Dulces sueños, mamá

Dulces sueños, mamá

Por | 3 de diciembre de 2015

A últimas fechas, más o menos de un par de años hacia acá, el género de terror pareciera haberse desatascado de la manera en que menos lo esperaban los fans y la crítica, siempre reacia a tratar de manera justa a este tipo de filmes: a partir de asumir ciertas constantes autorales del cine contemplativo contemporáneo.

Si bien es cierto que el término “autoral” se puede aplicar a la obra cinematográfica de realizadores habituales al cine de terror que han sabido construir un imaginario y mitología propios, como sería el caso de Dario Argento, Takashi Shimizu o Wes Craven, lo cierto es que ellos, entre otros, finalmente se aseguran de cumplir con activar los resortes propios que dan legitimidad al género.

Lo dicho se dirige al análisis de filmes mucho menos esquemáticos o derivativos, como podrían ser Una chica regresa sola a casa de noche (A Girl Walks Home Alone at Night, Ana Lily Amirpour, 2014) o Dulces sueños, mamá (Ich seh, Ich seh, 2014), la opera prima de Severin Fiala y Veronika Franz (Viena, 1985 y 1965, respectivamente), quienes anteriormente habían codirigido el documental Kern (2012). Este debut presenta un thriller fantástico que deriva en el terror de una manera inteligente e innovadora con la puesta en escena minimalista donde basta un único escenario, una casa aislada en medio de un bosque ominoso, y tres personajes que sostienen el 95% de la trama encerrados ahí: una pareja de niños gemelos y su madre, o quien dice ser su madre.

La anécdota cuenta que la madre ha sufrido un accidente automovilístico que ameritó cirugía en el rostro, por lo que al regresar a la casa con sus hijos llega con la cabeza cubierta por completo en vendas. Esto, aunado a un marcado cambio de carácter, hace que los críos sospechen que la mujer que se ha instalado en su casa no es su progenitora. A partir de eso, Dulces sueños, mamá va creando una atmósfera inquietante y de constante tensión al construir una relación tirante entre hijos y madre que va dando paso a un juego de trampas por descubrir la verdad ellos y defenderse contra toda sospecha ella.

Sin embargo, y a pesar de lo que pueda sugerir la anécdota, la película se desarrolla, por momentos, entre silencios y cámara parsimoniosa, planos fijos y descripciones del entorno pesado y gélido, llevando al público a un ejercicio de introspección siguiendo las personalidades del trío para hurgar en sus emociones y tratar de dilucidar el misterio que los envuelve. No es de extrañar esta decisión en la puesta en escena si ponemos un poco de atención en los créditos del filme y descubrimos que la codirectora, Veronika Franz, es bien conocida como la guionista de cabecera del cine de ficción de Ulrich Seidl –a ella se deben los textos de  Días perros (Hundstage, 2001),  Import/Export (2007) y la trilogía Paraíso (Paradies: Liebe, Glaube, y Hoffnung, 2012-13). El auteur austriaco produce este debut que posiblemente sin quererlo, o tal vez de manera premeditada, presenta los mismos ambientes usados en sus ficciones (sitios cerrados y sórdidos que esconden en sus entrañas secretos malévolos, mientras hacia afuera parecen modelos de perfección y orden), pero trastocados por algunas constantes del cine fantástico con un velo de realismo que la hace todavía más inquietante. Bienvenidas estas mixturas antes impensables.


José Luis Ortega Torres es fundador y editor de revistacinefagia.com y Subdirector de Publicaciones en la Cineteca Nacional.