La maldición de Thelma
Por Aurora Tejeida | 22 de marzo de 2018
Este ha sido un buen año para películas que giran en torno a personajes femeninos complejos. Historias de mujeres jóvenes que están tratando de encontrar su lugar en el mundo cuyos descubrimientos, en casos como los de Lady Bird (Greta Gerwig, 2016) y La maldición de Thelma, incluyen el despertar sexual. Thelma además tiene poderes sobrenaturales.
La escena inicial de La maldición de Thelma (Thelma, Joaquim Trier, 2017) es una forma perfecta de describir el carácter de esta cinta. En un bosque cubierto de nieve en algún lugar de Noruega, un hombre y su hija de cinco o seis años están de caza. De pronto, la niña descubre un venado a la distancia, el padre levanta su rifle, pero en lugar de apuntar hacia el venado, lentamente mueve la mira hacia la cabeza de su hija. Al final decide no disparar y el venado huye. La escena es simultáneamente monstruosa y enigmática.
No es sorprendente que esta cinta haya sido comparada con Carrie (Brian De Palma, 1976). Thelma, interpretada por la talentosa Eili Harboe, es una joven sobreprotegida que está iniciando sus estudios en la universidad. Hasta ese momento ha sido educada en su hogar por su padre controlador y su madre distante, ambos extremadamente religiosos. Ésta es la primera vez que Thelma deja su hogar y su pequeña comunidad rural.
Pero vivir en la ciudad no le permite ser libre en realidad: sus padres le llaman constantemente para preguntarle cómo le va en la escuela o qué se está haciendo de cenar; le dejan en claro que saben su horario de clases… Y, peor aún, su vida en total aislamiento ha hecho que no sepa cómo interactuar con otras personas de su edad.
Un día, mientras está estudiando en la biblioteca de la universidad, otra joven, Anja (Kaya Wilkins), se sienta junto a ella y Thelma de inmediato empieza a tener un ataque epiléptico, al mismo tiempo que decenas de pájaros empiezan a chocar contra los vidrios del edificio. A los pocos días se vuelven a encontrar, esta vez en la alberca, y Anja se acerca a preguntarle cómo está.
Después del encuentro, Thelma hace lo posible por volver a hablar con ella y al poco tiempo empiezan una amistad, gracias a la cual Thelma hace cosas que nunca había hecho antes, como salir a bailar y tomar alcohol. Está completamente enamorada de Anja, y al acercarse más a ella sus ataques epilépticos empiezan a empeorar. Un día, en el hospital, Thelma descubre que no es la primera vez que ha sufrido de epilepsia y que algo que ella no recuerda sucedió en su niñez.
Además de todo, cosas extrañas suceden justo antes o después de sus ataques. Una noche sueña con Anja y al despertar descubre que ella está parada afuera de su edificio sin saber cómo llegó ahí. Al poco tiempo, descubre que Anja también está enamorada de ella, revelación que le causa un conflicto interno que, gracias a sus poderes sobrenaturales, tendrá terribles consecuencias.
El guionista e instructor de escritura Robert McKee considera que la herramienta más poderosa del cine es el subtexto. Este es quizás el elemento más emocionante de esta cinta, la exposición es casi inexistente y, además, nuestra narradora –si se le pudiera llamar así, dado que en realidad no narra la cinta, pero vemos todo desde su perspectiva–, Thelma, es poco confiable. Ni ella ni nosotros sabemos qué es real durante la mayor parte de la cinta. Inclusive al final no sabemos exactamente qué sucedió o qué tan confiables son sus recuerdos.
La maldición de Thelma es técnicamente un thriller, pero bien podría ser la historia de origen de un superhéroe (o supervillano, dependiendo de cada interpretación de la cinta), y al mismo tiempo una historia romántica. Tiene escenas propias de un thriller, incluyendo iconografía bíblica y de la brujería medieval con víboras, sangre y leche, fuego; escenas en el hospital que son escalofriantes y hermosas (no es apta para personas con epilepsia por el uso de luces en algunas escenas); una secuencia inolvidable donde una alberca se convierte en una especie de espejo y prisión en una dimensión imprecisa; pero, a diferencia de otros thrillers, lo que impulsa la cinta es el despertar sexual y emocional de una joven reprimida. El monstruo real es la falta de control que Thelma tiene sobre su cuerpo y su vida.
Aurora Tejeida tiene una maestría en periodismo de la Universidad de Columbia Británica. Colabora en varios medios canadienses y mexicanos.
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