De la escritura de crítica durante fest

De la escritura de crítica durante festivales: Fragmentos de una conversación

Por | 21 de julio de 2022

Con amor y furia (Avec amour et acharnement, Claire Denis, 2022).

Talent Press, del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), es la sección dedicada a la crítica dentro del programa Talents para profesionistas en el cine. En 2022 se celebró del 11 al 14 de junio con el apoyo de la FIPRESCI y de la plataforma Retina Latina. En este semillero para la crítica cinematográfica, los participantes (críticos de cine jóvenes) ven películas programadas en el festival sobre las que escriben textos que son discutidos por sus pares y un mentor, antes de ser publicados. 

En este texto fragmentario, los participantes del Talent Press 2022 hablan sobre su experiencia durante el XXXVII FICG. Esta suerte de diálogo incluye diversas reflexiones sobre lo que implica escribir crítica cinematográfica durante un festival de cine, el regreso a las salas de cine y la forma en la que las películas perviven en cada persona. 

 

Ofelia Ladrón de Guevara: Volver a las salas de cine, ver y sentir a los otros cuerpos que en las butacas de al lado, de enfrente y detrás de nosotros miran los colores en la pantalla grande y se dejan envolver por la textura del sonido. En la sesión de preguntas y respuestas de Tiempos futuros (2021), proyectada durante el FICG, el director V. Checa mencionó que la película se realizó pensando en que su estreno fuese en salas de cine. La fotografía, el diseño sonoro pedían un espectador del que, la pandemia del COVID-19, había privado al filme.

Pienso que mirar una película dentro de la oscuridad de una sala de cine nos acerca a una habitación cavernaria que, como menciona Gonzalo Aguilar, nos permite «pensar con las películas, develar sus mecanismos de construcción: no salir de la caverna sino tratar de comprender la lógica que anida en sus sombras proyectadas».[1] Tal vez eso es lo que esconde la necesidad de que Tiempos futuros fuese proyectada en una sala de cine, que el espectador pudiera mirar y crear el retrato de Lima que el filme ofrece, desde las sombras, sintiendo y construyendo a una Lima interior a través de los ritmos y las sensaciones que la película misma propone.

Un recordatorio de la necesidad de este vínculo que, gracias a las salas de cine, el espectador entabla con las películas, el cual no ocurre en ningún otro espacio, más que ahí, en la oscuridad, pues la gran pantalla desarma a quien mira, envolviéndolo en la trama de una historia, en las texturas y colores de las imágenes. Dentro de las salas de cine no hay oportunidad para hacer notas o detener un instante la película, la miramos indefensos, en una vulnerabilidad en donde la percepción se parece más a estar dentro de un sueño que, como sugería Maurice Blanchot, deja que lo otro se nos presente más libre, regido por su lógica propia.[2]

 

Matila Hague: En la sala de cine, me acordé de la imposibilidad de la cual hablaba Raymond Bellour, de que no podemos escribir sobre lo que estamos viendo simultáneamente a la proyección en la pantalla, ya que no hay forma de detener la imagen en movimiento.[3] Ahí en la oscuridad, si estás viendo, no puedes escribir y viceversa. Ese dilema había desaparecido con la pandemia. Aunque las pantallas más pequeñas limitaban de muchas maneras la experiencia cinematográfica, por lo menos una podía hacer los apuntes que quisiera.

En la sala del festival, recordé que lo más importante era ver y sentir la película, disfrutar plenamente de esta experiencia en la sala, y sobre todo discutirla a la salida.

No alcancé a llegar a la sesión de preguntas y respuestas con Eduardo Crespo, el director de Las Delicias (2021). Fue después de escribir un texto sobre el documental, que me lo encontré al lado de los food trucks, donde platicamos. Ahora me cuesta recordar los detalles de esta conversación veloz y animada que tuvimos, tampoco recuerdo las discusiones que tuve con Daniel Zúñiga, director de Cuando cae la noche (2022), o con otros directores durante el festival.

Al igual que con la película, tal vez no hay que enfocarnos en los detalles o esforzarnos por hacer memoria de la trama. Si hubiera sacado mi cuaderno para apuntar esas conversaciones, estoy segura de que hubiera estado más ausente. De estos días, lo que me queda es una sensación onírica y embriagadora. Como en un sueño, no sé muy bien cómo llegaba de un lado al otro y mientras más va avanzando el tiempo, más se me escapan los datos.

 

José Emilio González Calvillo: Me interesa particularmente la idea que esboza Matilda en la que condensa el sentimiento total de los días de Talents Press: «una sensación onírica y embriagadora». La comparto y pienso que se puede vincular con el problema sobre la escritura de crítica de cine en el marco de un festival. Parece que lo que permanece es la suma de las diferentes experiencias que lo componen (proyecciones, escritura, talleres, conferencias, charlas, fiestas) y no los objetos que ocupan –o deberían ocupar– a la crítica: las películas. No lo señalo como algo negativo propiamente, pero sí como algo que hay que tener en mente al menos como interrogante: ¿de qué forma esta saturación de eventos vitales nos acerca o nos aleja de las películas?

