Parásitos (Parasite, Bong Joon-ho, 2019).

Tanto el cine como las ideas desde las que lo valoramos son occidentales. Como sea, nuestras dos grandes industrias (Hollywood y el circuito de festivales y cinetecas) apenas dan cuenta de la oposición y complementariedad entre el cine de gran comercio estadounidense y la producción configurada desde la relación arte/artista, uno de los pilares conceptuales de nuestra área cultural. Pero si volteamos a ver al mundo nos daremos cuenta de que esas coordenadas no bastan, que hay muchas industrias importantes y con números de producción sorprendentes.

Tal como en nuestro recuento de industrias anterior, consideraremos industrias sólo las que quepan en esta definición:

Conjunto de empresas dedicadas a la producción, distribución y exhibición de películas con impacto en públicos muy amplios.

En casi todos los casos, las industrias que entran en la categoría son nacionales y populares.

Si sumamos las cinco más grandes en térmios numéricos (la India, Nigeria, China, Japón y Corea) tendremos una producción de poco más de 4,000 largometrajes en 2019, cifra que muy probablemente supere la producción de todos los países occidentales juntos. Y eso nos deja con una gran pregunta: ¿cómo entender lo que está pasando fuera de Hollywood y de los festivales?

Empieza a parecer que el cine es lo que pasa más allá de Occidente.

Avengers: Endgame (Marvel/Dinsey, 2019).

La industria cinematográfica estadounidense, si bien no es la que más películas produce, sí es la que tiene un impacto mayor en el resto del mundo. Tan sólo en el 2019, con Avengers: Endgame (Marvel/Disney, 2019), rompió el récord de la película más taquillera superando los 2.8 miles de millones de dólares al rededor del mundo. El dato no sólo es significativo para esta cinta sino para la industria de ese país: en Estados Unidos sólo se recaudó alrededor de 858 millones de dólares, que, aunque no es poca cosa, no tiene comparación con las ganancias externas, las cuales sostienen la producción y distribución de los grandes estudios. De las 10 películas más vistas en el mundo ocho son producidas, coproducidas o distribuidas por Walt Disney Studios, una por Warner Bros y la restante por Sony Pictures. El cine de superhéroes y las películas animadas para niños sustentan a la industria global estadounidense, y Disney se ha convertido en su emporio clave y en el aparato cultural occidental más importante de nuestro tiempo.

Super 30 (Vikas Bahl, 2019).

La India es el país que produce el mayor volumen de películas al año, más de 1,500 películas, las cuales aunque no tienen una repercusión importante en otras regiones sí tienen un gran público dentro de sus fronteras.

El cine de la India puede resultar particularmente interesante por su diversidad. Si bien hay algunos estudios que lideran la producción de los filmes producidos en hindi y distribuidos por todo el país, se produce constantemente películas en unos 40 idiomas, debido a que la industria se reparte por gran parte de las grandes ciudades de todos los Estados. El público de la India tiene una relación muy estrecha con su propio cine, y aunque no es ajeno a los blockbusters estadounidenses, prefiere sin asomo de dudas sus producciones nacionales y locales.

El tiempo contigo (Tenki no ko, Makoto Shinkai, 2019).

El caso de Japón es bastante particular. Desde hace años ha estado entre los tres países con mayor producción de cine en el mundo, sin embargo al cotejar las listas de las películas más vistas en las islas niponas durante 2019 se nota una competencia bastante importante entre las grandes producciones de Hollywood y las producciones nacionales, las mayoría de estas de animé. En el mismo año, las ganancias de taquilla tuvieron un aumento de 17% en con números mayores a los 261 millones de yenes. Ahora, que el top 10 sea una competencia entre lo local y Hollywood no significa que la amplia producción local esté desvinculada de su público; al contrario, las imágenes en movimiento juegan un papel muy importante en la cultura cotidiana del país.

Y, por supuesto, como todos sabemos el éxito de la cinematografía japonesa no sólo radica en su consumo local, sino en la exportación de películas y series animadas que han logrado generar públicos a lo largo del mundo.

Living in Bondage: Breaking Free, (Ramsey Nouah, 2019).

Nollywood, es decir, la industria cinematográfica comercial y en inglés de Nigeria, ha tenido importantes incrementos tanto en taquilla como en número de producciones. Sólo en el 2017 la taquilla generó 4.3 miles de millones de nairas, y según algunas estimaciones se espera que para el 2022 supere los 6 mil millones con más de 600 películas por año.

Además de tener gran demanda local, uno de los últimos éxitos Wedding Party 2 (Niyi Akinmolayan, 2017) venció a Star Wars: Episodio VIII: Los últimos jedi (Star Wars: Episode VIII—The Last Jedi, Rian Johnson, 2017) en la taquilla nacional. El cuadro se completa con un circuito de exhibición en más de 15 países del continente africano y una importante apertura en Reino Unido.

El cine de Nigeria no sólo se está refugiando en esquemas tradicionales de exhibición sino que se ha acercado a servicios de streaming locales que le dan más alcance a sus producciones. Sin embargo se enfrenta al problema de la piratería, donde se estima que por cada copia original se venden nueve copias ilegales.

Ahora, la industria basada en largomentrajes de ficción exhibidos en salas es apenas una muestra de la complejidad de las imágenes en movimiento de este país africano, donde los celulares y los DVDs ponen en tela de juicio nuestras ideas de lo que es una industria exitosa. Cuando lo anterior se toma en cuenta la cifra de producciones nigerianas supera las 1,000 películas al año y con esto se convierte en el segundo gigante fílmico tras la India.

