 2009 a la fecha), Secret Circle (Andrew Miller y Kevin Williamson, 2011-12) o Teen Wolf (Jeff Davis, 2011 a la fecha).

Ahora bien, de la galería de engendros clásicos, es el zombi quien se erige como la figura a contracorriente de la moda desde su trinchera de lo pútrido. The Walking Dead (2010 a la fecha), a partir del cómic escrito por Robert Kirkman y dibujado por Tony Moore y Charlie Adlard, es llevada a la pantalla en una miniserie de seis episodios por Frank Darabont, cuyo mérito radica en mantener los valores de locura, paranoia y muerte. Su tino comienza desde la decisión de evitar la explicación de la amenaza: Rick Grimes, el protagonista de la historia, despierta de un coma en un hospital derruido cuando el apocalipsis ya sucedió.

A partir de ahí el camino por la supervivencia lo lleva a buscar a su familia, creando un arco melodramático que se combinará con explosiones de violencia, acción y gore. The Walking Dead está pensada como un producto para públicos adultos gustosos a partes iguales del terror y del melodrama, como el propio Darabont (Montbéliard, Francia, 1959) lo es, si nos atenemos a lo visto en su magnífico filme The Mist (2008), donde la carga emocional resulta igual de penetrante que los momentos propiamente terroríficos. Virtud que se nota plenamente en este zombirial donde lo mismo retoma el clasicismo homenajeante –el segundo episodio con los protagonistas encerrados en un centro comercial ¡como en la Dawn of the Dead (1979) romeriana!–, que la víscera expuesta y hasta la reconciliación romántica.

No es gratuito, entonces, que en esta ecléctica televisión moderna se levante The Walking Dead como una reivindicación del terror, pero sin provocar el miedo: la intención es subvertir los roles de humanos y monstruos en medio de un caos, donde la reestructuración de las relaciones sentimentales del individuo (el restablecimiento del vínculo matrimonial, la solidaridad fraterna, el amor filial) son la primera piedra para una posible, pero poco probable, restauración de la sociedad tal y como la conocemos.

Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 0, primavera 2012, p. 55) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.


José Luis Ortega Torres es fundador y editor de revistacinefagia.com,  coeditor de Icónica y editor del Programa mensual de la Cineteca Nacional.