Érase una vez
Por Gustavo E. Ramírez Carrasco | 5 de diciembre de 2018
Sección: Crítica
Directores: Juan Carlos Rulfo
Temas: Cine documentalCine documental mexicanoCine mexicanoÉrase una vezJuan Carlos Rulfo
En 2018 Juan Carlos Rulfo ya puede ser considerado como un director clásico para el cine documental mexicano. En el casi lejano 1999, su primer largo, Del olvido al no me acuerdo, anticipó la oleada de lo que cinco o seis años más tarde ya podía ser visto como un boom: un manojo de cineastas –entre los que podemos destacar nombres como el de Everardo González, Eugenio Polgovsky y Pedro González Rubio– volcados a capturar la realidad mexicana con una vocación de registro que expandía los alcances del llamado “género documental” hasta ese momento de la producción de cine en el país. En el hoyo (2004), su segunda película, ya de plano proclamaba con desparpajo formal e incuestionable lucidez el triunfo de esa forma cinematográfica; y Los que se quedan (2008), la que siguió –y que codirigió junto a Carlos Hagerman–, reafirmó de una vez por todas la liquidez narrativa no sólo de su estilo personal, sino de todo un movimiento del documental que iba ganando cada vez mayor terreno frente a la irregular producción del cine de ficción.
Después de prácticamente diez años y algunos proyectos que incluyeron la elaboración de las memorias fílmicas del emblemático escritor y guionista francés Jean-Claude Carrière en Carrière: 250 metros (2011) y algunos trabajos para la televisión, Rulfo (ciudad de México, 1964) ha vuelto a dirigir un largometraje en solitario, Érase una vez, una película destacada no sólo porque en cierta forma recupera los intereses mexicanistas que caracterizaron a la primera etapa de su obra, sino porque con ella, por primera vez, parece instalar su exploración desde el ángulo de una mirada infantil.
Luisa, una niña rubia de diez años, e hija de Juan Carlos Rulfo, «tiene el sueño de tener un sueño». Sus reflexiones, a media voz frente a una vela y con la penumbra como fondo, van abriendo paso a la serie de imágenes cinemáticas de un bosque que sirven de preámbulo para Érase una vez (2018), un documental que por momentos adquiere la forma de un cuento de ensueño, un poco como visto por la mirada de Luisa, un poco en la clave rulfiana que, como es lógico –Rulfo es el hijo de Rulfo, el coloso de las letras mexicanas– ha definido también a la obra del director capitalino. El paulatino aterrizaje nos llevará a lugares tan disímiles de México como la Costa Chica de Guerrero, Papantla, en Veracruz, la Sierra Gorda de Guanajuato y Valle de Bravo, todo para ir encontrando personajes lúcidos y queribles pese a su fugacidad en la pantalla.
Sin embargo, lo nuevo de Juan Carlos Rulfo no es una obra que esté en condiciones de equipararse con las mejores películas del director. Aunque dotada del mismo estilo que lo convirtió en referente –incluidos elementos como los collages sonoros en la musicalización de su colaborador en varios proyectos, Leonardo Heiblum (ciudad de México, 1970)–, su estructura es notablemente inconexa, su hilo conductor –las reflexiones de la joven Luisa sobre “el sueño de la vida”– débil, y algunos de sus personajes –como el interesante dúo de copleros de huapango Leones de la Sierra de Xichú– se sienten aislados y desaprovechados por una trama que tal vez por su intención abarcadora no parece conducir a ningún punto en concreto.
Aun con lo que podríamos considerar como “flaquezas narrativas”, Érase una vez agrega algunos a la larga lista de momentos resplandecientes en los registros documentales de Rulfo –además de pionero en la “nueva ola” de la no-ficción mexicana, un excepcional cinefotógrafo–: la llamativa vitalidad en las danzas de los Diablos en la Costa Chica de Guerrero, por ejemplo, o el proceso de crecimiento ritual de los muy jóvenes integrantes de la Danza de los Voladores, en Papantla, Veracruz.
Esperemos mejores películas en la obra futura de un director que ha inspirado a todo un movimiento fílmico en el país.
Gustavo E. Ramírez Carrasco es editor en el Departamento de Publicaciones y Medios de la Cineteca Nacional. Contribuyó con un estudio sobre la obra de Pedro González Rubio al libro Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Documental (2014). @gustavorami_
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