La recuperación del cine de Corea del S

La recuperación del cine de Corea del Sur: Décadas de 1980 y 90

Por | 4 de noviembre de 2021

Seopyeonje (Im Kwon-taek, 1993).

En la década de 1980, y tras una liberalización de las políticas públicas en materia de cine, las producciones sudcoreanas volvieron a conectar poco a poco con las audiencias que habían perdido a finales de los setenta.

Esta apertura llevó a que los melodramas prostibularios, que seguían teniendo mucho éxito, ocupando gran parte de las salas del país, fueran sustituidos poco a poco tanto por películas de cineastas que concebían su labor como artística y tenían interés en entrar al circuito de festivales, como por películas comerciales de corte global. La película clave para esto último fue Historia de un matrimonio, una comedia de estilo hollywoodense, pero anclada en las estructuras socioculturales locales, que consiguó más de 500,000 espectadores en Seúl (en ese momento, se medían exclusivamente las audiencias de la capital). Entonces comenzó a labrarse el camino que ha llevado al cine de Corea del Sur a la relevancia que tiene hoy en día.

Por primera vez en la serie aparece un título de exhibición en México: Pinceladas de fuego. Los otros títulos en español son nuestros, tal como hemos hecho en las entregas anteriores. No encontramos un modo aceptable de traducir Seopyeonje.

 

Im Kwon-taek

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Pinceladas de fuego (Chihwaseon, 2002).

Ésta es una historia tardía. Im Kwon-taek hizo su primera película personal, autoral, a los 41 o 42 años, cuando ya había dirigido alrededor de 70, mayormente melodramas y remakes coreificados de cintas estadounidenses. Era un experto en facturar taquillazos, además de una máquina capaz de realizar hasta ocho producciones en un año, que quería algo distinto, más artístico.

¿Pero qué es más artístico en Corea? ¿Su propia tradición de 2,500 años alimentada por la raíz china y que incluye en una sola categoría bellezas tan diversas como la caligrafía, la alfarería y los ceremoniales del té, además de las disciplinas que nosotros reconocemos como arte? ¿Una nueva concepción del cine influida por la idea francesa del autor? ¿Una práctica situada entre ambos mundos?

El primer proyecto que Im considera parte de su obra personal, El árbol genealógico (Jokbo, 1978), que trata de una familia que se niega a cambiar su nombre, a niponizarlo, durante la ocupación japonesa, es atípico en su obra por estar situado en el pasado reciente. En cambio la mayor parte de su trabajo suele situarse en el pasado profundo de Corea. Detengámonos en sus dos de sus películas más conocidas. Seopyeonje (1993) y Pinceladas de fuego (Chihwaseon, 2002).

La primera, Seopyeonje, fue un éxito local totalmente inesperado en un momento donde el cine de Hollywood dominaba la cartelera sudcoreana. De hecho, podría marcar el regreso de las audiencias al cine nacional. La película trata de un grupo de músicos que mantienen la tradición pansori, en un ambiente social que gira hacia las músicas de Occidente y de Japón. Todo en su vida parece venir de otro tiempo, las piezas que cantan, como Arirang y La canción de Chunhyang, su vestimenta, incluso los valores de un maestro que habla de que la música no debe ensuciarse con dinero. Naturalmente se trata de un melodrama, siguiendo la tradición del cine coreano, que parece filmado en un pasado mítico y eterno, ante el que irrumpe una y otra vez el siglo XX. ¿Qué fibras habrá tocado en el público coreano esta cinta, las de una cultura que desdibujándose ante las influencias externas?

