La Chica del Sur
Por Gustavo E. Ramírez Carrasco | 1 de octubre de 2013
En 1989 el proyecto de un socialismo internacional políticamente unificado estaba en declive, y las crecientes tensiones entre los dos grandes polos económicos e ideológicos del mundo anunciaban un desenlace distinto a la dictadura del proletariado a la que Marx apuntó. De hecho, los países socialistas nunca habían sido paraísos igualitarios, y a la plena realización de la anhelada desaparición de las clases sociales se había opuesto el totalitarismo y las contradicciones estructurales de los estados nación.
Aquel año, apenas uno antes de que en Berlín la caída del Muro comenzara a desmoronar las aspiraciones del socialismo en Europa, José Luis García, un argentino de 24 años, viajó por azar a Corea del Norte para asistir a un encuentro internacional de juventudes socialistas. No lo hacía como militante, y sus intereses estaban bien lejos de las consignas y la firma de pronunciamientos en contra el imperialismo internacional.
A García (Buenos Aires, 1965), desde entonces interesado en el cine, lo motivaba la curiosidad, que canalizó registrando todo lo que se moviera en ese hábitat extraño con una cámara High-8 prestada por un amigo. Allí, en la efervescencia crepuscular de Pyongyang, fue fascinado por una figura súbitamente iluminada por la prensa asistente: Su-kyung, una bella chica surcoreana que contra toda norma se había atrevido a viajar a Corea del Norte para formar parte del encuentro. Su obsesión por ella transformó el resto de su registro de 1989, que terminó por ser un seguimiento algo idílico de la llamada “Chica del Sur”, con quien entonces jamás cruzó una palabra.
El retorno a esas memorias visuales –de una calidad extraordinaria– comprende la médula del documental continuado por García 25 años después. Pero, al contrario de lo que se pensaría en un inicio, este retorno no se suspende en la nostalgia por el pasado, ni se concentra únicamente en el montaje de materiales de archivo; más bien, representa la introducción a una nueva búsqueda. Tras los pasos de la enigmática y esquiva Su-kyung, los recuerdos de García no sólo lo conducen a pisar de nuevo tierras coreanas –esta vez del lado sur– y desmarcar de paso su propuesta de todo tono ideológico: convierten a su documental en un absorbente viaje personal, inteligente compulsivo y quijotesco.
Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 6, otoño 2013, p. 59), y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
Gustavo E. Ramírez Carrasco es editor en el Departamento de Publicaciones y Medios de la Cineteca Nacional. @gustavorami_
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