Hermosa juventud

Hermosa juventud

Por | 14 de agosto de 2015

Sección: Crítica

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El quinto largometraje de Jaime Rosales (Barcelona, 1970) es una afilada crítica a la crisis española actual. Crisis no sólo económica, sino también social y política. Las primeras secuencias de Hermosa juventud (2014) recuerdan a sus primeros dos filmes, Las horas del día (2003) y La soledad (2007), donde la cámara observa a los personajes a través de una mirada enrarecida y distante. Pero en la medida que el filme avanza recurre a otras herramientas poco usuales en la filmografía del español: elipsis con fotografías de la vida de los personajes que se proyectan a través de un celular, conversaciones en plataformas digitales, movimientos de cámara intrépidos o imágenes de videojuegos que denuncian la inmadurez de la juventud.

Natalia (Ingrid García Jonsson) y Carlos (Carlos Rodríguez) son dos jóvenes enamorados e ingenuos que esperan una hija luego de grabar un video porno casero, a cambio del cual consiguen algunos euros. Irónicamente, el dinero fácil trae como consecuencia un evento que los deja en bancarrota. Sin trabajo e incapaces de afrontar un panorama económico desalentador, observan cómo su relación se cae a pedazos. Probablemente Hermosa juventud es el filme menos arriesgado formalmente de Jaime Rosales: sus diálogos, actuaciones y fotografía impecables obedecen a cánones que algunas series de televisión o cintas dramáticas hollywoodenses han utilizado brillantemente. (Es sintomático que la crítica de cine española más conservadora ha acogido con buenos comentarios este filme.) Pero la hermosa juventud del director español —que alcanzó reconocimiento internacional con La soledad, ganadora de un Goya, y crítica adversa unánime con Tiro en la cabeza, película sin diálogos sobre el asesinato que dos etarras perpetuaron en Capbreton— es inútil, desinteresada y apática. La juventud sufre una situación económica inestable que no provocó, pero tampoco hace nada para remediarla, parece decirnos Rosales, que ha adquirido gran talento para relatar la complejidad de las relaciones personales en un contexto adverso sin ofrecer mensajes aleccionadores.

En el desenlace de la película, Natalia insiste en conseguir trabajo en Alemania, un país próspero que ofrece los empleos que no hay en España. Separada de su hija y de Carlos, la escena final devela una imagen terrible e inquietante. Alemania, cuyas acciones sobre la crisis de Grecia han sido voraces y desalentadoras, ofrece alternativas económicas a personas de otros países de la Unión Europea que buscan un mejor futuro financiero. Pero, ¿a qué costo?


Abel Cervantes es comunicólogo y editor de las revistas Código e Icónica. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción(2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Es profesor en la UNAM.