Pinceladas de fuego, en cambio, es el máximo éxito de Im en Occidente, la obra con la que obtuvo el premio a mejor director en Cannes. Recreación de la vida de Jang Seung-oep, pintor mejor conocido por su nombre artístico, Owon, corresponde perfectamente a la idea del genio, que por su misma excepcionalidad, por un lado sufre interminablemente y, por el otro, abusa de la gente que lo aprecia. Seung-oep comienza como un vagabundo con talento plástico, que entra al “doloroso” proceso de encontrar su estilo y mientras más exitoso se vuelve, se vuelve más propenso al alcohol y a la violencia. Como en realidad se sabe muy poco de Owon y queda apenas un puñado de sus obras, la película termina por convertirse en un retrato romántico, es decir, de raíz europea, del Artista. En este caso es muy sencillo identificar las fibras que tocó en nuestra área cultural.

El contraste entre las dos películas habla de la paradoja desde la que suele abordarse a los cineastas autorales de Corea del Sur: al tratarse de una cultura, permeada, como todas, por Occidente es fácil hallar puntos de encuentro, al tiempo que, por contraste es casi imposible entender lo particular, lo local, aunque puede fascinar por pintoresco, o folklórico. Im, en cualquier caso, alimentado por la tradición doblemente milenaria del arte coreano, tendió el puente por el que cruzó la generación de cineastas del presente.

 

Historia de un matrimonio (Kyeolhon iyagi, Kim Eui-suk, 1992)

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Min-soo y Hye-jin, una pareja que sueña con un matrimonio en el que primara el respeto, se casan. Sin embargo, el período de romanticismo acaba pronto cuando cada uno se da cuenta que el otro no es exactamente lo que pensaban, ni en lo cotidiano (desde asignarse roles para cocinar hasta qué hacer con la pasta de dientes) ni en lo íntimo. A Hye-jin, una mujer liberal, le gustaría hablar sobre el sexo con franqueza y tranquilidad; Pero Min-soo, que se descubre conservador, no puede librarse de su sentido tradicionalista. A raíz de esto, terminan haciéndose daño mutuamente y deciden separarse. Una vez que se separan, cada uno empieza a sentirse vacío sin el otro, y se dan cuenta de que deben hacer un esfuerzo para entenderse nuevamente.

Historia de un matrimonio es una comedia con una estructura más o menos global que anuncia un cambio de valores problemático en los hechos para las generaciones que quieren romper con el pasado tradicional y machista y no saben cómo hacerlo, un largo proceso visible en muchas filmografías de los 90 y que sigue vigente hasta el día de hoy.

 

El sutra de la girnalda de flores (Hwaeomgyeong, Jang Sun-woo 1994)

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Seon-jae, tras soltar las cenizas de su padre (adoptivo), emprende una búsqueda para reencontrarse con su madre. Al no contar con recursos económicos, camina y vive en las calles teniendo como guía algunos misteriosos encuentros con personas de la ciudad: una niña que intenta estafarlo, un  ladrón, una mujer ciega en situación de calle, un alcohólico, I-Ryeon, e incluso otro niño. Todos lo dotan de conocimiento, pero también añaden preguntas a su búsqueda inicial, en un relectura herética del último libro de El sutra de la guirnalda de flores, donde Sudhana emprende el camino y recibe las enseñanzas de 53 personas antes de alcanzar la iluminación.

La película fue adaptada y dirigida por Jang Sun-woo quien, con sus dos películas anteriores, ya se había hecho la fama de enfant terrible del cine de Corea del Sur. Sobre sus propias películas, el director declaró: «Hay quien sabe apreciarlas, hay quien las critica, pero en todo caso lo importante para mí es generar discusiones y controversias». Hwaeomgyeong no fue la excepción, pues contiene escenas donde se sugiere la sexualidad de y con infantes bajo la premisa de que Seon-jae es simplemente un niño que no pudo desarrollarse físicamente debido a su búsqueda. Aunado a ello, cuando I-Ryeon se embaraza, la abandona para ir en busca de la verdad y de una madre que cada vez parece más lejana. Al final, Seon-jae alcanza la iluminación, pero ver el camino de un buda a través de los bajos fondos en vez de la calma a la sombra de un árbol provoca un corto circuito.

 

Redacción: Juliana Avendaño García, Hiram Islas, quien también dirigió la investigación, Abel Muñoz Hénonin y Vanessa Villegas.