Jazmín azul
Por César Albarrán Torres | 1 de enero de 2014
Sección: Crítica
Directores: Woody Allen
Temas: A Streetcar Named DesireBlue JasmineCate BlanchettJazmín azulTennessee WilliamsUn tranvía llamado deseoWoody Allen
El filme más reciente del veterano director neoyorquino Woody Allen (1935) es en realidad fruto de tres autores. Me refiero al propio Woody, al dramaturgo Tennessee Williams (Columbus, Misisipi, 1911-Nueva York, 1983), en cuya obra Un tranvía llamado deseo (1947) se inspira esta cinta, y la actriz Cate Blanchett (Melbourne, 1969), quien ofrece el mejor papel de su carrera construyendo a un personaje caleidoscópico que, sin embargo, resulta cruda, resplandecientemente real.
Como en el argumento de Williams, el filme trata de una mujer que vivió una existencia acaudalada antes de caer en la desgracia y no tener otro remedio más que buscar asilo en casa de su hermana, humilde para los estándares a los que está acostumbrada. Los personajes ya arquetípicos son aquí interpretados con pericia por Blanchett como la alucinante Jasmine/Blanche, la británica Sally Hawkins como la despistada y bonachona hermana Ginger/Stella y Bobby Cannavale como el novio de ésta, Chili, una suerte de Kowalski despistado. Allen muda la trama de Nueva Orleans a San Francisco, contraponiendo a la ciudad californiana con Nueva York, el paraíso en que Jasmine derrochaba altanería cuando vivía con su esposo millonario, Hal (Alec Baldwin), al que conocemos a través de precisos flashbacks que se entretejen con el presente para armar el complejo rompecabezas de la psique de la protagonista.
Allen sale así del estancamiento que vivió con cintas recientes como la insoportable Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), y nos ofrece una cinta que si bien no tiene la frescura creativa de sus obras maestras, sí retoma los temas esenciales de su filmografía. Así, vemos su firma de autor en diálogos hilarantes y situaciones que lidian con las normas de la alta y la baja cultura, el deseo carnal y la manera en que las malas decisiones del pasado envenenan al porvenir.
Blanchett merece mención aparte como Jasmine. A pesar de que Allen cuenta con un reparto talentosísimo que incluye al comediante Louis C.K., la australiana se mantiene firme como epicentro del filme. El egocentrismo extremo del personaje hace que toda la acción gravite hacia ella. El optimismo usual de Allen no puede aquí encontrar redención para Jasmine, víctima de sí misma y sus fétidos aires de grandeza
Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 7, invierno 2013-14, p. 50) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
César Albarrán Torres, investigador del Departamento de Culturas Digitales de la Universidad de Sydney, es crítico de cine en México y Australia. Su ensayo “Los domingos de Fernando Eimbke” aparece en el libro Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012).
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