Batman y los últimos días de la humani

Batman y los últimos días de la humanidad

Por | 2 de enero de 2017

Sección: Ensayo

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Batman debería ser un símbolo.

Cualquier persona podría ser Batman.

Bruce Wayne, El caballero de la noche asciende

1939 fue un año convulso. El primero de septiembre la Alemania nazi invadió Polonia con una Blitzkrieg donde descargaba sus frustraciones luego de su derrota en la Primera Guerra Mundial. Estados Unidos hacía sus últimos intentos por salir de la Gran Depresión, la mayor crisis económica internacional que se había visto hasta entonces. La inquietud por el futuro era desoladora. Todo estaba muerto y oculto: la miseria, el hambre, la muerte de más de 50 millones de personas, incluidos cerca de 10 millones de judíos. ¿Quién ha recopilado todas esas vidas? ¿Quién tiene que decir nada sobre la felicidad y la guerra y la utopía cuando ninguna de ellas es compatible con el resto de nosotros?

Ese mismo año Bob Kane (Nueva York, 1915- Los Ángeles, 1998) y Bill Finger (Denver, 1914-Nueva York, 1974) crearon una figura oscura que ha trasvasado todos los ámbitos para convertirse en un mito, una forma que a través de la significación atiende las frustraciones, los miedos y las ilusiones de las sociedades. Que Batman se haya consolidado como un superhéroe icónico no responde tanto a su vestimenta, sus poderes o su inteligencia como a su capacidad para adaptarse a cualquier situación caótica y proyectar la imagen de una violentísima tormenta. Su nombre muta en el habla como si cada uno de nosotros se apropiara de él.

Probablemente el episodio “Have I Got a Story for You”, de la película animada Batman Gotham Knight (Varios autores, 2008), es el que mejor sintetiza este síntoma mitológico. En un salón para patinar, un grupo de cuatro adolescentes se reúne para presumir entre sí mismos los encuentros que han tenido con el hombre murciélago. El primero lo mira como una sombra protectora que utiliza el suelo para deslizarse como agua. Una alucinación que puede aparecer y difuminarse en cualquier instante. Posteriormente, una chica pelirroja lo describe como un verdadero murciélago gigante cuya figura no puede asemejarse a la de un humano. El animal es capaz de descabezar furiosamente a sus oponentes. El más joven de todos lo imagina como un robot invencible que utilizando rayos láser y proyectiles impide un robo a mano armada en la cima de un edificio. Hasta ese momento, los relatos son obra de la invención de los protagonistas. Pero repentinamente un maleante entra al lugar luego de ser arrojado a través de una ventana. Los cuatro adolescentes observan a un Batman herido y patidifuso. Uno de ellos, que no había narrado ninguna historia, ayuda al hombre murciélago propinándole al malhechor un golpe en la cabeza. El filme dirigido por Shōjirō Nishimi, Futoshi Higashide, Hiroshi Morioka, Yasuhiro Aoki, Toshuyuki Kubooka y Nam Jong-sik parece decirnos que detrás del traje oscuro se esconde una especie de Doppelgänger obsesivo que puede tomar la forma de un espejo donde se refleje el rostro de quien lo vea de frente.

Pero no hay mitos eternos. Batman es un personaje presa de lo real que cobra mayor presencia en las épocas más críticas. Una figura que fue oportuna revivir luego del 11 de septiembre de 2001 en Batman inicia (Batman Begins, 2005), El caballero de la noche (The Dark Knight, 2008) y El caballero de la noche asciende (The Dark Knight Rises, 2012), de Christopher Nolan, protagonizadas por Christian Bale, Michael Caine y Morgan Freeman.

En “La dictadura del proletariado en Ciudad Gótica” Slavoj Žižek menciona que la trilogía de Nolan falla al traducir la violencia de Ra’s al Ghul (Liam Neeson), el Guasón (Heath Ledger) y Bane (Tom Hardy) en terror asesino. El filósofo esloveno señala que para los tiempos contemporáneos Batman es un liberal que defiende el altruismo (Bruce Wayne es un millonario despreocupado que intenta resarcir la sociedad occidental con dinero) mientras necesita de una mentira (la mentira del capitalismo cuando Gordon –Gary Oldman– oculta la verdad sobre Harvey Dent) para mantener el orden. Pero no sólo eso. Luego de los documentos que Edward Snowden diera a conocer en 2013 sobre la vigilancia que Estados Unidos ejerce sobre sus ciudadanos –una actividad que se ha extendido en otros gobiernos, como el de México, por ejemplo–, la segunda película de la trilogía adquiere otros matices.

Al final del filme de 2008, Batman salva a Gordon y a su familia en el intento de Harvey Dent por asesinar al menos a uno de ellos y provocar el colapso del sistema de justicia de Ciudad Gótica. Entonces, le pide al comisionado que a través de un comunicado se le culpe de los crímenes de Dent y se inicie una persecución sin tregua. La respuesta de Gordon a la pregunta de su hijo sobre la razón de la huida de Batman parece una descripción no sólo del hombre murciélago sino de Estados Unidos en el contexto de Snowden: «Porque es el héroe que Ciudad Gótica se merece pero no el que necesita ahora mismo. Así que lo perseguiremos porque él puede resistirlo. Porque no es un héroe, es un guardián silencioso, un protector vigilante, un caballero oscuro».

