Tierra de vampiros
Por José Luis Ortega Torres | 1 de junio de 2012
Sección: Crítica
Género: Road movieTerror
Directores: Jim Mickle
Temas: Cine estadounidenseJim MickleStake LandTierra de vampiros
Cuando se habla de hacer cine independiente, se encuentra implícita ya la manufactura conscientemente autoral, de tal manera que a priori se establecen parámetros que sitúan al filme en turno a contracorriente de las modas genéricas establecidas en su momento. La crítica, no obstante, casi nunca habla de esto en el cine de terror, que sigue marginado a un público de fervientes conocedores, siendo que históricamente se ha comprobado que su capacidad de sacudir al inconsciente colectivo por medio de alegorías socioculturales a partir del uso del miedo, es de una amplitud crítica y penetración popular contundentes.
Tierra de vampiros (Stake Land, 2010), segundo trabajo del tándem del director Jim Mickle (Pottstown, 1979) y el actor Nick Damici (Nueva York, 1959), ambos también guionistas, es una road movie precisa, alejada del terror mockumentary al uso, y de la actual ola de vampiros teens. Consistente con todas las líneas genéricas de ese cine donde el desplazamiento físico implica el crecimiento de espíritu y un aprendizaje moral, la película presenta a Martin (Connor Paolo), un adolescente que ve morir a sus padres atacados por un monstruoso vampiro, misma suerte que él debió correr de no haber sido por El Señor, un misterioso cazador cuya fama lo precede, y que hace del chico su aprendiz y acompañante en un viaje hacia el norte del continente, donde pretende encontrar el paraíso prometido.
Ubicada en un tiempo indeterminado pero del todo postapocalíptico, Tierra de vampiros presenta un escenario donde la anarquía política posterior a un gobierno cobarde es el primer paso a la involución social, y en el cual el resurgimiento de la fe religiosa utilizada como arma de empoderamiento crea hombres aún más monstruosos y decadentes que los predadores que merodean la noche. Es la máxima de Thomas Hobbes libremente adaptada: el hombre es el vampiro del hombre, y ante eso, la esperanza es poca. El hombre, como raza, echará mano de cualquier argucia, lo mismo para la salvación que para una destrucción total, antes de permitir su extinción.
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Este texto se publicó originalmente en la primera etapa de Icónica (número 1, verano 2012, p. 59) y se reproduce con autorización de la Cineteca Nacional.
José Luis Ortega Torres es fundador y editor de revistacinefagia.com, coeditor de Icónica y editor del Programa mensual de la Cineteca Nacional.
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