Donde duermen los pájaros

Donde duermen los pájaros

Por | 12 de marzo de 2024

Para nadie es sorpresa que la mayor parte de la producción cinematográfica nacional está concentrada en la Ciudad de México y que no es nada sencillo levantar un proyecto fuera de la capital. Esto ha dado como resultado una hegemonía de la narrativa chilanga en el cine mexicano, sobre todo en lo que se refiere a retratos urbanos. Por eso, es muy refrescante cada vez que aparece una propuesta proveniente de otras partes del país y más aún si se trata de una película honesta y ambiciosa. Tal es el caso de Donde duermen los pájaros (2022), el primer largometraje del director Alejandro Alatorre que nos lleva a conocer diferentes rincones de la ciudad de Zacatecas a través de un coming of age de espíritu libre y fuera de la representación habitual.

En la película, acompañamos los pasos y recorridos en patineta de Leonardo (Adrián Reza), un adolescente que va llegando a las encrucijadas típicas de esta etapa de la vida: el sentimiento de soledad, el distanciamiento de los padres, el primer amor y la primera decepción amorosa… Al mismo tiempo, nos introducimos en sus sueños, los cuales van saliendo de la cabeza del joven y confundiéndose con la realidad. Alatorre (Zacatecas, 1985) no se sujeta a las convenciones del género, no hay una estructura que dicte el punto final del aprendizaje de Leonardo, más bien le permite a su personaje moverse sin ataduras –físicas o argumentales– por múltiples espacios de Zacatecas, reconociéndose en ellos y en la gente que conoce.

Lo que más resalta de la opera prima de Alatorre es cómo hace suya su ciudad natal y la convierte en testigo de todos esos momentos clave de su protagonista. Los parques públicos, el centro histórico, los molinos del parque eólico, el cerro de la Bufa y el Prometeo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, cobijan el deambular en estado onírico y de vigilia del joven. Destacable también el episodio de la Morisma de Guadalupe, porque más que una aportación antropológica o toque de “folklor” a la película, Alatorre la convierte en una experiencia revitalizante en la vida de Leonardo.

Aunque, como dice un colega, a «la película se le ven las costuras» (los diálogos están doblados, al montaje le cuesta agarrar un ritmo constante, la participación de actores no profesionales no suele favorecerla del todo), su ambición por abarcar tantos espacios es innegable. Consigue apropiarse de ellos, capturar a sus habitantes e integrarlos orgánicamente al desarrollo de Leonardo, haciendo eco visual de su viaje interno.

Son necesarios y, afortunadamente, son cada vez más frecuentes los autorretratos urbanos fuera de la Ciudad de México como éste, donde la ciudad de Zacatecas se ve y se cuenta así misma.


Israel Ruiz ArreolaWachito, es uno de los editores de Icónica y forma parte del equipo editorial de la Cineteca Nacional desempeñándose como investigador especializado. @wachitoruiz

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