Exceso de festivales

Exceso de festivales

Por | 6 de agosto de 2015

México se está convirtiendo peligrosamente en un territorio de festivales. Una buena parte del público únicamente se acerca al cine, la música o el arte, a través de eventos que se llevan a cabo en un periodo de tiempo corto, donde además puede “disfrutar” de otras atracciones (conferencias, talleres, etc.). Así, disciplinas artísticas que han sido entendidas como herramientas de emancipación, reflexión y goce estético se ofrecen como productos desechables.

En cine, el fenómeno obedece a varios factores. La magnífica oferta cinematográfica internacional tiene poca cabida en las salas de cine comerciales. Para que el auditorio se interese en títulos escasamente publicitados debe entenderlos como parte de un género o un movimiento: cine independiente (FICUNAM), cine documental (Ambulante) o cine de autor (Foro y Muestra, ambos de la Cineteca Nacional), sólo por mencionar algunos.

En Un tiempo de rupturas: Sociedad y cultura en el siglo XX, Eric Hobsbawm menciona que, en música, los festivales sirven para mantener vivas tradiciones que de otra forma perecerían. La música clásica de ciertos autores que atrae a poca gente, se puede tocar en vivo en una ciudad todos los años para preservarla. Sin embargo, en el caso mexicano ocurre algo distinto. El neoliberalismo ha propiciado que cualquier producto cultural se asemeje a una mercancía. Así, no interesa tanto su valor estético, histórico, antropológico, político, etc., sino su cualidad como objeto de mercado. Un estudiante de comunicación acudirá a la Muestra de la Cineteca para sentirse parte de una comunidad con gustos (y consumos) afines. No obstante, cuando ejerza su carrera profesional rara vez visitará el mismo foro si su trabajo no está relacionado con la disciplina. Carecemos de espectadores con gustos e ideologías.

Si los festivales tienen el objetivo de difundir un cine poco comercial quizá deberían reforzar sus estrategias llegando a comunidades menos favorecidas: ¿cuáles de las películas de la Muestra, por ejemplo, se presentan en foros de las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero o Iztacalco? También podrían considerar hacer una estrategia permanente de formación y difusión. Una semana al año no es suficiente para cultivar a un público que no tiene la oportunidad de acercarse a las películas más experimentales. Las consideraciones económicas no son las únicas razones para ponderar el valor de la cultura.


Abel Cervantes es comunicólogo y editor de las revistas Código e Icónica. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Es profesor en la UNAM.