Ne Zha (Jiazozi, 2019).

En China, la industria cinematográfica ha crecido mucho en los últimos años (en 2018 se produjeron 905 películas de ficción). Con 70,000 salas, al término de 2019 la cartelera local tuvo ingresos por alrededor de 9.2 miles de millones de dólares. Tal ha sido su avance que de las diez películas más vistas en el gigante de Oriente, ocho son producciones nacionales y sólo dos son blockbusters de verano. Los títulos que encabezan la lista varían en temas y géneros, pero tienen algo en común: se alimentan del un lenguaje visual primordialmente hollywoodense. Todo lo anterior hace que la idea de una tercera industria cinematográfica oriental permeando Occidente no resulte descabellada. Si eso sucediera, ¿qué implicaría? Por otro lado, ¿ese sería el momento para que el cine chino se comenzara a separar estéticamente del canon de Hollywood para encontrar su propio camino?

Extreme Job (Geughanjig-eob, Lee Byeong-heon, 2019).

En 2019 Corea del Sur generó 1,398 millones de dólares y produjo 642 películas, números muy superiores los de casi cualquier país. Además, su cine sigue generando interés en públicos muy diversos de todo el mundo.

A pesar de que las películas hollywoodenses están en los primeros lugares de sus listas, de las 470 cintas que llegaron a la taquilla 418 eran surcoreanas, lo que indudablemente habla del interés que las audiencias locales tienen en su propia producción. Asunto que queda más o menos oculto con la prominencia de Parásitos (Parasite, Bong Joon-ho, 2019) tanto en Cannes 2019 (Palma de Oro) como en los Óscares 2020 (mejor película, mejor director, mejor película internacional y mejor guion): una sola película no habla de una industria múltiple, potente y global con una vocación popular muy asentada. La pregunta más relevante desde nuestra esquina podría ser ¿qué agenda perseguía la Academia estadounidense premiando una película extranjera como su mejor película del año?

Organize İşler 2: Sazan Sarmalı (Yılmaz Erdoğan, 2019).

Turquía en los últimos años parece ir consolidando una industria cada vez más fuerte, capaz de competir con los blockbusters estadounidenses. Por ejemplo, aunque en el 2018 se proyectaron 439 películas, de las cuales 178 eran nacionales y 261 extranjeras, las películas nacionales tuvieron una mayor recaudación.

En el mismo año el Ministerio de Cultura turco subsidió los boletos para el cine de más de un millón de estudiantes, lo cual permite la educación, formación y el aseguramiento de un público para su cine en los años venideros.

Por otro lado, aunque hubo una competencia mayor por parte de las producciones extranjeras durante el 2019, la película más taquillera del año fue Organize İşler 2: Sazan Sarmalı (Yılmaz Erdoğan, 2019), con 3,537,429 espectadores. La creciente industria turca no se apoya en su cine de autor, presente en todos los grandes festivales, sino en un público local que apoya a las producciones nacionales con un espíritu más comercial, principalmente comedias, dramas y películas animadas para niños.

Rahman 1400 (Manouchehr Hadi, 2019).

Irán tiene la particularidad de que en su territorio sólo se exhiben películas nacionales y/o de índole religioso por las políticas propias del Estado. Además, dichas políticas hacen que la producción y distribución de películas iraníes sea cada vez sea más complicada. Estas razones, aunadas a las disminuciones de los fondos públicos y privados, han causado que los 169 largometrajes producidos en 2018  cayeran a 116 en 2019.

Sin embargo, en los primeros ocho meses del 2019 hubo un crecimiento importante de la taquilla aunque sólo se proyectaron 51 películas, mayormente comedias y dramas, a las cuales los espectadores se sienten más cercanos. Por ejemplo, Rahman 1400 (Manouchehr Hadi, 2019), que rompió los récords de taquilla del país con más de 150 billones de riales, lo cual equivale a un poco más de 3 millones y medio de dólares.

Un asunto de familia (Manbiki kazoku, Hirokazu Koreeda, 2018).

Por otro lado, el circuito de festivales y cinetecas es el espacio donde se abren oportunidades para cineastas que en su mayoría no son tan próximos a su propia industria o pretenden alejarse de ella, acercándose a un público que busca nuevas voces y que sigue a autores con un estilo definido.

Las posibilidades que estos logran ofrecer radica en la cierta legitimidad que se les otorgan a las películas al formar parte de selecciones, competencias, muestras, etc. De igual manera, permite que éstas tengan un alcance mayor al poder mostrarse ante públicos más amplios.

Por ejemplo, Un asunto de familia (Manbiki kazoku, Hirokazu Koreeda, 2018) sólo alcanzó $3,313,513 de dólares en Japón, mientras que en el resto del mundo pudo sumar $64,685,441, más del 95% del total de sus ingresos. Hay que recordar que dicha película se alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes, lugar donde también se estrenó. Estas cifras dejan en claro que este circuito es un ámbito económico clave para todas las películas que apuestan a la idea universal –es decir, occidental– de “autor”. Y, por supuesto, que hay más cosas que la calidad de una obra en juego: agendas de programadores, relaciones públicas, éxito en festivales, estéticas, temáticas y filmografías de moda… Así como los festivales son una ventana para un cine que difícilmente encontraría permanencia en las salas comerciales, en un sentido abstracto, la forma en la que realizan su selección no es muy distinta a la de un gran estudio pensando específicamente qué clase de películas le sería más redituable.

Redacción: Hiram Islas (investigación y fichas) y Abel Muñoz Hénonin (introducción y precisiones a las fichas).