A 3 Minute Hug

A 3 Minute Hug

Por | 10 de noviembre de 2018

Existe un evento importante de solidaridad migratoria que se realiza periódicamente donde algunas familias divididas por la frontera entre México y Estados Unidos tienen la oportunidad de reunirse por tres minutos. Muchos de ellos llegan al evento sabiendo que, probablemente, será la última vez que se vean. ¿Cómo se puede aprovechar un rato tan breve cuando se extraña al ser amado? ¿Hay palabras suficientes para poder vivir de manera más significativa un momento de ese tipo?

A falta de respuestas, Everardo González decide dejar que los rostros de los personajes convocados lo digan todo en A 3 Minute Hug (2018). Tres minutos que se convierten en un mediometraje de treinta son suficientes para retratar un dolor teñido de resignación. El que el abrazo haya sido programado y orquestado como un acto político no lo despoja de su significación emotiva para estas familias: algo que para tantos es cotidiano, dado por sentado, para las familias convocadas implicó una especie de paréntesis dentro de la separación aparentemente definitiva, un paréntesis marcado por protocolos de seguridad para que, por tres minutos, la frontera se desdibuje para estas personas. Sin más intervenciones habladas que los agentes señalando los momentos de inicio y final del abrazo, Everardo (Fort Collins, 1971) opta por aproximarse al dolor «a partir de los vacíos y lo que estos detonan», prescinde de las palabras para permitir que las pieles, los ojos y las lágrimas lo digan todo.

El encuentro de las familias sucedió en el cauce del Río Bravo, justo en la zona donde comenzará a construirse el muro de Trump. Las miradas de las personas separadas parecen intentar extender esa breve tregua durante el mayor tiempo posible, se permiten desafiar por un momento las fronteras que delimitan las posibilidades de ejercer sus afectos. La espera está cargada de una breve esperanza y de tristeza. Todo esto para un simple evento de tres minutos que significa mucho tanto en términos políticos como emocionales. Everardo no se detiene más de lo necesario ni presenta un discurso elaborado cargado de juicios, en su lugar, se limita a ver y escuchar desde una distancia respetuosa con el dolor. A veces, para hablar de temas tan complejos como la crisis migratoria vale la pena decantarse por la simpleza, recordar que en medio de tantas negociaciones existen trasfondos muy distintos, que los números son personas con historias y anhelos, que todo aquello que está sucediendo, mientras políticos, activistas o personas en la sobremesa se desgastan discutiendo , tiene múltiples rostros.



Ana Laura Pérez Flores edita Icónica y es asistente editorial en Cal y Arena. @ay_ana_laura