No tengo una respuesta certera para esa pregunta y no es como que podamos aislar por completo cuestiones ajenas al cine cuando nos aproximamos a él mediante la palabra escrita, pero ciertamente la presencia de las películas y lo que hay en ellas es algo que no puede desdibujarse. Lo que sí puedo decir es que la experiencia de tener que escribir con poco tiempo, agendas apretadas y tanta intensidad de por medio genera oficio. Es como si un ejercicio al que estás más o menos acostumbrado pasara a otro escenario desconocido y que la práctica que se gana en esas condiciones distintas mejorara nuestro quehacer. En ese sentido, considero que es indispensable el diálogo para poder escribir sobre cine y es acaso lo que más rescato de estos días: la posibilidad de pensar en conjunto en torno a las películas, los textos propios y los ajenos. Cada vez me convenzo más de que, así como el arte que nos convoca es eminentemente colectivo, la disciplina que lo piensa también lo es.

Otra conclusión que desprendo de este ejercicio es que la posibilidad de escribir sobre cualquier película es estimulante. Una parte de hacer esta actividad en condiciones otras fue la creación de textos sobre películas que no me gustan. Hasta entonces, mis críticas siempre habían sido sobre películas que me apasionan; éstas buscaban dar cuenta del entusiasmo que me suscitaban y de plasmar su belleza mediante la lengua escrita. Ni Carajita (Silvina Schnicer, 2021) ni Lejos de casa (Carlos Hernández Vázquez, 2022) son filmes que vayan a pasar a mi canon personal de ninguna forma; aun así, encontré placer en el ejercicio de destacar algunos momentos bellos en ellas. Quisiera aludir, entonces, al texto que Matilda escribió sobre Perfume de gardenias (Gisela Rosario Ramos, 2021), una película fallida (por decir lo menos). En esa reseña, que se centra exclusivamente sobre el diseño de arte, pareciera que la película es un objeto prístino y rescatable, lo cual puede suscitar más preguntas y problemáticas, pero condensa, creo yo, el resultado de la crítica de cine: tratar de aprehender con un alfiler los momentos memorables que hay en cualquier película. O como dijo, palabras más, palabras menos, Pedro Adrián Zuluaga: «Escribir sobre cine, aunque sea sobre películas malas es siempre un acto de amor y de fe en este arte».[4]

 

MH: Me alegra escuchar que esa sensación también les hace eco, como si hubiéramos tenido un sueño colectivo. Recuerdo que, en uno de los únicos huecos que tenía nuestro itinerario, aprovechamos para ver Con amor y furia (Avec amour et acharnement, Claire Denis, 2022). Sin embargo, no tuvimos tiempo para hablar sobre ella en el taller ni durante el festival.

No recuerdo la trama de la película del todo, pero sí la disposición del departamento de la protagonista, como si yo hubiera estado ahí. Sobre todo, me acuerdo de que me aburrí mucho en un momento y luego empecé a tener mucha ansiedad, y que tal vez sentí un poco de placer. Saliendo de la sala sólo pensé: ¡qué genia es Claire Denis! La película nos hace vivir ese triángulo amoroso desde el punto de vista de Sara (Juliette Binoche). Aquí la atmósfera es tan entrañable que saliendo de la sala sentí que también estaba saliendo de una relación. Repito: no recuerdo si eso pasa en la trama, sino que esa fue la sensación que me provocó.

 

OLG: Recupero la idea de José Emilio sobre el lugar central que ocupan –o deberían ocupar– las películas para quien lleva a cabo crítica cinematográfica. Y pienso en que las películas son un algo que se ensancha, sin orillas. Durante el festival platiqué con la directora Gabriela Ortega, y ella me decía que no le gusta que le pregunten cómo surgió la película como si se tratase de una idea, de algo que ocurre de un instante a otro y no de un proceso que inicia, quizá, con una sensación o impresión fugitiva, pero que se va gestando hasta convertirse en un filme que es visto por otros y que, de la misma forma en la que surgió, llega al espectador para remover y seguir su camino incierto. Leo lo que sintió Matilda al salir del filme de Claire Denis, y me pregunto hasta dónde termina la experiencia de ver una película: ¿al salir de la sala de cine y sentir en el cuerpo propio la liberación de los personajes?, ¿después de escribir un texto sobre lo visto en la pantalla?

Lo mágico de ver películas y escribir sobre ellas es dejar huellas, como las moronas de pan de Pulgarcito, ante el camino incierto. Rastros que nos permitirán volver tras nuestros pasos, mirar cómo mirábamos en este hoy que se volverá pasado. Me gusta pensar la escritura de crítica como una carta que se lanza en una botella hacia el mar: hacia ese mar que son los otros y nosotros mismos, los tantos que somos y seremos. También pienso en lo ajeno a la percepción propia, en el premio que recibió Carajita en el festival. Me imagino que, mientras nosotros discutimos esta película, en alguna otra sala, el jurado se decidía por premiarla en vez de cualquier otra. Creo que de lo que se trata es de una mirada, y así como la nuestra es imposible que cambie y perciba ciertas cosas y deje de lado otras, también la de otros. Se trata de tener puntos de vista divergentes que permitan a cada mirada ser, expresarse y mostrarnos, con mayor nitidez, qué es lo que está mirando. Sacar esa rosa que, transportada del mundo al jardín interior, se crea y, al tratarse de una especie nueva, como el «Asa nisi masa» del director Guido Anselmi, en (1963), de Fellini, se le da a conocer y se expone a los otros a través de un texto, una película, una conversación. Creándose así puentes entre almas, como lo escribe Proust en En busca del tiempo perdido.

