La nueva Secretaría de Cultura y el cin

La nueva Secretaría de Cultura y el cine en México

Por | 8 de enero de 2016

La Secretaría de Cultura tiene diversas posibilidades en materia de cine. Como su arranque carece de propuesta clara, cabe debatir sobre las oportunidades que se presentan. Lo importante son las políticas culturales, no el reordenamiento jurídico y de organización. En cuanto a cine esto implica, cuando menos, al Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), los Estudios Churubusco Azteca, el Centro de Capacitación Cinematográfica y la Cineteca Nacional. La secretaría tendrá que vérselas, pues, con cuestiones de producción y exhibición de cine.

La existencia de un ministerio como este no debería asumirse como positiva de manera automática. Que la cultura sea gestionada por un gobierno fácilmente tiene connotaciones populistas y autoritarias. Aun en sociedades democráticas y desarrolladas este tipo de secretarías tiene la tendencia, por no decir misión, de promover el nacionalismo y de, así sea involuntariamente, buscar la consolidación de una imagen del país. A su vez, en sociedades subdesarrolladas, vemos cómo caemos en la certidumbre de que las subvenciones para minorías privilegiadas serían un derecho de los beneficiados y una obligación gubernamental. Como escribí en otro artículo, mi posición es contraria al nacionalismo y los subsidios. No obstante, estoy seguro de que las políticas culturales en cualquier país pueden ser positivas para el desarrollo social y que frecuentemente sirven a fines distintos a la reafirmación nacional.

Hay diferentes caminos para responder a los retos de política cultural. Como ha argumentado Sabina Berman, en vez de enfatizar el lado de los creadores, puede promoverse el consumo cultural a través de públicos educados y sensibilizados. Esto, con planteamientos como los que apuntaré, podría dar origen a un círculo virtuoso, desde una perspectiva liberal para las políticas culturales. Es común en nuestra prensa pretender dictar, desde la opinión publicada, qué se debería hacer con miles de millones de pesos y con políticas que directa o indirectamente repercuten en millones de personas. Mi propósito es llanamente señalar dos posibilidades. La tradición liberal no sólo es laissez faire, ni conlleva favorecer la privatización de instituciones culturales, sino que puede significar la generación de marcos en que sea posible realizar proyectos. Lo fundamental es pasar de una comunidad en que alguien se concibe como artista porque se le otorga una beca, a una sociedad en la que alguien es reconocido como artista porque un fragmento significativo, y creciente, de los individuos que la componen tiende a identificarlo como tal por una obra que se consolida y trasciende a su autor. Estoy seguro de que sólo si dejamos la charla siempre reiterada de la necesidad de apoyos, podrá la nueva secretaría generar prácticas novedosas.

Con Ignacio Durán al frente de IMCINE, al final de los ochenta y principio de los noventa, se dio un giro en la producción cinematográfica, al pasar de un estado productor, que pagaba producciones por completo, a las coproducciones en que la subvención estaba condicionada a que la película convenciese también a un productor privado que arriesgaba su dinero. No han faltado las coproducciones internacionales desde entonces, pero no han sido la norma ni han pasado, por lo general, de colaboraciones menores. Cabe, entonces, reconocer que hay campo para llevarlas a un nivel que no se ha conocido en el país, lo que quizá requiera de entramados específicos que la secretaría tendría que trabajar en construir con instancias como la SRE y la SHCP. Hoy es posible, por la atención internacional hacia el cine mexicano en el círculo de festivales, aprovechar el mundo globalizado. Por supuesto, esto supone que la parte mexicana no tenga control pleno de la producción, probablemente ni Daniel Giménez ni Cecilia Suárez serían los protagonistas, pero considerando los intercambios incrementados en que vivimos en múltiples ámbitos, es un paso factible, y deseable, si realmente se busca que más gente en el mundo vea cine mexicano.

La exhibición de cine de calidad padece de una extrema centralización y falta de pluralidad en su oferta. La Cineteca, aunque eso parezca a la mayoría del público, no sólo es un cine. Acaso nunca se ha hecho tanto como ahora, con la dirección de Alejandro Pelayo, para que, además de acervo, tenga otras dimensiones, como la académica. Pero esto, a pesar de sedes alternativas de la Cineteca en el D.F. y el resto del país, no resuelve el problema. Falta participación privada en la exhibición de calidad. Mientras en otras ciudades del mundo, no sólo capitales, es posible acudir a cines de repertorio, especializados en el género documental, desdoblados en centros culturales privados… en la ciudad de México las poquísimas alternativas aparentes, prácticamente repiten la programación de la Cineteca, es decir, no tienen una oferta diferente. La opción de política cultural liberal es propiciar los espacios privados, no necesariamente subsidiándolos, pero sí estimulando su surgimiento, por ejemplo, a través de facilidades fiscales para su instalación, que la secretaria tendría que negociar con la SHCP para luego buscar la aprobación del congreso, a condición de que después contribuyan con impuestos, producto de su éxito para atraer público. Pasaríamos a la multiplicación de espacios de exhibición y convivencia que, idealmente, conllevarían mayor pluralidad cinematográfica. La Cineteca perdería centralidad, pero los públicos de la ciudad y del país ganarían: la cultura cinematográfica se enriquecería.

Más allá de apoyos recurrentemente demandados, hay oportunidad de generar un ambiente en que hacer cine no dependa primordialmente de autoridades locales y en que ver cine de calidad, sea mexicano o extranjero, no sea producto de cuotas de exhibición ni suponga sólo ir a un espacio subsidiado en la capital del país. ¿La Secretaría de Cultura continuará con el acento en la financiación de cineastas y la centralización de la exhibición o explorará las posibilidades de una sociedad abierta contemporánea?


Germán Martínez Martínez es director de programación del Discovering Latin America Film Festival de Londres. Fue editor de la revista Foreign Policy Edición Mexicana.