Notas sobre la cámara-cuerpo y el cuerpo-cámara
Por Pablo Martínez Zárate | 28 de abril de 2022
Sección: Ensayo
Temas: Cine experimentalCine experimental mexicanoMontajeVideodanza
Fotograma de El cuerpo es un archivo: Juego para diez cámaras (Pablo Martínez Zárate, 2018).
Pieza desarrollada para el M68: Ciudadanías en Movimiento,
museo ubicado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM.
1. La cámara
La cámara es un dispositivo de percepción.
Introspección y proyección operan simultáneamente.
La cámara es una máquina de registro definida aquí por dos dimensiones:
las cualidades imaginarias-sensoriales de la introspección y la proyección,
y las relaciones mediadas de naturaleza tecno-gráfica que sostienen la expresión humana.
La cámara cobra forma en cadenas tecnológicas de producción.
Toda tecnología tiene una historia política.
Toda tecnología humana produce resonancias afectivas en cuerpos humanos y no-humanos.
La fuerza evolutiva de la tecnología es todavía ¿quizá? dependiente de nuestra experiencia encarnada, y aquellas relaciones que tejemos perpetuamente con toda esa materia, energía e información que nos rodea.
La cámara es un dispositivo que organiza la percepción mediante su cuestionamiento.
Al tiempo que es un aparato de percepción, es también uno de expresión.
Complicidades éticas, estéticas, eróticas comprometen nuestro vínculo con la cámara y su potencial expresivo.
La cámara trata asuntos de vida y muerte.
La cámara tiene un lazo estrecho con la memoria y sus diversos dominios materiales, dependiendo de los medios con los que estemos trabajando.
Hay diferentes diagramas materiales e informacionales para interactuar con la cámara, y muchas más intuiciones que brotan dentro y a través de la experimentación.
Las experiencias experimentales de cámara son virtualidades existenciales con potenciales expresivos y políticos diferenciados.
Fotograma de registro de la presentación final del «Taller de danza butō y experiencias encarnadas» 2021-22 impartido por Aura Arreola en el Museo Anahuacalli, ciudad de México.
2. El cuerpo
El cuerpo es la condición de la percepción tal como la conocemos.
Introspección y proyección existen en y a través de cuerpos de naturalezas múltiples.
Introspección y proyección son dinámicas de percepción y expresión.
Nuestro cuerpo es un remolino afectivo.
Introspección y proyección son vehículo de afectos.
Nuestro cuerpo es un híbrido de naturalezas múltiples que combina arquitecturas orgánicas e inorgánicas.
Nuestra dependencia de extensiones tecnológicas altera nuestra potencia de percepción y expresión.
Tanto la sensación como la imaginación son cualidades de nuestra existencia corporal que se ven afectadas por nuestras complicidades tecnológicas.
Nuestro cuerpo está en constante cambio.
Nuestro cuerpo baila naturalmente, no obstante, existen fuerzas disciplinares que coercen su movimiento.
La tecnología puede ser tanto una fuerza disciplinar como un agente emancipador.
La apropiación tecnológica autónoma tiene el potencial político de transformar los programas de control que preceden los artefactos con los que trabajamos y nuestra relación corporal con ellos.
Fotograma de la videodanza En la memoria de los cuerpos: Coreografías especulativas y vestigios encarnados a propósito de Guillermina Bravo (2020), con dirección artística de Aura Arreola y realización de Pablo Martínez Zárate.
3. La cámara-cuerpo
La cámara es en sí un cuerpo.
Un cuerpo que siente y escribe el mundo.
La cámara puede asumir múltiples formas corporales y en dichas mutaciones, sus potenciales perceptivos varían.
La cámara-cuerpo fluye más allá de la vista.
El ojo es la oreja es la lengua es la mano y el pie y la piel que se revuelve, resiliente,
y no sólo un ojo mirando a través del cristal.
Introspección y proyección coexisten en el acto de escribir con luz.
La cámara-cuerpo vive a través de actos de percepción y expresión que se manifiestan simultáneamente, con afecciones multisensoriales.
Filmar y fotografiar involucra todo nuestro cuerpo, especialmente cuando trabajamos con otros cuerpos y fuerzas en movimiento.
Filmar cuerpos danzantes parece el ambiente natural para explorar los límites de la cámara-cuerpo, sin embargo no es el único campo de exploración. En cualquier caso, vale investigar las implicaciones coreográficas de la cámara-cuerpo.
Nuestras máquinas determinarán invariablemente nuestra habilidad para movernos.
