Loco fin de semana

Loco fin de semana

Por | 10 de julio de 2019

Hasta feliz foto hubo. Rodeando al distinguido señor don Sergio Mayer, titular de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados –cualquier cosa que esto sea y para lo que sirva–, poco más de treinta “representantes” de la comunidad cinematográfica sonreían en la reunión donde se propuso:

1) reformar la Ley de Cine que en dos decenios no ha cambiado. ¿La razón?:

2) al decir del distinguido cineasta señor artista y genio don Gabriel Retes, «se hacen más de 150 largometrajes al año, solicitamos el 30 por ciento de pantallas». Chido: exhibir tres largometrajes nacionales por semana. Cuando a duras penas hay público para uno. El señor don Ernesto Contreras, presidente de la Academia Mexicana de Cinematográficas Artes y Ciencias (justo lo que falta al cine nacional), dijo a su vez:

3) que la exhibición no ha tenido, para nuestro cine, un proceso de crecimiento equivalente a la producción. Por supuesto que no. Al público le gusta una de cada tres películas mexicanas. A pesar de esto, denunciaba:

4) «las prácticas casi monopólicas del cine norteamericano (sic) y sus aliados comerciales… [impiden] que el cine mexicano tenga en pantalla una presencia proporcional (sic) a su nivel de producción y reconocimiento» (sic). Perdón, pero una Roma no hace verano (manos cuando se hizo más con lana estadounidense que mexicana). (Esta información fue publicada el 4 de abril de 2019 en El Universal).

El tema es que la reunión concluyó sin acuerdos. Excepto que acordaron otra reunión para ponerse de acuerdo sobre si habría acuerdo para aumentar de diez a treinta por ciento el tiempo en pantalla. ¿De acuerdo?

El primero de julio, sin embargo, el distinguido legislador don Sergio Mayer declaró: «el problema de la exhibición del cine mexicano no es de porcentajes o monopolios, sino de preferencias del público». Con esto justificó que:

1) ya no se ampliará el porcentaje de exhibición de cine mexicano en las salas más allá del diez por ciento, porque

2) es algo contemplado y aprobado en el T-MEC, y

3) no habrá reformas para desbaratar al duopolio de la exhibición en México, que a estas alturas, a saber por qué es un problema, cuando tantas cadenas se quedaron en el camino justo porque no supieron mantener al público dada su baja calidad de proyección y sus incomodidades. (Y no vengan con el esnobismo de que un cine como el Tonalá es “de barrio”).

El fino diputado con toda firmeza expresó ante el tal  «problema» del duopolio: «no sé por qué habría problema, ¿como qué problema?, hoy en día si hay tantas salas es porque, sea como sea, están invirtiendo en salas de cine y hay mayor cantidad gracias al trabajo y a la inversión que están haciendo». (Información publicada el 1° de julio de 2019 en El Heraldo de México).

Aunque criticado por su enfoque y por ello mismo despedazado –ninguna novedad considerando que sus malquerientes han hecho esto desde el inicio de su gestión–, el preclaro morenista de la T de 4ª por lo visto lo tiene clarísimo: «es un tema de preferencia. El público tiene que decidir, si quiere ver una película mexicana, extranjera; de calidad, de festival… Eso lo decide el público, no lo decido yo, ni lo deciden los cineastas, ni los distribuidores. Creo es un tema de demanda» (Declaración publicada el 1° de julio de 2019 en El Heraldo, editada por mí para mayor precisión).

El caballero, la verdad, pensándolo bien, tiene toda la razón. No es con una ley, que a fuerza imponga la exhibición, como se logrará que el público vea cine nacional. Ya lo hace convirtiendo en taquillazos a, cierto, cintas de muy baja calidad, aunque con sus bemoles. Solteras (Luis Javier M. Henaine, 2019), por ejemplo, se mantuvo bien cuatro semanas, Su competidora Loco fin de semana (Kristoff Raczynski, 2019) apenas sobrevivió una semana. Ninguna es considerada joya por nadie. Pero la primera tuvo buena campaña con publicidad institucional de uno de los dos componentes de ese malvado –uy, qué miedo– duopolio, ¡que incluso la distribuyó! La segunda, se fue al olvido, ¿por su premisa demasiado parecida a Loco, loco fin de semana (The Long Weekend, 2005), churrazo de Pat Holden?

Si se busca que haya incremento sustancial de público, habría que dejar de copiar esquemas de los peores bodrios hechos en otras latitudes, a los que tan adicto se ha vuelto el camaján cinito naci-o-nal, la mayoría de las veces hecho por iletrados visuales. Don Mayer, pues, dice la verdad. Qué triste. Pero los que buscan sobreprotección paternal, cabildeando para su beneficio abusivas leyes, nada más defienden la mediocridad.


José Felipe Coria colabora en El Universal y es maestro del INBA. Es autor de los libros El señor de Sombras (1995), Cae la luna: La invasión de Marte (2002), Iluminaciones del cine mexicano (2005), Taller de cinefilia (2006) y El vago de los cines (2007). Ha colaborado en medios como ReformaRevista de la UniversidadEl País y El Financiero.