 

JEGC: Hay dos apuntes más que me gustaría hacer antes de cerrar el texto. El primero es sobre Con amor y furia. Es increíble la facilidad con la que se puede recordar el departamento de Sara tan vívidamente y cómo, finalmente, es un espacio interior y cerrado, casi opresivo. En ese sentido, rescato lo que dice Matilda: «salir de la sala como salir de una relación». Es como si hubiésemos estado atrapados en una situación asfixiante, pero paradójicamente encantadora. Curiosamente, lo más memorable para mí es esa secuencia inicial en la que Sara y Jean nadan en mar abierto: la transparencia del agua, la luz que atraviesa el océano y da volumen a los cuerpos en movimiento, la plena sensación de gozo. Esa sensación de libertad contrasta, por ejemplo, con ese enclaustramiento que supone la bañera hacia el final de la película, en donde Sara tira su celular. Se pasa de la cualidad expansiva e inmensa del mar, a la contención y el confinamiento de la tina en el baño.

Finalmente, quisiera abordar el asunto sobre cuándo termina la experiencia de ver una película. Me gusta la idea de las moronas de pan, aunque yo lo pienso más como semillas. Es decir, cada película vista es una semilla sembrada en nuestro interior. Sin embargo, algunas crecen más que otras, unas tardan más en germinar –pero lo hacen profusamente–, mientras que otras de plano se quedan en esa forma originaria. De las películas vistas en el festival, creo que sólo la película de Denis y, probablemente, Mamá (2022) de Xun Sero crecerán dentro de mí.

Si bien considero que el disenso es necesario y hasta cierto punto comparto la idea de que existan ciertas «visiones divergentes», trasladar eso al tema de los jurados es algo muy diferente. Ahí hay otros aspectos más en juego como para considerarlo meramente una “mirada” o una perspectiva; también hay mucha arbitrariedad. Lo que sí es que son un medio de reconocimiento y legitimación de las películas. En ese sentido, a mí más bien se me hace un síntoma (negativo) premiar una película como Carajita, pues, en la tradición de cierto cine de la crueldad, no mira con dignidad a sus personajes. Además, el filme toma, de manera formulaica, los elementos más cuestionables de películas laureadas como Roma (Alfonso Cuarón, 2018) o Parásitos (Gisaengchung, Bong Joon-ho, 2019), intentando seguir sus pasos.

Volviendo al caminito de Pulgarcito y a los «rastros que nos permiten volver tras nuestros pasos», siento que parte de ese recorrido en retrospectiva permite que cambiemos de opinión, es, incluso, un rasgo de sabiduría, como reza cierto refrán.

 

Los participantes de Talents Press 2022 extendemos un agradecimiento público a nuestro mentor Pedro Adrián Zuluaga por su generosidad en nuestras conversaciones, las cuales nutrieron y ampliaron nuestras reflexiones de muchas maneras. Asimismo agradecemos a Caty Flores, Blanca Granados y Andrés Suárez, por la organización de nuestro programa, sin la cual hubiese sido posible la experiencia.


José Emilio González Calvillo, crítico de cine freelance, ha colaborado en el blog del Taller de Crítica de Otros Cines, F.I.L.M.E., Butaca Ancha y El Cine Probablemente. Formó parte del jurado Young Canvas del Festival Internacional de Cine Black Canvas 2021.

Matilda Hague obtuvo la maestría en Historia del Arte en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue ganadora del XI Concurso de Crítica Cinematográfica “Fósforo” Alfonso Reyes, categoría “Postgrado UNAM”, en el marco de FICUNAM 2021.

Ofelia Ladrón de Guevara, parte del equipo de redacción de Icónica, estudió Antropología en la UNAM. Ha colaborado en medios como Punto de partida, Punto en línea y Correspondencias.


[1] Gonzalo Aguilar, Más allá del pueblo: Imágenes, indicios y políticas del cine, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2015, p. 26.

[2] Maurice Blanchot, El diálogo inconcluso, traducción Pierre de Place, Monte Ávila Latinoamericana, Caracas, 2001.

[3] Raymond Bellour, “The Unattainable Text”, Screen, volumen 16, número 3, Universidad de Glasgow y Oxford University Press, otoño de 1975, pp. 19-28.

[4] Pedro Adrián Zuluaga, Talent Press FICG, Camerino 4, Sala 3 del Centro Santander de Artes Escénicas, Guadalajara, 11 al 14 de junio de 2022.