Cantinflas
Por José Antonio Valdés Peña | 1 de enero de 2015
Sección: Crítica
Temas: BiopicsCantinflasCantinflas (película)Películas biográficasSebastián del Amo
Cantinflas, la película de Sebastián del Amo (París, 1971), se preocupa demasiado por adentrarse, de forma caóticamente fragmentada, en la vida de un personaje que fue la figura cómica más importante de Hispanoamérica. El punto de partida de la narrativa es su mayor éxito internacional, cuando Hollywood lo llama a participar en la mastodóntica La vuelta al mundo en 80 días (Around the World in Eighty Days, Michael Anderson, 1956) y hasta un Globo de Oro le ganó a Marlon Brando. Entrecortado transcurre el relato de los orígenes del personaje, de cómo Mario Moreno Reyes (ciudad de México, 1911-93) se volvió Cantinflas, de la lucha diaria en las carpas al remanso del éxito.
Cantinflas (2014), la película, es como una puesta al día de las utopías caprianas: historias de éxito protagonizadas por hombres que se forjan a sí mismos, sacrificando en el camino no solamente a aquellos con quienes forjaron su destino sino también a sus raíces. Pero todo vale por pisar Hollywood. Como película biográfica no funciona, pues es sólo un fragmento de una vida que, por otro lado, no era tampoco muy interesante, pues Mario Moreno, sin ser Cantinflas, siempre fue una figura hierática escondida siempre detrás de unas gafas negras, como si se escondiera del mundo, como si negara una identidad que él construyó de las calles mismas, cuando arrastró al “pelado” postrrevolucionario hasta la pantalla grande para que se convirtiese en un paladín que no tenía nada que perder y que se defendía con base en su lenguaje. Tal vez detrás de esos lentes oscuros estuviese la pena por traicionarlo incorporándolo al sistema, en busca de un poder a nivel personal que dejó ganancias millonarias pero asesinó a tan expresivo personaje.
La mejor película sobre Mario Moreno ya se filmó. La hizo Orson Welles en 1941 y se llamó El ciudadano Kane (Citizen Kane). La historia de un hombre que mientras construye alrededor de sí mismo un imperio millonario basado en la manipulación de la información para alcanzar el poder, va alejándose de sus orígenes hasta alienarse por completo, encerrado en el mausoleo monumental que él mismo construyó.
Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 11, invierno 2014-15, p. 48) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
José Antonio Valdés Peña es subdirector de Información y vocero de la Cineteca Nacional. Conduce la sección “Miradas al cine” del noticiero matutino de Canal Once e imparte clases en el Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación.
Entradas relacionadas
Cinco postales móviles de una ciudad (¡Ya México no existirá más!)
Joker: Folie à Deux: Tiempo de diagnósticos
Por Mariano Carreras
16 de octubre de 2024Longlegs, el terror que no fue
Por Israel Ruiz ArreolaWachito
17 de septiembre de 2024Mudos testigos: Levemente real, levemente espectral
—¡Ah, una nueva emoción! —Hola, soy ganas de criticar IntensaMente 2
Por Israel Ruiz ArreolaWachito
9 de julio de 2024Río de Sapos, cine de lo desconocido
Por Gustavo E. Ramírez Carrasco
5 de julio de 2024