¿Por qué la sociedad sigue sin aceptar

¿Por qué la sociedad sigue sin aceptar el porno?

Por | 23 de agosto de 2016

Si uno quisiera guardar en el sitio Letterboxd una cinta catalogada para adultos, como Red Heat (1975), de Ray Dennis Steckler, verá su deseo negado, aun cuando el filme está registrado en Internet Movie Database (IMDb). Por el contrario, sí puede archivar películas como Ninfomanía (Nymphomaniac, 2013), de Lars von Trier; La vida de Adèle, (La vie d’Adèle, 2013), de Abdellatif Kechiche; Calígula (1979), de Tinto Brass; El último tango en París (Ultimo tango a Parigi, 1972), de Bernardo Bertolucci; Saló o Los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma, 1975), de Pier Paolo Pasolini o El extraño del lago (L’inconnu du lac, 2013), de Alain Guiraudie, que exponen escenas de sexo explícitas. ¿Qué diferencia hay entre la primera cinta del resto?

Dentro de los subgéneros del cine existen películas que a pesar de contar con todas las características del porno (como la desnudez o el sexo explícito) son aceptadas dentro del cine de arte, como sucede con el sexploitation, que, por cierto, sí se puede almacenar en Letterboxd.

Tomemos otro caso. ¿Cómo catalogar la cinta más reciente de Gaspar Noé, Love (2013), que muestra escenas de sexo explícito de la misma manera que una película porno? Dado que la cinta se estrenó en el Festival de Cine de Cannes, se puede decir que en realidad es cine de arte. Pero, ¿la respuesta es tan sencilla?

El cine porno es una variación del cine. Lo mismo que los comerciales, los videos musicales, el videoarte o el cine serie B, el porno es un discurso integrado por imágenes en movimiento. Pensemos en Garganta profunda (Deep Throat, 1972), una cinta que a pesar de venir del porno se la ve como parte de la historia de la disciplina. ¿Por qué se recuerda más a esta película que otras de su tipo? Y, más importante aun: ¿por qué las películas porno siguen generando sorpresa en festivales y salas comerciales?

La desnudez y el arte tienen una relación añeja. Como ejemplo pueden mencionarse las pinturas de Rubens, Goya, El Bosco, Tiziano o Schiele. Sin embargo, las pinturas de estos artistas no sólo destacan por lo que retratan sino sobre todo por su técnica y simbolismo. ¿Puede el cine porno medirse con los mismos parámetros? ¿Puede argumentarse que las imágenes provenientes de este tipo de cine son violentas para la sociedad? Si la respuesta es sí, ¿no es el cine hollywoodense de acción más violento al mostrar escenas de muerte a diestra y siniestra? La violencia es permitida en el cine, el sexo no.

Regresemos al punto inicial. ¿Cómo puede diferenciarse al cine artístico del porno? ¿Cuál es la diferencia entre, digamos, Lars von Trier y Tinto Brass, o Joe D’Amato y Pasolini?, verdaderos auteurs reconocidos por la industria a la que pertenecen. Si una película tiene una trama, crítica social, un relato complejo y las escenas explícitamente sexuales están justificadas por la historia, entonces se las acepta como parte de un motivo artístico. Pero, ¿qué pasaría si alguien de la industria del porno hiciera un remake de El ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), de Orson Welles, respetando los saltos espaciotemporales y los propósitos estilísticos de la original? ¿Se lo aceptaría como un filme artístico?

Para la mayoría de los críticos El imperio de los sentidos (Ai no korīda, 1976), de Nagisha Ōshima, tiene fines artísticos, aunque el 80% de sus escenas se dedican a mostrar sexo explícito. ¿Cómo se dictamina su valor? ¿Quiénes son los responsables de esta clasificación? ¿El establishment cinematográfico? ¿La crítica? No hay duda de que mucha gente está interesada en el porno, los números así lo indican, pero rara vez el espectador lo manifiesta. ¿A qué se debe?

Lo cierto es que los creadores de Letterboxd, lo mismo que los responsables de los festivales cinematográficos, tienen criterios parecidos para catalogar a unas y otras películas, ora como cine de arte ora como cine porno. ¿Puede el cine porno alcanzar tintes artísticos? Si a través de un contrato colectivo implícito la sociedad decide qué es lo correcto, qué es estético y qué es moralmente aceptable, ¿aspiramos a que el cine porno sea aceptado como una manifestación cultural que se produce dentro de nuestra sociedad?


Amaury Pérez es redactor freelance de cine y cultura pop. Estudia Lenguas Extranjeras. @elcastillo