The Farewell

The Farewell

Por | 4 de febrero de 2019

Sección: Crítica

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Para Chelito

Al inicio de The Farewell, Billi, una joven de Nueva York habla por teléfono con su abuela, que vive en China. Durante la conversación, tan fluida, cariñosa y natural como podríamos imaginarla, ambas mienten un poquito: Billi niega traer aretes cuando su abuela le pregunta por ellos –porque vio en las noticias que había una tendencia de ladrones de aretes– y su abuela inventa una coartada para no decirle que está en el hospital esperando un diagnóstico. La escena no es ajena: todos en algún momento hemos compartido versiones censuradas de nuestra realidad con la familia pero, ¿qué sucede cuando aquello que se está ocultando está dentro de la persona a quien se lo ocultamos?

Nai Nai (Shuzhen Zhou), la abuela de Billi (Awkwafina), tiene cáncer terminal, pero no lo sabe. Su hermana, a quien le han comunicado el diagnóstico, le dice que lo que encontraron los doctores son sombras benignas y, entonces, toda la familia orquesta una boda falsa para poder ir a verla por última vez sin que ella sospeche. Todos menos Billi parecen estar de acuerdo con esta decisión –que, al parecer, es algo común entre las familias de origen chinas. Cuando ella, contra la petición de su madre, alcanza a su familia en China para despedirse de Nai Nai, el contraste entre el rostro sonriente de ésta y los rostros consternados de los demás lo dice todo. En medio de un paisaje familiar sombrío pero contenido, la inocencia de Nai Nai resulta desgarradora: dentro de ella crece algo que la está matando y ella es la única que no está consciente de ello.

Uno de los tíos, al ser confrontado por Billi, defiende su postura diciendo que lo que están haciendo es despojar a Nai Nai de una carga emocional asumiéndola ellos. Se genera, a partir de esto, una serie de debates que pone en juego una clara distancia tanto cultural como idiomática. Una práctica que en Estados Unidos sería ilegal en China es considerada como una última consideración en vida. Esta barrera se manifiesta en una consulta médica cuando el estado de Nai Nai empeora y debe acudir al hospital, mientras ella sonríe intentando tranquilizar a su familia asustada, Billi le pregunta al doctor –en inglés– por la condición de su enfermedad. Él le explica que el final está muy cerca. Nai Nai presencia la conversación pero no entiende y termina intentado emparejar al doctor con su nieta.

En The Farewell (Lulu Wang, 2019) hay una tristeza subrepticia que sólo sale a flote cuando Nai Nai está volteando a otro lado. Si bien es cierto que la muerte nos amenaza a todos todo el tiempo, tener una fecha estimada vuelve este hecho ineludible. A pesar de que son pocos los momentos en que Billi logra convivir a solas con su abuela durante su viaje a China, la complicidad entre ambas es evidente. Un día, Billi encuentra a Nai Nai haciendo unos ejercicios matutinos muy simpáticos. Nai Nai le dice que son buenos para su salud y le explica cómo hacerlos para que pueda continuar con ellos estando en Nueva York. Un momento tan espontáneo y efímero adquiere el peso de ser probablemente uno de los últimos recuerdos generados entre ellas. Es difícil pensar en algo tan desconsolador como ver a un ser amado sabiendo que sobre el tiempo compartido se ha dictado la sentencia de una cuenta regresiva.

El dolor es humano pero las maneras de socializarlo son culturales: cada comunidad encuentra maneras de cuidarse entre sí y canalizar estos procesos internos. Cuando toda la familia visita la tumba del abuelo para colocar una ofrenda y solicitar su bendición para la boda falsa, Nai Nai les pide que, cuando su tiempo llegue, tiren sus cenizas al mar. A pesar de todos los esfuerzos de la familia por mantener la realidad lejos de Nai Nai, ella, en el fondo, sabe que no le queda demasiado tiempo –a pesar de no tener la certeza de su enfermedad, es una anciana que no se siente del todo bien. Aun así no lo manifiesta: ella también presenta una versión más amable de la realidad para cuidar a su familia.

El afecto y el cuidado del otro implican representaciones: uno siempre termina, en alguna medida, seleccionando las versiones de la realidad que compartirá con los seres amados. Hay acuerdos implícitos en el querer, a veces se trata de esconder la tristeza, a veces de pretender que somos eternos. En The Farewell, cada uno de los personajes hace lo que cree necesario para poder crear un ambiente donde los últimos momentos compartidos puedan ser lo más entrañables posible. La cinta inicia con una advertencia: «Basada en una mentira real»; al final, mentir –y mentirse a uno mismo– puede convertirse en una manera de construir una burbuja donde los afectos se preserven, se mantengan lejos del inminente final, se aíslen de una muerte que nos acecha –aunque sea por un ratito.


Ana Laura Pérez Flores edita Icónica y es asistente editorial en Cal y Arena. @ay_ana_laura