El pasado

El pasado

Por | 1 de octubre de 2014

Sección: Crítica

A Asghar Farhadi le gusta realizar metáforas visuales para sus intrincadas historias. En la primera secuencia de El pasado, Marie va a recoger a Ahmad al aeropuerto. Tras un primer encuentro que no podemos escuchar porque ambos están separados por un vidrio, los dos corren bajo la lluvia y entran a un auto. En cuanto enciende el motor y va en reversa para salir del estacionamiento, Marie choca contra algo que no alcanza a ver. A este primer retroceso accidentado pronto le seguirán una serie de colisiones emocionales cada vez que los personajes involucrados en esta historia volteen hacia el pasado.

Los protagonistas de esta cinta, la siguiente realizada por el director iraní tras la exitosa Una separación (Jodaeí-e Nader az Simin, 2011), se encuentran para concluir un proceso de divorcio. Esta premisa, que une de cierta manera las dos cintas más recientes de Farhadi, es apenas una parte del meticuloso castillo de naipes que se irá construyendo a lo largo de la trama. El guión, escrito por el propio director, ahonda en lo difícil –a veces imposible– que resulta dejar atrás el pasado para poder seguir adelante. Lo interesante es que la narración está estructurada a la manera de un filme de misterio, si bien es indudable que estamos ante un drama, también es evidente que una de las tareas de Ahmad será desentramar un misterio que parece enturbiar la actual relación de su próxima exesposa.

El pasado es la primera película que Asghar Farhadi (Khomeini Shahr, 1972) filma fuera de Irán, y como en una especie de paralelismo, Ahmad (Ali Mosaffa) vuela de Irán a Francia a petición de Marie. Él representa el pasado de esta mujer que tiene la intención de volver a casarse, por lo cual necesita finiquitar su anterior matrimonio. Bérénice Bejo, ganadora del premio a mejor actriz en el Festival de Cannes, encarna a esta mujer, madre de dos hijas, que se ha enamorado de Samir (Tahar Rahim), padre del pequeño Fouad y esposo de una mujer que se encuentra en coma en un hospital.

Es justo esta situación de Samir la que provoca tensión entre Marie y su hija mayor, Lucie, quien no está de acuerdo con que alguien que tiene a su esposa en coma quiera contraer matrimonio con alguien más. Además, de acuerdo a lo que le ha tocado vivir, Lucie está segura de que esta unión tiene fecha de caducidad: ha visto a su madre casarse tres veces e, inevitablemente, la persona en turno termina por irse. Su temor surge de dos fuentes: del pasado de Samir y del de su propia familia, el cual ya está cansada de repetir una y otra vez. Incluso está convencida de que Marie se enamoró de Samir por una razón, porque se parece a Ahmad.

Al igual que en Una separación, en El pasado, (Le passé, 2013) está interesado en explorar los sentimientos que unen y separan a las parejas cuando se enfrentan a situaciones que los ponen a prueba y amenazan sus planes futuros. El cineasta no recurre a eventos extraordinarios para hacerlo, simplemente delinea a sus personajes como personas que toman decisiones, buenas y malas, y que deben atenerse a las consecuencias de las mismas; sus dilemas son complejos porque son reales. Asimismo, la puesta en escena revela a un director que opta por soluciones aparentemente sencillas, sin embargo, es posible ver en éstas una fluidez narrativa a la que no le hace falta más que unos cuantos planos para presentar a sus protagonistas y cómo se desarrollan dentro de su entorno, al igual que los grandes novelistas son capaces de describir a su personaje principal en un solo párrafo.

La historia narrada por Farhadi tiene una especie de estructura circular: inicia con el regreso de Ahmad, quien en un intento por cortar con su pasado se enfrenta a un choque literal y metafórico, y termina, en un solo plano de más de cinco minutos, con Samir regresando a su propio pasado, el cual está marcado por la culpa y todavía empañado por el misterio. Esta escena hace énfasis en la idea central del filme: en algún momento hay que regresar sobre nuestros pasos para enfrentar aquello que dejamos atrás, porque, nos guste o no, el pasado es algo que no nos soltará nunca.

 

Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 10, otoño 2014, p. 42) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.


Rebeca Jimérnez Calero es crítica de cine y profesora de Comunicación en la UNAM.