Shin Godzilla

Shin Godzilla

Por | 26 de enero de 2017

Hacia el inicio de Shin Godzilla tres viejos académicos, dos biólogos y un paleontólogo, se reúnen con el primer ministro de Japón a fin de buscar una respuesta para la amenaza sin precedentes de una gigantesca criatura surgida del mar. Estos tres personajes (uno de ellos representado por el legendario Hayao Miyazaki) se asemejan físicamente a los protagonistas de El regreso de Godzilla (Gojira, Koji Hashimoto1984), King Kong contra Godzilla (Kingu Kongu tai Gojira, Ishirō Honda, 1962) y la original Godzilla (Gojira, Ishirō Honda, 1954). Pero mientras que en aquellos filmes su sabiduría lograba salvar al país nipón de la amenaza abismal, en Shin Godzilla (Shin Gojira, Hideaki Anno y Shinji Higuchi, 2016) los ancianos no logran más que decir obviedades y desperdiciar tiempo valioso. Es, quizá, la manera en que Hideaki Anno, director del seminal anime Neon Genesis Evangelion (Shin Seiki Evangerion, 1995-96), sugiere que las antiguas soluciones ya no funcionan y es necesario buscar perspectivas nuevas a fin de rejuvenecer una franquicia tan longeva e incluso anquilosada como lo es la del monstruo gigante de los estudios japoneses Tōhō.

Anno codirige Shin Godzilla con el veterano del cine kaiju (monstruos gigantes, en japonés) Shinji Higuchi, y si bien Higuchi realiza una labor inspirada a cargo de los efectos especiales y escenas en las que aparece Godzilla, es Anno quien se destaca como autor del guión y responsable de la dirección de actores. Así como en la Godzilla original el monstruo encarna el miedo a la energía nuclear que envolvía al Japón de la posguerra, para Shin Godzilla, Anno emplea al reptil gigante como metáfora para una herida más fresca en la psique nipona: el maremoto en la región de Tōhoku y el consiguiente desastre en la planta nuclear de Fukushima ocurridos en 2011. Anno convierte a la 29ª película de la saga de Godzilla en un tenso drama político en el que el verdadero adversario no es el monstruo sino el anquilosado sistema político que se enreda en un mar de jerarquías y honoríficos impidiendo una respuesta pronta a un desastre imprevisto.

A priori suena extraño pensar en una película de Godzilla en la que el monstruo ocupa apenas unos minutos de metraje y la mayor parte de la película discurre entre discusiones políticas y científicas. Pero los acertados diálogos y el ritmo vertiginoso que Anno imprime al filme impiden que resulte aburrido. Las tomas con cámara en mano remiten a Cloverfield (Matt Reeves, 2008) y su aproximación intimista al cine kaiju, mientras que los inusuales ángulos holandeses con los que Anno filma buena parte de los diálogos generan una atmósfera incómoda y tensa, exacerbada por la inusual rapidez con la que los actores recitan sus líneas y el expresivo montaje. El director también incluye acertados guiños a su obra maestra Evangelion, con personajes femeninos basados en las protagonistas de aquel anime, así como el empleo de uno de sus temas musicales más memorables.

Un acierto del guión es que evita caricaturizar a sus personajes. Todos ellos son hombres y mujeres bien intencionados cuya indecisión y renuencia a aceptar su responsabilidad termina costando vidas. La frase «Hagan lo que quieran» adquiere un gran peso en la película, apareciendo primero como el amargado epitafio de un profesor que predijo la llegada de Godzilla pero fue ignorado, y recontextualizada hacia el final de la película como una invitación al gobierno japonés para tomar una decisión y no ceder a la presión estadounidense para usar armas termonucleares en el centro de Tokio. La secuencia en que el protagonista del filme alienta a un ejército de voluntarios que emprenderán el ataque final contra el monstruo (reconociendo que muchos de ellos no sobrevivirán) resulta doblemente conmovedora, ya que Anno se basó en un discurso real que escucharon los voluntarios que respondieron al desastre nuclear de Fukushima.

Para muchos cinéfilos, el nombre de Godzilla está indisolublemente asociado con el kitsch, los trajes de goma, los monstruos absurdos y los malos doblajes. Sin embargo, y al igual que sucede con Batman, si bien el kitsch es parte de su legado, volviendo a sus raíces encontramos conceptos serios que invitan a la reflexión. Shin Godzilla regresa al tono sombrío de la aún sorprendente Godzilla para confirmar la vigencia del monstruo como símbolo de la siempre presente amenaza nuclear. La versión norteamericana del personaje, que recientemente inició una nueva saga con la insatisfactoria Godzilla (Gareth Edwards, 2014), ha anunciado que en sus próximas películas enfrentará al monstruo contra sus rivales clásicos: King Ghidorah, Mothra, Rodan y el mismo King Kong. Mientras que la rama estadounidense de la franquicia mantendrá vivo el aspecto disparatado de la saga, Shin Godzilla abre la puerta para llevar al personaje por derroteros nuevos y emocionantes.


Pablo Cordero ha colaborado en medios como gastv.mx, La TempestadGlup! Como músico, ha formado parte de La Semana Escarlata y The Orchestra of Crafty Guitarists.