Necesitamos entender la ciencia y la magia de nuestras máquinas y sus ensamblajes con otros dispositivos y ambientes de interacción.
En este sentido, la cámara-cuerpo activa intensidades políticas.
Bailar con la cámara es olvidar la vista como rectora del acto fotográfico.
¿Cómo podemos comunicar la naturaleza multidimensional de la percepción?
¿Cómo podemos activar otros caminos para la producción de imágenes y sonidos?
La cámara-cuerpo confía en el instinto y la intuición como fuerzas primigenias que guían nuestro sentir el mundo.
Necesitamos transferir los poderes de la percepción multidimensional a los sensores visuales y sonoros que posibilitan el acto de filmación.
Fotograma de la pieza Ecokinesis planetaria: Microdanza 1 (2021), parte de la investigación de Ángel Méndez Montoya, a quien acompañé en la realización de dos microdanzas.
4. El cuerpo-cámara
El cuerpo es una cámara.
Siente y registra.
Transforma los estímulos externos en nuevas formas de conocimiento y experiencia.
El cuerpo es una cámara y su existencia se desliza más allá de sus propias fronteras corporales.
La cámara-cuerpo no puede existir sin el cuerpo-cámara.
La cámara-cuerpo registra al cuerpo-cámara y el cuerpo-cámara registra la cámara-cuerpo.
Siempre hay una danza entre ambas manifestaciones del ser y sus impresiones.
El cuerpo-cámara puede existir en el mismo cuerpo humano que la cámara-cuerpo.
Otros cuerpos humanos y no-humanos pueden coexistir con la cámara-cuerpo.
Y así, se convierten en cuerpos-cámaras ellos mismos.
La cámara se manifiesta en ellos mientras los registra y ellos perciben e imaginan el acto de ser filmados.
Las determinaciones tecnológicas de la cámara-cuerpo afectan los cuerpos como cámaras.
La presencia de la cámara-cuerpo se amplifica e intensifica dependiendo de los modos y niveles de inscripción que definen las cámaras con las que decidimos trabajar,
así como nuestros actos de apropiación crítica de la tecnología.
El cuerpo-cámara tiene el poder de transformar los potenciales expresivos de la cámara-cuerpo.
Las relaciones entre cámara-cuerpo y cuerpo-cámara pueden explorarse desde el montaje.
El cuerpo es un archivo: Juego para diez cámaras.
5. Montaje
El montaje expande e intensifica las resonancias afectivas y expresivas de la cámara-cuerpo y el cuerpo-cámara.
El montaje es un acto de intervención política que lidia con las potencialidades de la cámara-cuerpo y el cuerpo-cámara.
El montaje es una fuerza expresiva de introspección y proyección.
El montaje es un acto de ocupación que activa la percepción y la expresión.
El montaje es un dispositivo de dispositivos. Un aparato.
Tiene implicaciones éticas, estéticas, técnicas y afectivas.
El montaje no pretende explicar dichas implicaciones,
sino más bien expresarlas con los medios técnicos disponibles en cualquier momento de la creación
mientras habitamos una historia particular,
un tiempo particular,
y todo lo que permanece desconocido.
El montaje activa la memoria a través de fuerzas misteriosas y ministeriales.
El montaje se yergue sobre contradicciones.
El montaje se enfoca en la exploración de relaciones multicapa
con fines expresivos.
La cámara-cuerpo y el cuerpo-cámara están presentes en todas las etapas del montaje, desde la imaginación de una pieza artística hasta su exhibición.
Esto significa:
la cámara-cuerpo y el cuerpo-cámara resuenan a lo largo de los procesos de producción de imágenes-sonidos que decidimos operar,
su despliegue depende no solamente de acontecimientos escénicos y fílmicos, sino también de etapas de escritura y acabado de una obra de arte en medios.
La cámara-cuerpo y el cuerpo-cámara son parte de un proceso de investigación abierto que encuentra sus manifestaciones perceptivas y expresivas en los poderes del montaje.
Estas notas forman parte de un taller bilingüe (inglés-español) que junto con otros dos talleres acompañan la propuesta de investigación del autor para el año sabático 2022-23 como académico de la Universidad Iberoamericana, ciudad de México.
Pablo Martínez Zárate es artista multimedia y fundador del Laboratorio Iberoamericano de Documental de la Universidad Iberoamericana, donde también es responsable de la maestría en Cine. Dirigió los documentales Ciudad Merced (2013), Santos diableros (2015), El monopolio de la memoria (2018) y Disecciones sobre planos (2019). pablomz.info