Los peligros de la imagen luego del 11 d

Los peligros de la imagen luego del 11 de septiembre

Por | 11 de septiembre de 2015

Sección: Opinión

La idea es de Gérard Wajcman, en El ojo absoluto: la imagen domina las sociedades contemporáneas. Sin testimonios audiovisuales los acontecimientos no existen. En los últimos 20 años la tecnología ha avanzado a un ritmo aceleradísimo. Hoy casi cualquier persona cuenta con un teléfono celular capaz de registrar lo que mejor le parezca. Fascinante y terrible. Las cámaras personales que se hicieron populares a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, pensadas para crear filmes sin necesidad de recurrir a grandes presupuestos, se han transformado en artefactos que graban lo mismo sucesos trascendentales que pasajes de la vida cotidiana.

Luego del 11 de septiembre de 2001 nos hemos acostumbrado a mirarlo todo. La imagen del segundo avión que chocó contra las Torres Gemelas, y se transmitió en vivo alrededor del mundo, cambió para siempre la historia contemporánea. Desde entonces necesitamos como nunca antes la imagen para corroborar cualquier evento. Fascinante: en tiempo real, o a escasos segundos de haber ocurrido, podemos mirar y juzgar por nuestra propia cuenta. Terrible: los discursos audiovisuales, como cualquier otro, son una construcción, y las personas que están detrás de ellos no necesariamente tienen propósitos desinteresados. Una pregunta: ¿qué sucede con los hechos que no son registrados por una cámara y que, por lo tanto, no circulan a través de las redes sociales o la televisión?

Uno de los engendros más impactantes derivado de este fenómeno tuvo lugar en 2015. El miércoles 26 de agosto un hombre mató en vivo a una entrevistadora y un camarógrafo que realizaban su trabajo para la televisora local de Virginia. Minutos más tarde el asesino subió un video a redes sociales donde documenta en primera persona el asesinato. Las imágenes circularon en Facebook como un producto espectacular, listo para ser consumido. Pero los espectadores no tenían ningún referente para interpretar lo que veían: una pistola, dos muertos. A principios de septiembre de ese mismo año la imagen de un niño sirio muerto en las costas turcos trascendió los medios de comunicación. Algunos periodistas proclamaban abrir los ojos para mirar esa realidad que nadie quiere ver. Pero esa realidad, apabullante, no es nueva. Que ahora se registre en una cámara fotográfica, de televisión o de cine sólo la mediatiza, convirtiéndola en un tema de conversación de moda. El 11 de septiembre transformó las relaciones geopolíticas, pero también estableció un precedente de la ideología estadounidense: documenta lo que hagas para que todos puedan verlo, de lo contrario no existe. ¿Seguiremos jugando el mismo juego?


Abel Cervantes es comunicólogo y editor de las revistas Código e Icónica. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Es profesor en la UNAM.