¿La frase «guardián silencioso, protector vigilante, caballero oscuro», no posee acaso los adjetivos que Estados Unidos quiso utilizar para defender su posición frente al mundo ante las pruebas de Snowden? ¿No es Batman una especie de gobernante estadounidense que utiliza los celulares para crear un radar de la ciudad con tal de capturar al Guasón, el terrorista que ha cimbrado la seguridad de Gótica?

Batman

Algo más. Aunque la última parte de la trilogía ha sido analizada por Žižek como una incapacidad de Nolan por representar el movimiento Occupy Wall Street, también puede ser estudiada como un síntoma de la crisis económica de 2008. Un ejemplo. Al principio de la película, Gatúbela (Anne Hathaway) duplica las huellas digitales de Wayne para entregárselas al equipo de la Liga de las Sombras, que las usa para robarle su dinero. Cuando el millonario se enfrenta a Bane, sufre una fractura en la espalda que le imposibilita mantenerse de pie. El título The Dark Knight Rises se traduce al español, sí, como El caballero de la noche «asciende», «se levanta» o «crece». No obstante, en el contexto del filme también podría emparentarse con un ascenso económico luego de haber perdido su fortuna. Una recuperación del dominio del sistema capitalista.

Cuando Bane entra a Wall Street para robar la fortuna de Wayne un policía que se encuentra fuera del edificio menciona no tener ningún interés en proteger un lugar donde no hay dinero físico. Pero su jefe le contesta que cualquier problema en Wall Street perjudicaría a tal grado a la economía que el dinero real no tendría ningún valor.

Luego de la crisis inmobiliaria de 2008 una buena parte de los críticos del capitalismo anunció el fin del sistema. Sin embargo, éste fue capaz de recuperarse haciendo lo que mejor sabe hacer: rescatar a bancos e instituciones afectadas cobrándole la factura a la sociedad. ¿Qué papel juega Batman? El enmascarado sale de una especie de cárcel afincada en un abismo con un salto imposible que lo libera para enfrentarse a Bane que, para ese entonces, ha entonado un discurso aparentemente emancipatorio donde la sociedad civil tiene la posibilidad de atacar la corrupción gubernamental, económica y policiaca para crear un nuevo sistema. El final de la película sugiere que luego de vencer a Bane y mantener el orden –y el capitalismo– el millonario Wayne ha recuperado su dinero y vive feliz junto a Selina Kyle (Gatúbela) en un territorio alejado de Gótica.

Recordemos otro pasaje. El joven detective John Blake (Joseph Gordon-Levitt) le menciona a Wayne al principio del filme que su fundación ha dejado de donar dinero a los albergues de Ciudad Gótica. Intrigado, Wayne le pregunta a Alfred (Michael Cain) a qué se debe este acontecimiento y éste le contesta que el dinero provenía de las ganancias de sus empresas… pero éstas ya no existen. El caballero de la noche asciende deja claro que Wayne puede ayudar más a la sociedad con su dinero y su caridad que con su valentía, sin violentar el sistema. ¿El bienestar de los ricos es la salvación de los pobres?

Es sintomático que una década antes, y de la mano de Joel Schumacher, el personaje de Batman se asociaba escasamente con palabras como vigilante, silencioso u oscuro. Interpretado por Val Kilmer (Batman eternamente, Batman Forever, 1995) y por George Clooney (Batman y Robin, 1997) respectivamente, el Batman de este director estadounidense se regodeaba en un extraordinario despliegue de efectos especiales donde las crisis económicas parecían bastante lejanas en el horizonte estadounidense. Algo similar a lo que ocurrió con la serie de televisión sesentera (1966-68), donde el personaje principal caricaturizado bien podía salir a bailar para tratar de enrolarse con alguna mujer. Batman no tenía que vigilar a la sociedad o salvaguardar al capitalismo por una sencilla razón: en aquellos tiempos el capitalismo no corría peligro.

Tal vez, sin embargo, la forma del mito no es un símbolo. Si el Batman de Nolan ha sido vinculado con un agente protector, ¿necesitamos en los tiempos actuales una figura salvadora que, nacido en la crisis, vio iniciar la más terribles de las guerras de la humanidad? ¿Qué nos anima a seguir imaginándolo como un mito? Acaso esperamos que la señal de su imagen proyectada en el cielo tome una nueva forma para representar un ánimo distinto. Un mito donde su figura cristalice no sólo los miedos y las inquietudes de la sociedad, sino las ideas necesarias para cambiar el rumbo del futuro.


Abel Cervantes es comunicólogo y editor de las revistas Código e Icónica. Colaboró en los libros Reflexiones sobre cine mexicano contemporáneo: Ficción (2012) y Documental (2014) con un ensayo sobre Carlos Reygadas y otro sobre Juan Carlos Rulfo, respectivamente. Es profesor en la UNAM. @abel_cervantes4